El Cervantes dedica una muestra a Max Aub en desagravio a «una modernidad mal entendida»
Abierta hasta el 15 de mayo en la sede central de la institución, en Madrid, ofrece un completo recorrido por su trayectoria vital y literaria
No hace mucho pudimos asistir a la adaptación a las tablas, con dramaturgia de José Ramón Fernández, del vasto ciclo novelístico «El laberinto mágico» , de Max Aub, en un montaje dirigido por Ernesto Caballero, y a la puesta en escena del monólogo, también de Aub, «De algún tiempo a esta parte» , bajo la batuta de Ignacio García, e interpretado por Carmen Conesa. Fueron reconocimientos a un autor imprescindible de nuestra literatura del siglo XX al que algunos, sin embargo, han intentado arrumbar en lo más hondo. Absolutamente inaudito resultó la idea del Ayuntamiento madrileño de quitar el nombre de Max Aub -y el de Fernando Arrabal - a las salas teatrales del Matadero. Afortunadamente, no lo consiguieron, y ante la polémica desatada y la protesta del mundo escénico, el Consistorio dio marcha atrás.
Ahora, una exposición viene a rendirle homenaje y a recordarnos con especial oportunidad a quien ha alcanzado la categoría de clásico de nuestras letras. En la calificada por Juan Manuel Bonet , director del Instituto Cervantes, como Semana Grande por coincidir varios destados eventos, se encuadra «Retorno a Max Aub» . Para Bonet, que presentó la muestra junto con su comisario, el poeta y crítico literario Juan Marqués, y la nieta del escritor y presidenta de la Fundación Max Aub -ubicada en Segorbe-, María Teresa Álvarez, la iniciativa se ha concebido precisamente como desagravio ante «una modernidad mal entendida que quiere hacernos olvidar la memoria de los grandes».
Vida partida
Y grande fue, sin duda, el novelista, poeta, ensayista y dramaturgo español, pues español se consideraba -«uno es de donde ha hecho el Bachillerato», sentenció-, pese a haber nacido en París, de padre alemán y madre francesa, en 1903, y fallecido en México, en 1972, tras un largo exilio en tierras aztecas al que se vio obligado a consecuencia de la Guerra Civil, que, como a tantos españoles, «partió la vida», como bien recordó Juan Marqués, y en el caso de Aub, subrayó, «en el momento de mayor poder creativo».
La muestra, señaló igualmente Marqués, tiene «vocación pedagógica», y puede ser provechosa tanto para especialistas como para profanos. Abierta hasta el 15 de mayo en la sede madrileña del Cervantes -está previsto que viaje después a otros centros-, en horario de martes a sábado de 11 a 21 h., y domingos y festivos de 11 a 16h, ofrece un completo recorrido por la trayectoria vital y literaria de quien empezó su andadura como escritor en la órbita vanguardista , bajo la impronta de José Ortega y Gasset y su «Revista de Occidente», con títulos como «Geografía» y «Fábula verde», para pasar después a otra concepción más realista y social de la literatura, en la que dio a la imprenta, entre otras obras, las novelas «La calle de Valverde» y «Las buenas intenciones» o la propia serie de «El laberinto mágico», formada por «Campo cerrado» (1943), «Campo de sangre» (1945), «Campo abierto» (1951), «Campo del moro» (1963), «Campo francés» (1965) y «Campo de los almendros» (1968).
La exposición se estructura de manera cronológica en cuatro espacios : I. «Primeros años, primeros libros (1903-1936)», que incluye la instalación de su familia en Valencia en 1914. II. «Campo de sangre (1936-1942)», que recoge, entre otros momentos, su vida durante la contienda y el internamiento en campos de concentración franceses y argelinos acusado de ser «comunista» -algo que él negó reiteradamente, pues siempre fue fiel a su militancia en el PSOE-, y su traslado desde Argelia a México, donde fue generosamente recibido. III. «En el otro costado (1942-1968)», que refleja sus fecundos años como escritor en México. IV. «Regreso(s) a España. Campo abierto (1968-1972)», panorámica de su última etapa hasta de morir en su domicilio mexicano, en el número 5 de la calle Euclídes del Distrito Federal.
Se exhiben más de un centenar de sus obras, publicaciones y revistas, y numerosos documentos como pasaportes, agendas, manuscritos o cartas. Entre estas últimas, podemos ver una copia de la misiva que, fechada el 22 de febrero de 1951, le escribió al presidente de la República francesa para manifestar su indignación ante la imposibilidad de ir a Francia al entierro de su padre por esa acusación de «comunista» , que en dicha carta vuelve a dejar claro que fue una denuncia falsa. Asimismo, podemos contemplar más de una veintena de obras plásticas (entre ellas, de Vicente Rojo y José Moreno Villa), junto a otras tantas fotografías originales procedentes de su álbum personal.
Por otro lado, se incorpora la proyección del filme «Sierra de Teruel» , de André Malraux, en el que Aub colaboró, y se ha editado un catálogo con textos de Juan Manuel Bonet, Juan Marqués y Domingo Ródenas Moya.
«Retorno a Max Aub» resulta, pues, una magnífica ocasión para acercarnos a autor que tuvo, en palabras de Juan Marqués, «una existencia novelesca », llena de avatares, aunque lo decisivo, recalca, es «el legado de su obra». Una obra y una personalidad a las que no es ajeno el humor y las «gamberradas» , apunta Marqués, como presentar figuras inventadas como reales, la más célebre la del pintor Jusep Torres Campalans, si bien, explica, «el humor es un medio significativo para llegar a sitios más profundos». No por azar puso como epitafio de su tumba -sus restos mortales descansan en México-, «Hice lo que pude» .