El cómic, a la conquista de reinos y galaxias
El Salón de Barcelona abre su XXXIII edición con una completa mirada al cómic fantástico y la ciencia ficción
Se carcajea el Joker, una cascada de risas histéricas en rojo chillón, a las puertas de esa Fortaleza de la Maldad que conmemora sus 75 años de villanías, pero, por mucho que eso sea lo primero con lo que uno se topa en el recinto ferial de Montjuïc, el Salón del Cómic de Barcelona es una cosa bien seria.
Tanto es así que, por unas horas, un puñado de stormtroppers se han escapado del lado oscuro de la fuerza para escoltar un autobús turístico convenientemente tuneado y convertido en enlace virtual con la Star Wars Celebration de Anheim . Seriedad galáctica e imperial para abrir una cita que, con más de 36.000 metros cuadrados al servicio de la viñeta y sus ramificaciones, se presenta como el paraíso prometido para los amantes del género. Los datos, en este caso, también son de una seriedad abrumadora: 106.000 visitantes el año pasado para impulsar un poco más la vitalidad de un género que representa el 2,5% del negocio editorial.
A la espera de que el grueso de ese público desembarque a partir de hoy, el gigantesco recinto del salón era ayer un pausado ir y venir de expositores, madrugadores inquietos y actores disfrazados de Soldado Imperial, Jedi e incluso de discreto oficial de la Estrella de la Muerte. Ni rastro, en cambio de la Guardia Real o la Guardia de la Noche, c uerpos de élite ideados por George R. R. Martin que, a falta de encarnarse en figurantes, salpican las paredes de la monumental y compuestísima muestra que el salón dedica a la ciencia ficción y la fantasía heroica. Una planta entera con más de 400 originales dedicados a las aventuras espaciales de «Atari World» y «Star Riders», los universos mitológicos y y fantásticos de «Atlantis» y «Conan el Bárbaro» , la dimensión científica de «Los 4 fantásticos», el retrofuturismo de «Flash Gordon» y, claro, la épica desatada de «Juego de Tronos». Es ahí donde aparece, esquinado y rodeado de frases como «lo que esconde todo trono de hierro es el poder de distribuir la riqueza», el dibujo de un Pablo Iglesias entronizado que ilustra la cubierta del libro «Lecciones políticas de Juego de Tronos». A su lado, basta con doblar la esquina, una réplica del Trono de Hierro en la que el líder de Podemos no llegará a sentarse, pero que, quién sabe, quizá sí que reciba la visita de Tania Sánchez, quien ofrecerá en el salón una conferencia sobre las tan en boga conexiones políticas de la obra de Martin.
Con todo, el universo de «Cancíón de hielo y fuego», coloreado aquí por las extraordinarias ilustraciones de Enrique Corominas para las cubiertas de los libros, no es más que un microcosmos, un pequeño satélite, en un gigantesco universo de distopias, ucronias, pánicos nucleares, originales de «Dragon Blade» y «Piranesi: el Planeta Prisión» de Milo Manara y ventanas abiertas a otros tiempos y otras dimensiones -ilustración del más reciente «Dr. Who» incluida-. Una muestra que, por dimensiones -más allá de los cómics, la inmersión es total y se completa con charlas científicas y tenderetes informativos de la Agencia Europea Espacial y la Universidad Politécnica-, hace sombra a las demás, aunque no llega a eclipsarlas.
Así, en la travesía destacan, además de la sanguinolenta galería del crimen del Joker, tres series originales que Will Eisner realizó de «The Spirit» en 1947, 1948 y 1950, años de máximo esplendor de su justiciero enmascarado; un homenaje al Capitán América coincidiendo con su 75 aniversario; y el diálogo que se establece entre las desventuras de Anacleto en manos del inigualable Vázquez y la adaptación cinematográfica que protagonizan Imanol Arias y Quim Gutiérrez.
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