Cenizas, espías y anarquistas en la explosión que fundió la plata

Almudena de Arteaga novela el posible atentado ocurrido en Cádiz en el año 1947

Fotografía del edificio tras la explosión del polvorín de la Armada en Cádiz ABC
César Cervera

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En la noche del 18 de agosto de 1947, la explosión de un polvorín de la Armada , en Cádiz, arrasó varios barrios enteros y mató a doscientas personas. Dicen los que aún recuerdan la tragedia que el estruendo se oyó en Sevilla, y que la nube del hongo se vio en Portugal. Pero, a pesar del ruido generado, las causas del horror y la posible implicación anarquista fueron silenciadas por el Gobierno, deseoso de echar tierra sobre el socavón y evitar responder a la pregunta de qué hacían minas de la Primera Guerra Mundial y otros explosivos hacinados tan cerca de la población.

La escritora Almudena de Arteaga vivió literalmente encima del misterio durante tres años. Esposa de un marino, la novelista estuvo residiendo en el recinto militar de Cádiz afectado y no tardó mucho en escarbar sobre los enigmas de la explosión. Este miércoles, presentó en el Salón de Actos del Cuartel General de la Armada su novela «Cenizas de plata y sangre» (La Esfera de los Libros), que mezcla su investigación histórica con una trama ficticia de espionaje y amor en tiempos de la posguerra.

«Entonces no había los medios actuales. Fue una hecatombe, con la ciudad sin luz ni agua durante días», explica De Arteaga a ABC. La novelista aúna ficción con los frutos de una minuciosa investigación que le llevó tras la pista de un anarquista y de una espía, una suerte de «Mata Hari del sur», que pudieron haber detonado el polvorín. La agente doble se llama Ingrid en la novela, pero tiene su inspiración histórica en Larissa Swirski , la mujer que usó Ian Fleming como la fruta prohibida de 007 en «Casino Royale».

De Arteaga llegó hasta Larissa siguiendo el hilo a un documento del archivo del general Varela . Dos meses después del suceso, este militar recibió una extraña carta: «Si usted cree que la catástrofe ocurrida fue un acto de sabotaje, creo que podría contarle una historia interesante». La carta, firmada por « A. Reque », apuntaba la posibilidad de que la espía hubiera saboteado «con el auxilio rojo» el almacén. «Esto me dio pie a meter en la novela a una mujer muy inteligente que se autodenominaba “la Reina de Corazones”, que hablaba seis idiomas, y estaba casada con un marino español», señala la novelista.

Otro de los personajes principales de « Cenizas de plata y sangre », el anarquista Frías, también se mueve entre la realidad y la ficción. «Agradeceré siempre a la hemeroteca del ABC el haber encontrado una noticia sobre el arresto de un anarquista apellidado Frías. Los servicios secretos mencionaban a este misterioso hombre viajando a Ceuta desde Francia en esas fechas», asegura De Arteaga. El sabotaje era un método recurrente por parte de opositores al franquismo, que habían intentado atentar cerca de Cataluña poco antes de lo ocurrido en Cádiz y que sí lo lograron en un polvorín de Alcalá de Henares , causando cinco muertos, un mes después.

No obstante, las autoridades responsabilizaron de la catástrofe únicamente al mal estado de conservación del almacén. Un incendio en los años 60 en el archivo de San Fernando quemó la mayoría de los documentos al respecto e impide hoy plantear nuevas hipótesis. De Arteaga, en cualquier caso, coincide en sus conclusiones con el informe oficial: «Es cierto que las minas estaban en mal estado y había un proyecto de traslado. Lo cual no quita que alguien ayudara a que explotaran».

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