Premio Cervantes
Goytisolo: «Los contaminados por Cervantes no nos resignamos a la injusticia»
En el discurso que ha pronunciado en Alcalá de Henares el escritor ha segurado que los lectores «tocados por la gracia» del Quijote no se resignan a un mundo «aquejado de paro, corrupción y crecientes desigualdades sociales» como el actual
El escritor Juan Goytisolo ha afirmado hoy, al agradecer el premio Cervantes, que, al igual que le sucedía al Quijote, los lectores «tocados por la gracia» de esa novela no se resignan a un mundo «aquejado de paro, corrupción y crecientes desigualdades sociales» como el actual. «Los contaminados por nuestro primer escritor no nos resignamos a la injusticia», ha asegurado Goytisolo en su discurso, breve y de marcado carácter social, en el que manifestó su admiración por el Quijote, esa novela «cuya fuerza genésica alcanzaría una dimensión sin fronteras ni épocas».
Un discurso en el que Goytisolo, «incurable aprendiz de escribidor», reivindicó la necesidad de «volver a Cervantes y asumir la locura de su personaje como una forma superior de cordura». Esa es «la lección del Quijote». «Al hacerlo no nos evadimos de la realidad inicua que nos rodea. Asentamos al revés los pies en ella. Digamos bien alto que podemos», dijo Goytisolo (Barcelona, 1931) al final de su discurso.
«Llevo en mí la conciencia de la derrota como un pendón de victoria». Esa frase de Pessoa, con la que Goytisolo se identifica plenamente, le dio pie a afirmar que «ser objeto de halagos por la institución literaria» le lleva a dudar de sí mismo, pero «ser persona non grata a ojos de ella» lo reconforta en su conducta y labor. «Desde la altura de la edad, siento la aceptación del reconocimiento como un golpe de espada en el agua, como una inútil celebración», dijo Goytisolo ante las numerosas autoridades que asistieron a la ceremonia, entre ellas los Reyes y el ministro de Cultura.
Sobre los huesos de Cervantes
«Devoto de Cervantes», como se declara con frecuencia, Goytisolo criticó el «empecinamiento» de las autoridades en desenterrar «los pobres huesos» del escritor y «comercializarlos tal vez de cara al turismo como santas reliquias fabricadas probablemente en China», y se preguntó si no sería mejor «sacar a la luz los episodios oscuros» de su vida «tras su rescate laborioso de Argel».
«¿Cuántos lectores del Quijote conocen las estrecheces y miseria que padeció (Cervantes), su denegada solicitud de emigrar a América, sus negocios fracasados, estancia en la cárcel sevillana por deudas, difícil acomodo en el barrio malfamado del Rastro de Valladolid con su esposa, hija, hermana y sobrina en 1605, año de la Primera Parte de su novela, en los márgenes más promiscuos y bajos de la sociedad?», se preguntaba el premio Cervantes.
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