El día en que Bruce Springsteen se sintió nacido para correr
Hoy se cumplen cuarenta años de la publicación de «Born to run», clásico del Boss y uno de los mejores discos del rock
, aunque a Bruce Springsteen eso de ser «el futuro del rock» nunca le hizo la más mínima gracia. Es más, en aquellos momentos, en todos los carteles aparecía la frasecita del periodista Jon Landau (con el tiempo su manager y uno de sus mejores amigos) y El Boss los despedazaba con sus propias manos . Y es que Bruce es El Jefe por algo. Y el disco que ahora recordamos era el «Born to run» , su tercer álbum de estudio, que para Springsteen era trascendental en muchos sentidos. En casi todos.
Se la jugaba. Sus dos primeros discos habían tenido mucho éxito de crítica, pero no de público, y Columbia no estaba del todo contenta con el descubrimiento que había hecho el cazatalentos John Hammond, el mismo que había descubierto a Dylan .
Y Bruce quería hacer algo muy especial, sacar todo lo que llevaba dentro, no sólo buenas y psicodélicas canciones como hasta el momento. Quería algo enérgico, rotundo, visceral, que resumiera todo lo que el sentía por el rock & roll y todo lo que éste significaba y significa para la gente de la calle.
Era un veinteañero
Bruce apenas tenía 25 años, y hasya el 23 de septimbre de 1975 no iba a cumplir los 26, pero la madurez del Born to run es increíble. Desde la canción que le da título , uno de los más grandes cantos de rebeldía que se han escrito nunca, hasta ese «Thunder road» que significa ruptura: «Esta ciudad está llena de perdedores, y yo me largo de aquí para vencer». Y como lema y leit motiv la búsqueda de la tierra proometida y el convencimiento de que los sueños están ahí para seguirlos y hacerlos realidad. El Born to run es un disco con un par de huevos, casi suicida en muchos de sus planteamientos líricos y musicales. Bruce le dio una y mil vueltas a las tomas de estudio, se mosqueó una y mil vces, destrozó las primeras copias y las tiró al agua de una piscina, no acababa de estar seguro de los resultados. Sin embargo, cuarenta años después ahí están esos resultados.
El disco es un clásico, una leyenda inmortael. Qué más quisieran muchos modernos de hoy en día facturar canciones y álbumes tan modernos, tan viscerales, tan emotivos, desgarradores y conmovedores. Una explosión de los mejor del rock & roll, esa música que es la mejor mercromina, el mejor betadine, para las heridas del alma. Y con mucha diferencia.
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