Altarriba: «No se denuncia lo suficiente la presión filoetarra en la Universidad vasca»

Su obra «Yo, asesino», realizada junto al dibujante Keko, recibió el premio de la Crítica en el pasado Festival de Angulema

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pablo martínez pita

Érase un profesor de arte de la Universidad vasca que se tomaba tan en serio sus tesis sobre la crueldad y el horror reflejados en la pintura occidental, que él mismo se convierte en un homicida (sobre todo de gente pedante), entendiendo sus crímenes como auténticas obras artísticas. Este viene a ser el argumento de «Yo, asesino» (Norma Editorial), la primera obra española que gana el Gran Premio ACBD de la Crítica en el Festival del Cómic de Angulema. Esto ocurrió el pasado mes de enero, y unos días después fue reconocido por la asociación de librerías especializadas Zona Cómic , como Mejor Cómic Nacional publicado en el 2014.

Su guionista es Antonio Altarriba, Premio Nacional del cómic 2010 por «El arte de volar» , y su dibujante Keko Godoy, que ha dotado a la historia de una inquietante atmósfera de penumbra de la que parece saltar la sangre, único elemento que aparece en color. Ambos autores nos cuentan todos los detalles que ha rodeado su magnífico trabajo.

-¿Cómo surgió en el argumento de Yo, asesino?

«Los asesinatos presentados como gesta heroica o compromiso ideológico son lo peores»

-Antonio Altarriba: Partí de la importancia que, en los últimos años, está cobrando la figura del asesino en serie en las ficciones que nos contamos. Situando el mal en personajes perturbados, quedamos al margen de toda culpa. Es como si nada tuviéramos que ver con la violencia, como si la pulsión asesina nos fuera ajena… Quería revisar esta figura y acercarla al lector. Para ello hice un asesino inteligente, con una vida cotidiana homologable a la de cualquiera. Y, como él reivindica el crimen gratuito, podía cuestionar el que justificamos por una causa o el que ocultamos como si fuera algo «natural». Los asesinatos presentados como gesta heroica, impartición de justicia, compromiso ideológico o religioso son los peores porque inmediatamente perdonados y hasta recompensados. Y peores aún son los que asumimos como consecuencia inevitable del desigual reparto de la riqueza.

Viñetas incómodas

-Todos tenemos ganas a veces de matar a alguien. En el cómic, varias de las víctimas son objeto del desprecio del protagonista... ¿El lector llega a sentir identificado?

-Antonio Altarriba: Más que identificado, el lector se siente incomodado. Precisamente porque comparte comportamientos y hasta ideas con el asesino. Nuestro protagonista no sólo se asume y hasta se reivindica como asesino. También nos acusa de serlo, en potencia ante circunstancias extremas o en situaciones favorables… Con buena conciencia, ignorando la responsabilidad que nos toca en el holocausto que sufre el mundo. Yo, asesino. ¿Y tú?

-¿Cómo surgió la colaboración entre ambos?

-Keko: Antonio Altarriba, al que apenas conocía de saludarnos en algún evento del cómic en el que habíamos coincidido, se puso en contacto conmigo porque tenía pensada una historia que, según sus propias palabras, sólo podía dibujar yo. En cuanto me explicó los detalles comprendí que no se iba a tratar de una secuela o una historia en la línea de «El arte de volar», pero que, no obstante, contenía también numerosos guiños autobiográficos. Conecté enseguida con la propuesta de Antonio, un thriller bastante negro en cuya atmósfera iba a sentirme cómodo desde el principio.

Violencia filoetarra

-El protagonista tiene rasgos semejantes a Altarriba, ya que trabaja en la Universidad del País Vasco. Supongo que la situación descrita en el cómic, de persecución académica contra todo lo que no tenga que ver con un nacionalismo radical, es bastante autobiográfica.

-Antonio Altarriba: Sí. He trabajado más de treinta años en la Universidad del País Vasco. Todo lo que cuento sobre la vida académica y sus miserias refleja una realidad apenas criticada en este país. Y, por supuesto, también la incidencia de las presiones independentistas y la violencia filoetarra obedecen a una realidad que no se ha denunciado lo suficiente.

-No hay un alegato a favor de la violencia, pero con una historia así, ¿cómo se evita?

«El mal anida en nosotros o, al menos, somos permeables a él»

-Antonio Altarriba: Precisamente el libro quiere ser un alegato contra la violencia. Pero no la vamos a combatir desde posiciones «buenistas» o con argumentos exculpadores. La violencia es una constante en la historia de la humanidad. Sólo podremos empezar a erradicarla, al menos a reducirla, cuando reconozcamos que el mal anida en nosotros o, al menos, somos permeables a él.

-¿Cómo se desarrolló el trabajo conjunto?

-Keko: Antonio iba escribiendo un guión de hierro, minuciosamente detallado y preciso tanto en la parte del texto como en el aspecto visual. Aún así, a medida que avanzábamos y yo me iba encontrando más suelto y haciendo cada vez más mía también esa historia, se produjo un intercambio fluido de propuestas que iban enriqueciendo nuestros respectivos cometidos.

Atmósfera opresiva

-¿Costó encontrar la atmósfera adecuada para las viñetas?

-Keko: Desde el primer momento tuvimos claro que esa atmósfera sería oscura y opresiva en muchos momentos de la trama, pero que alternaría en otros con con un tratamiento más ligero y, en cierto modo, cercano a la comedia. Encontrar cierto equilibrio entre esos ambientes fue, quizás, lo único que me presentó alguna complicación a la hora de dibujar.

-¿Qué supone el premio que recibisteis en Madrid por parte de las librerías especializadas?

-Antonio Altarriba: El premio de los libreros del sector es muy importante. El librero pone en contacto al autor con el lector. El hecho de que nos hayan premiado implica que ese contacto funciona y hasta resulta estimulante a partir de nuestro libro. ¡Qué mejor recompensa!

-¿Qué destacaría Altarriba del trabajo de Keko?

-Antonio Altarriba: Keko ha hecho una gran puesta en escena. Las críticas han destacado la calidad de su dibujo, la contundencia de los negros, la utilización de los rojos… Pero ha aportado otras muchas cosas, la composición de cada viñeta, su integración en la página y en la doble página, los matices estilísticos con los que trata cada asesinato, las iluminaciones de las diferentes escenas, la encarnadura de los personajes… Bueno, ha dado a la historia esa fuerza visual que atrapa al lector desde la primera página.

-Keko empezó trabajando en en revistas emblemáticas de cómic los años ochenta como «Metal Hurlant» o «Madriz». ¿Cómo está hoy el panorama en España?

-Keko: El hecho de que «Yo, asesino» se haya producido y publicado originalmente en Francia ya da una idea de lo difícil que nos resulta a los autores españoles encontrar una manera de ganarnos la vida publicando historietas en España, un país en el que abundan los grandes autores y en el que, lamentablemente, no existe una industria a la altura.

-¿Qué es «La madre manca», el nuevo proyecto de Altarriba? ¿De qué va y cómo van los trabajos?

-En «El arte de volar», cómic en el que cuento la vida de mi padre, la figura de mi madre quedaba en segundo plano y funcionaba como un estereotipo. Con el paso del tiempo me ha parecido que traté de manera injusta su figura. Mi madre fue mucho más que una mujer beata. Pasó por tantas vicisitudes o más que mi padre. Y perteneció a una generación de mujeres anónima, olvidada por la Historia y que, sin embargo, fueron pilar básico de una sociedad mísera, represiva, triste… Así que en «La madre manca» cuento su historia. El proyecto va muy adelantado y aparecerá en los primeros meses de 2016.

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