La ciencia ficción regresa al espacio con un «Juego de tronos» lunar
Ian McDonald publica«Luna ascendente», tercera entrega de su ambiciosa trilogía
Ian McDonald (Mánchester, 1960) nunca necesitó de nadie que le susurrase al oído aquello de « Fly Me To The Moon » («let me play among the stars») para que su imaginación saliese disparada una y otra vez de órbita rumbo a la Luna. La pasión, asegura, le venía ya de serie, acoplada a su espinazo como un reactor nuclear. «Desde niño siempre me gustaron las historias de bases lunares. Me atraía mucho posibilidad de llegar a ver gente viviendo ahí arriba; salir de casa una noche clara, mirar al cielo y ver lucecitas en la Luna», explica.
De ahí que, cuando en 2012 empezó a dar forma a « Luna nueva », primera entrega de una trilogía que completan « Luna de lobos » y « Luna ascendente » (todas ellas publicadas por Nova) el autor británico no pensó en la pesada herencia de Asimov o en las diferentes oleadas de ciencia ficción. Nada de eso. Simplemente, apunta, creía que «había llegado el momento de volver». Volver a la Luna y también volver a escribir de ella. ¿La razón? Fácil: «Vuelve a ser un sitio al que queremos ir». «Al final, la carrera espacial de los sesenta fue como una guerra de prestigio entre Estados Unidos y la Unión Soviética, y ahora mismo volvemos a ver una suerte de carrera espacial entre países desarrollados como China, países en desarrollo como India y multimillonarios con demasiado dinero como Elon Musk », detalla.
Un embrollo a múltiples bandas que se prestaba a una historia de poder, ambiciones desmedidas y supervivencia lunar como la que McDonald empezó a pergeñar en «Luna Nueva». A saber: cinco familias de nacionalidades variadas y variopintas ( hay chinos, rusos, ghaneses, australianos y brasileños ) que controlan el satélite y compiten fieramente por sus recursos. «En un principio yo presenté la trilogía como “Dallas” en la Luna. Luego los editores lo cambiaron a “ Juego de tronos ” en la Luna, cosa que les agradezco mucho», explica un autor que, crecido e instalado en Belfast, gusta de llevar al límite a sus personajes. «En pocos lugares las limitaciones son más salvajes que en la Luna, donde hay que pagar por respirar. En los libros se avanza muy despacio de un sistema ultraneoliberal gobernado por la ley mercantil a una sociedad lunar con sus propios valores y moral», relata.
En el universo de McDonald conviven la manipulación política , la explotación de los recursos y unas desigualdades sociales cada vez más pronunciadas. «Me interesaba mucho la idea de que los personajes estén atrapados en un sitio del que nadie puede salir. En “ El padrino ”, por ejemplo, están las familias mafiosas, sí, pero uno puede darles la espalda y marcharse. Aquí no te puedes ir. Es imposible. Ya no se trata de ganar o morir, sino de jugar o morir», explica. La experiencia norirlandesa y la proximidad de la violencia, añade, también han jugado un papel vital a la hora de perfilar el paisaje de la trilogía. «Ahora mismo en la Luna hay 1.7 millones de habitantes, que es la misma población de Irlanda del Norte. No es casual, claro. Fue muy consciente. Conocía perfectamente el nivel de violencia que puede sustentar una sociedad de esta tamaño», ilustra.
Viendo la facilidad con la que McDonald, autor con « River of Gods » de una de las primeras novelas futuristas ambientadas en la India, salta de la ficción a la realidad y conecta todos su planos, no extraña que celebre la existencia de la ciencia ficción como « literatura del cambio ». «Habla de cómo nos adaptamos a los cambios. Así que cualquier novela que hable del cambio está haciendo ciencia ficción. Por eso creo que hay muchas novelas que prefieren mirar al pasado, porque miran con cierta nostalgia épocas en las que era más fácil enfrentarse al cambio. La ciencia ficción, sin embargo, lo abraza», explica.