Adrián Pastor: «Me gustaría crear la novela de aquellas historias que nunca se llegan a escribir»
El joven autor, finalista del Concurso de Novela de la Fundación Escritura(s), presenta en la Feria del Libro su obra «Fui Palabra»
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Hay veces que los sueños y las aspiraciones chocan inevitables contra los muros de la realidad. Pero cuando el objetivo vital es sobrevivir escribiendo, cuando el mundo se observa a través de la mirada de las palabras y no de los objetos, todo parece estar al alcance. Adrián Pastor (Madrid, 1990) ejemplifica el prototipo del joven español que llegó a la Universidad cuando el país se hundía. A falta de trabajo buena es la formación, pensó. Y con esas que a sus 25 años está a punto de acabar su tercera carrera. Ahora presenta «Fui Palabra», su segunda novela y finalista del I Concurso de Novela convocado por la Fundación Escritura(s), y con la que espera doblegar la maltrecha realidad. Este jueves firma en la Feria del Libro de Madrid.
Pregunta: Con 25 años, dos carreras (Periodismo y Filosofía) otra en proceso, un libro publicado, otro terminado y un proyecto de novela nueva . ¿De dónde sacas tiempo para sobrevivir?
Respuesta: No es tanto. Supone esfuerzo y tiempo, pero no tengo trabajo. Además soy un estudiante moderno. Y respecto a la literatura... lo cierto es que me gustaría dedicarle más tiempo. Es más, ojalá sólo existiera ella. En ocasiones pienso en escribir únicamente. Pero dado que las palabras sólo se pueden transmitir, y a uno no le reporta nada o casi nada, creo que debo seguir por la línea marcada. También tengo otros sueños al margen de ser un gran escritor.
P: ¿Cuál es el proceso creativo que sigue un joven escritor?
La verdad es que no sé si existen procesos predeterminados para crear una novela. Llevo años analizando mis pensamientos, y de vez en cuando encuentro alguno hermoso, profundo o incluso sensato. Me senté en una silla y me pregunté qué quería contar. Luego viene el cómo contarla. Diseñé personajes propicios que me sirvieran en bandeja las situaciones ideales para llegar a donde quería llegar. Una vez creados, sientes que se consolidan cuando percibes que hablan por sí solos, caminan y piensan por si mismos. A partir de ahí, todo resulta más fácil. En cuanto al argumento, procuré fragmentarlo en partes bien definidas, escenas que tuvieran un propósito claro, como si fueran relatos que integraran la novela.
P: ¿Crees que es el ideal?
R: Quizás la mayor dificultad que encontré fue qué decir después de esos momentos. En «Fui palabra» el protagonista sufre un vaivén constante en su estado anímico, y culpa de ello la tienen esas escenas que desvían, retuercen y rompen los caminos por los que parece vagar el protagonista. Un juego de incertidumbres que persigue la certidumbre a la que está destinado. El proceso es ése, atosigar con dudas al protagonista, y luego dejar que sea él quien elija su certeza.
P: No has asistido a talleres literarios (reniegas del concepto de «pertenecer» a una generación) y eres, podría decirse, autodidacta. ¿Cómo decides que quieres escribir una novela?
Una vez, con veinte años fui a un taller de Fuentetaja, pero se tuvo que cancelar por falta de alumnos. Si te soy sincero, no tuve oportunidad de aprender gran cosa. Pero alguna lección si que conservo. En líneas generales sí, soy autodidacta. Empecé a escribir pequeños artículos deportivos con ocho o nueve años. Evolucioné hacia la Filosofía a los doce. Quería inventar frases célebres, como los grandes genios de la Historia. Luego me di cuenta de que quizás no resultaban muy comprensibles. Me planteé la posibilidad de pensar primero lo que quería decir, y luego escribirlo. Así fue pasando el tiempo hasta que fui escribiendo relatos cada vez más largos. Luego llegó un ensayo que nunca intenté publicar, hasta «Fui palabra».
P: Conociendo esto, ¿en qué te apoyas para lanzarte a escribir?
R: Escribir el comienzo es difícil, incluso se hace más difícil a medida que la novela progresa. ¿Por qué? Porque a veces el curso de la novela modifica el comienzo. A veces el comienzo de una novela es el final. Yo sabía qué final quería contar, pero no sabía llegar a él. Un gran primer párrafo es la mejor sinopsis de una novela. Por eso el primer párrafo de esta novela nunca me ha convencido. En el apartado emocional, comenzar una novela para mí ha supuesto un reto elaborado con mucha inseguridad. Pero durante esos meses, dormía realmente mal. Pasaba horas confeccionando lo que quería escribir al día siguiente. Esta novela es la que es, pero podrían haber sido otras muchas novelas. A veces me gustaría escribir una historia que relatara aquellas historias que nunca se llegan a escribir, que se quedan alojadas en algún punto de la memoria del escritor. El problema es que si llego a escribir una novela así, no habría conseguido lo propuesto, que es contar lo que nunca se cuenta.
P: ¿De dónde bebe esa «inspiración» Adrián Pastor?
R: La inspiración la busco en las emociones. También en la música. La busco en el silencio, y, aunque suene raro, la busco también en las conversaciones que tengo conmigo mismo. Llevo años haciéndome una especie de entrevista que parece quiere llevarme a un reto dialéctico que me haga flojear, que me haga rendirme ante las preguntas, que me vacíe. De momento siempre he encontrado respuestas. Desdoblarme es inspirador, porque es como hablar con tu propia conciencia.
P: ¿En quién te fijas? ¿A quién disfrutas leyendo y a quién lees para «imitar»?
Sampedro, Saramago y Bolaño son referencias. Procuro nutrirme de ellos. Una combinación de sus talentos puede ser extraordinario. En ello estoy. Y no busco imitar a nadie. Creo que, como dijo Deleuze, cada uno traza su propia línea de devenir, cada uno tenemos nuestro tartamudeo peculiar, un estilo, una voz propia que sin pretenderlo, ya es única. No quiero que se me adjunte a una corriente. No entiendo de corrientes, ni quiero. Y de verme dentro de una de ellas, no sabría si el mar al que voy a ir a parar es el que pretendo. Prefiero ser yo mi propio riachuelo.
P: Andrés Ibáñez dijo en una entrevista que « Bolaño me gusta mucho y me ha hecho mucho daño . Hay influencias que te ayudan y otras que te destrozan» ¿Has sentido una sensación así en tu vida?
R: Siempre que leo algo sé que nunca escribiré algo parecido. Antes he dicho que no quiero imitar a nadie, así que me descarto ante la posibilidad de intentar imitar a nadie o probar para ver soy capaz de escribir como uno u otro. Me he visto impresionado por Saramago y sus grandes metáforas, por Shakespeare y Dostoievski, y por tanto otros. Pero no quiero ser ellos, quiero ser yo, quiero que mis palabras sean mías, y no copias de otros corazones. Quiero que cuando alguien lea mis palabras, algún día, sepan qué manos las crearon.
P: Hablando de Bolaño, tu editor (Luis Rafael Hernández), durante la presentación de tu novela en La Casa del Libro, mencionó al chileno. ¿Qué sientes cuando en un ambiente así sale tu nombre y el suyo?
R: Te eleva. Te hace sentir un éxtasis tras la nariz que identifico como la emoción. Sus grandes obras llegaron a una edad madura, pero antes de que llegaran, siendo un aspirante al éxito tan solo, él creía que le llegaría el momento. En eso es en lo que me parezco a él, en la seguridad y la confianza. Veremos si corro la misma suerte.
P: Compararte con los grandes nombres no te asusta. En «Fui Palabra» el protagonista habla con el maestro Recaredo y afirma que su objetivo es llegar a ser un gran escritor que pase a la historia por su obra. ¿Es ese tu objetivo al escribir, hacer historia?
R: No quiero el éxito, quiero que mis obras cobren valor, que cambien los espíritus torcidos y recuerden a la humanidad eso, su humanidad. Un libro es un producto, pero si es realmente bueno, se venda o no, es un producto eterno que nunca se acaba. Me da igual ser anónimo, lo que quiero es aportar algo el tiempo de la humanidad.
P: ¿Por qué decidiste convertirte en protagonista de tu propia obra? ¿Es que es más fácil escribir de lo vivido que de la fantasía?
R: Todo lo contrario. Dicen que cuando se empieza, uno acude a sus vivencias. En ese sentido si que me facilitó las cosas ser yo el que anduviera por estas páginas. Pero también es ficción. Nada de lo narrado ha sucedido. Todo es producto de esa entrevista que aún hoy sigo haciéndome a mi mismo. Decidí ser yo el protagonista, porque lo que persigue ese hombrecillo es lo que ando persiguiendo yo en la vida real, ser un escritor feliz.
P: El escritor Luis Garrido, durante la presentación, se mostró fascinado por el personaje de la Felicidad. ¿Cómo llegas a un punto así; desde el proyecto inicial tienes claro que un sentimiento aparecerá como un personaje más?
R: Tuve claro que debía aparecer al final, otra cosa fue cómo representarla, a través de qué insinuar que justo en éste o aquél momento, Adrián, encuentra la felicidad. La forma surgió durante el proceso de creación, no fue predeterminado. Es como adentrarte en un túnel. Largo camino oscuro. Sabes que llegará el momento de ver la luz. Pero no sabes qué paisaje verás cuando salgas de la oscuridad.
P: Vivir de la Literatura no es fácil, más cuando rechazas escribir siguiendo los gustos de la masa, ¿qué esperas ante el futuro?
R: Quiero revertir esa situación. Quiero llegar al gran público, dosificar la intensidad de mi literatura, siendo fiel a mi mismo, pero complaciendo al público. Espero lograr ese equilibrio de importancias, el qué contar, que es lo que le gusta al público, y el cómo mostrarlo, que es lo que a mí me da la felicidad. Espero crear historias que persigan a los lectores cuando éstos cierren los libros, que sueñen con ellas, que les hagan dudar, reír y llorar. Que les formulen preguntas, y sean ellos los propios artistas de sus respuestas. Una buena obra es eso, un sol que ilumina más allá de los límites de su cuerpo.
P: Seguramente seas uno de los autores más jóvenes que firmes en esta edición de la Feria del Libro. ¿Cómo valoras el hecho de estar en un evento así?
R: Para mi es extraordinario. Pienso grabar ese momento. No sé si volveré algún día. Pero sé que si lo hago, no me sentiré como voy a sentirme el jueves. Lo considero un premio que pienso disfrutar al máximo.