El debut literario del William Blake antes de sentirse un poeta iluminado

Cátedra publica «Una isla en la luna», libro inédito en España. Fue su primer libro sorprendentemente satírico

El debut literario del William Blake antes de sentirse un poeta iluminado abc

manuel de la fuente

Hoy se tiene a William Blake por uno de los nombres más personales e intransferibles de la poesía inglesa de todos los tiempos. Pero su vida no fue fácil. De hecho, murió con muy pocos chelines en sus bolsillos, después de una dura existencia como grabador y dibujante. Ahora aparece en España «Una isla en la luna» (Ed. Cátedra, inédito en castellano) su sorprendente debut literario, un texto que escapa los tópicos vertidos sobre él. Blake llegó a convertirse en un artista iluminado, reverenciado por la contracultura en los 60. Ya desde niño aseguraba que veía ángeles, profetas y hasta al mismísimo Dios, nada extraño para quien había sido educado en las visiones bíblicas como buen inconformista religioso inglés (un dissenter, en la lengua de Shakespeare).

Probablemente, fue su escaso éxito como escritor el que le llevó a tener un carácter que, siendo suaves, se puede considerar agrio, maníaco y depresivo. Pero William Blake (1757-1827) sí tuvo algunas satisfacciones, como la de vivir un tiempo apasionante, el de la caída del Antiguo Régimen y el triunfo de las revoluciones americana y francesa, las guerras napoleónicas y los comienzos de la revolución industrial que no le gustaba un pelo y de cuyos peligros alertó con exactitud visionaria.

Fernando Castanedo, autor de la edición y traducción de «Una isla en la luna» explica a ABC: «Es una obra importante para conocer a Blake, porque contiene un autorretrato del poeta y, además, porque da fe de su idea lúdica de la literatura. Se trata de una sátira, de un texto que pretende reírse de los vicios que le rodeaban, ¡incluidos los suyos! Usó algunos recursos desestabilizadores que no se hallan en un relato clásico, como enumeraciones absurdas, falsificaciones, capítulos hiperbreves, referencias a anécdotas de su tiempo, juegos de palabras, deformaciones verbales, etcétera. «Una isla en la luna», por ejemplo, contiene una frase escrita a lápiz que he atribuido a Blake porque creo que el poeta nos estaba gastando una broma. Quería hacernos creer que al manuscrito le faltaban páginas, pero en realidad se trata de una “laguna artificial”, un guiño como los que hizo otro escritor de la época, Laurence Sterne, en su Tristram Shandy, una obra de la que Blake tomó muchas ideas prestadas. .». No cabe duda de que el trabajo de traducción y edición ha tenido que ser duro, tal como destaca Castanedo: «Sí, pero es cierto que el libro tiene más de doscientos años, y muchas claves sociales, culturales e históricas no son evidentes. Y tiene detalles sin sentido, bromas, guiños...».

Dibujos y palabras

También conviene destacar la pasión de Blake por las ilustraciones que iluminaron casi toda su obra, algo trascendental para él, ya que como pintor y poeta -cuenta Castanedo-, su fantasía trabajaba al alimón con imágenes y con palabras y de ahí que creara sus famosos libros iluminados, en donde intentó plasmar su creación empleando los dos medios».

¿Más de doscientos años después, Wlliam Blake es por fin un literato reconocido? «En Inglaterra, es una suerte de héroe popular, un poco un Robin Hood que alzó la voz contra la revolución industrial que se le venía encima al mundo y sobre todo a los ingleses, que la inventaron y fueron los primeros en sufrirla. En su poema Jerusalén habló de las “fábricas de Satán” que comenzaban a invadir los campos. Por cierto, que Jerusalén se convirtió, después de que Hubert Parry le pusiera música, en el himno extraoficial de Inglaterra. Los ingleses lo cantan cuando juegan sus equipos de rugby, fútbol, etcétera». Y nos recuerda el filólogo que en la boda del príncipe Guillermo con Kate Middleton pudo verse a los invitados (entre ellos a Elton John) y a la gente que estaba fuera de Westminster cantándolo. También está en la banda sonora de Carros de fuego y se canta en los Proms.

«No obstante», continúa «como sucede con todos los grandes poetas, el tiempo y los intérpretes vamos cubriéndolos de capas y a veces eso es deformante. Por ejemplo, como muestra este libro, se olvida su faceta más lúdica, menos seria y circunspecta. Pero sí, Blake ocupa un lugar muy importante en la historia de la literatura inglesa. Hay que mencionar el valor de su obra poética, claro, pero hay otros valores, como su idealismo, que es el de un visionario religioso que también creía en las capacidades físicas del hombre para cambiar este mundo. Además, Blake ha logrado que lo valoren revolucionarios materialistas y espirituales, que reivindican la primacía del espíritu sobre todo lo demás. No creo que Blake viera con buenos ojos estas interpretaciones».

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