Las «audaces escritoras y aventureras» que se rebelaron contra su papel secundario en el período de entreguerras
La escritora británica Sarah Lonsdale reúne en un libro publicado en Inglaterra la historia de un grupo de periodistas, ingenieras o humanitarias pioneras

¿Qué tienen en común periodistas como Shiela Grant Duff, Edith Shackleton, Margaret Lane o Alison Settle, la montañista Dorothy Pilley, la profesora Francesca Wilson, la poeta Una Marson o la ingeniera y conductora Claudia Parsons? Todas forman parte de las « mujeres rebeldes en el período de entreguerras « que protagonizan,, con sus historias, el libro «Rebel Women between the Wars, escrito por Sarah Lonsdale y publicado en Gran Bretaña por la Universidad de Manchester.

El propósito del libro -cuyo subtítulo es « Audaces mujeres y aventureras «- es, según la autora, «rescatar la vida y la obra de estas mujeres, que desafiaron el status quo en todos los ámbitos de la vida, además de escribir vívidos relatos de testigos oculares. sus aventuras».
Sarah Lonsdale se ha fijado, especialmente, en el mundo del periodismo , cerrado como tantos otros en aquella época a las mujeres: «muchas pioneras -explica la autora- se esforzaban por hacerse un hueco en el mundo masculino del periodismo durante las décadas de 1920 y 1930, a menudo utilizando métodos ingeniosos, peligrosos o tortuosos para participar. En mi libro descubro el trabajo hasta ahora pasado por alto de muchas mujeres periodistas de entreguerras que afirmaron sus voces en un mundo narrado por hombres ».
Destaca el caso de Shiela Grant Duff , una mujer londinense cuyo padre había muerto durante la primera guerra mundial y que quería detener el creciente ascenso del fascismo y el nazismo trabajando como corresponsal extranjera. «Cuando se acercó al Times en busca de trabajo -cuenta la autora-, su director, Geoffrey Dawson , le dijo que no era trabajo para una mujer». A pesar de ello, Shiela Grant Duff viajó a España empeñada en demostrar que era tan valiente y capaz como un hombre.
Cuenta Sarah Lonsdale que la noche del 19 de febrero de 1937 la corresponsal se encontraba en Málaga, que había sido tomada por las tropas franquistas tan solo unos días antes. A pesar de ello, Shiela Grant Duff se arriesgó a cruzar de noche las calles para «conectar con el cónsul estadounidense y encontrar al famoso escritor Arthur Koestler , que había sido secuestrado por los hombres de Franco. También estaba grabando en secreto los movimientos de las tropas italianas para mostrar cómo Italia había violado los acuerdos internacionales de neutralidad».

Dos años antes, según el relato de la autora, había abierto los ojos a los británicos sobre la situación en la región del Sarre, que en las negociaciones del tratado de Versalles, en 1919, les había sido arrebatada a los alemanes. La vuelta de la región al control germano, mediante un plebiscito, había sido saludada con alivio por la prensa británica, pensando que Hitler frenaria sus impulsos expansionistas. Grant Duff, sin embargo, escribió en « The Observer »: «El millón de esvásticas que cuelgan de las paredes del Sarre dan la impresión de que ha descendido una plaga de arañas… Los nazis pueden distinguir a sus enemigos por sus ojos. El pánico se puede ver en todos los gestos y porte de las mujeres de la clase trabajadora que cuentan cómo han sido amenazadas, cómo han sido burladas y escupidas… Otras… cuentan cómo les han roto las puertas en medio de la noche«. No solo contribuyó con sus palabras: Grant Duff usó sus credenciales de prensa para ayudar a pasar de contrabando a Francia máquinas de escribir, literatura activista y armas a través de la frontera», cuenta Lonsdale.
Pero no es el único caso que relata la escritora para demostrar la capacidad de resistencia de estas mujeres a ser discriminadas por razón de género en una época, la de entreguerras, «que ha sido olvidado en la historia del feminismo británico».
Claudia Parsons , nacida en la India británica en 1900, se graduó en Ingeniería en 1922 por la Loughborough Technical College. A pesar de ser una de las tres primeras mujeres ingenieras en Gran Breaña, no logró que nadie le diera trabajo y tuvo que subsistir como dama de compañía o institutriz hasta que empezó a trabajar como conductora, especializándose en viajes de larga duración al extranjero. Fue la primera mujer en dar la vuelta al mundo en coche.

Una Marson , una famosa poeta y dramaturga en su Jamaica natal, viajó a Londres en 1932 y se convirtió en la primera mujer de raza negra en ser contratada por la BBC durante la segunda guerra mundial. A través del programa «Calling the West Indies, turning it into Caribbean Voices», construyó su carrera como activista, escritora y locutora, hablando sobre los prejuicios que tenía que soportar todos los días«.
« Margaret Lane , la reportera ''estrella'' del Daily Mail -cuenta Lonsdale-, tuvo que negar los rumores escandalosos sobre su vida sexual, desde lo alto de un escritorio en la sala de redacción del periódico, y Stella Martin fue degradada a convertirse en la ''corresponsal del zoológico'' de su periódico después de criticar la página de mujeres como vehículo del consumismo y la publicidad«.
El libro recoge también las historias de la humanitaria Francesca Wilson , «que viajó por la Europa de entreguerras ayudando a las víctimas de la guerra y el hambre desde Rusia a España, y escribió sobre su difícil situación en la publicación cuáquera The Friend y en Manchester Guardian». En 1937 creó una granja en Málaga para medio centenar de niños refugiados de la guerra«.
«Luego están las amigas de toda la vida Edith Shackleton y Alison Settle -relata la autora- que, como editoras de páginas de mujeres en dos tabloides rivales, escribieron sobre moda y celebridades, intercambiando artículos y firmas para poder sobrevivir en ese mundo despiadado«. Settle se convirtió en editora de Vogue y luego en la célebre editora femenina de Observer, a pesar de lo que todavía tuvo que enfrentarse a muchos prejucios. »En 1944, enviada a Holanda para cubrir la retirada alemana, llegó a un aeródromo de Bruselas y descubrió que la escolta del ejército, proporcionada a todos los corresponsales acreditados, le había sido rechazada por el general Montgomery, que odiaba a las mujeres periodistas. Sin inmutarse, hizo autostop hasta la línea del frente, desde donde escribió conmovedoras historias de los holandeses que huían de los ejércitos que avanzaban, sus cabras, vacas y escobas atadas con sábanas«, concluye la autora del libro.