aula de cultura
«El charco dulce» y «Las lágrimas del vino», dos visiones de Jerez
Begoña García González-Gordon y Carmen Oteo retratan al bodeguero Manuel Domecq Zurita y a una sencilla jornalera
La escritora y periodista Begoña García González-Gordon (Jerez, 1955) y la abogada y escritora Carmen Oteo (Jerez, 1967) presentaron en el Aula de Cultura de ABC, que patrocinan la Real Maestranza y Renault, dos valientes libros de memorias que retratan desde dos ángulos muy diferentes el Jerez de la segunda mitad del siglo XX, a través, uno, del bodeguero Manuel Domecq Zurita, uno de los responsables de la expansión internacional de la legendaria bodega Domecq; y, otro, de una mujer sencilla y de pueblo, Carmen, hija de jornaleros, que apenas pudo ir al colegio y que sacó adelante con mucho esfuerzo a su familia, pasando hambre y penurias.
En este último libro, que arranca en la choza en la que nació en 1946 y en la que se recuerda que durante su infancia y su niñez tenía que dormir vestida y sin sábanas en la cama, porque sus padres no tenían dinero para comprarlas, Carmen va forjando su carácter alegre y su disposición a ayudar a los demás, no sólo a su familia, a la que saca adelante en durísimas circunstancias, sino a personas de su entorno que va conociendo y que también necesitan ayuda. «A veces no tenía nada en casa, pero siempre invitaba a comer lo poco que había a quien pasaba por allí y se lo pedía», comenta la autora, cautivada por la alegría de esta mujer que ahora tiene 68 años y que ha visto y vivido el avance que ha experimentado España durante el último medio siglo.
Multitud de anécdotas contó García González-Gordon sobre la génesis de este libro. Su valentía al contar, sin apenas omitir detalles, las principales experiencias de su vida, como sus poco placenteras relaciones sexuales con su marido, Lolo, un hombre que «nunca se cansaba y era «insaciable», según reconoció a la autora, hicieron decirle a una de sus sobrinas, tras leer uno de los pasajes de la obra: «Anda, pues yo creía que la caliente eras tú y que mi tío no hacía nada».
Otra mirada limpia, aunque muy distinta, es la que ofrece Carmen Oteo del bodeguero jerezano Manuel Domecq Zurita en «Las lágrimas del vino» (Renacimiento). Esta abogada, de una familia también de bodegueros jerezanos que ella denomina «la bien queda», ha reconstruido la vida del artífice de la expansión internacional de Domecq, en la que no siempre queda bien. «Ha sido muy valiente porque no ha querido ocultar nada, incluso cosas de él y de su familia muy dolorosas. Yo no me hubiera expuesto tanto», dijo anoche Ateo, que destacó que el esplendor y la decadencia de los vinos Domecq corre paralela al esplendor y la decadencia de Jerez. «Hace falta una novela que cuente el mundo del vino en Jerez desde la segunda mitad del XIX hasta la segunda mitad del siglo XX», dijo.