Yasmina Khadra: «He visto cosas peores que las matanzas del Estado Islámico»

Coronel del ejército argelino y escritor, publica la novela «A qué esperan los monos...»

Yasmina Khadra: «He visto cosas peores que las matanzas del Estado Islámico» ernesto agudo

manuel de la fuente

Se ganó la vida luchando contra el Mal (el terror del Frente Islámico de Salvación). Se dejó su sangre (y la de sus compañeros y camaradas: demasiados), su sudor (a raudales siempre en su tierra argelina) y sus lágrimas (más de las soportables) al otro lado de la condición humana. Escribe novelas, pero eso no es ningún mérito. Él lo hace en Argelia poniendo el dedo en las llagas de su martirizado país. Se llama Mohamed Moulesseloul pero prefiere firmar con el nombre de Yasmina Khadra. Presenta ahora su nueva y desoladora novela, «A qué esperan los monos» (Alianza Editorial).

¿Existe una literatura del Magreb? «La palabra magrebí no significa nada -ataja el escritor-. No puede haber literatura magrebí porque no hay tradición: nuestros escritores creen que deben gustar a los occidentales y no saben cómo hacerlo. No son naturales ni espontáneos, y para mí, la literatura es un don». Moulesseloul asegura haber recibido muchas influencias literarias «pero eso no es importante, el verdadero escritor da igual de dónde sea, dónde escriba, dónde viva, porque la literatura es el lenguaje de la Humanidad». En cuanto a qué fue antes, el escritor o el soldado, sentencia: «Soy militar desde los nueve años, cuando llegué al cuartel, pero antes ya había nacido el escritor. No olvide que yo provengo de una tribu de poetas. Llevo seis siglos de poesía en mis genes. El destino me hizo soldado, pero el poeta se rebeló contra ello».

Asegura que los suyo no es novela negra y que lo que más le preocupa literariamente es «el uso de la lengua. Primero, construyo el libro en mi cabeza, y luego, con mucho cuidado, en cada palabra, en cada sílaba, lo llevo al papel, siempre con la lengua como eje». Por muy extraño que parezca, decidió adoptar como seudónimo el nombre de una mujer. «Por amor, por su respeto, en gratitud a ella, y para subrayar la importancia de la mujer en la sociedad: nunca fui tan hombre hasta que empecé a usar el seudónimo», afirma este autor que lleva bien la fama en Argelia. «Me veneran... menos los periodistas y los colegas, que me odian. La gente no me odia. Muchos hombres están celosos porque sus mujeres me prefieren a mí».

Supongo que el Ejército Islámico le horripila... «He visto cosas peores». ¿Las que refleja en novelas como ésta? «Mucho peores. En un libro solo se puede vislumbrar el odio. Pero es mejor que esté en un libro que en la calle». Y se muestra optimista sobre el futuro. «Quiero creer en la esperanza y en que la verdad triunfe sobre el mal». ¿Uno se acostumbra a vivir en el infierno? «No tiene derecho a preguntarme eso -espeta-. He estado años y años luchando contra el Mal, me han robado a mis mejores amigos, han puesto precio a mi cabeza, boicotearon mi canddidatura presidencial...» Y desliza argumentos sobre por qué parte (y no pequeña) del Islam se ha pasado al terrorismo. «Ustedes no nos hacen ni caso. Ustedes, los occidentales, se creen muy listos, los poseedores de la verdad absoluta, son los más “listos”. Se pegan ustedes mismos contra la pared». ¿Tan diferentes somos? «Nosotros no los vemos como extranjeros, sino como la prolongación de nuestra identidad. Guardamos hacia los occidentales una mirada fraternal, es Occidente quien tiene que crecer. Sí, hay odio, por eso crece el terrorismo. Les abrimos los brazos y nos escupen a la cara... Nuestra hospitalidad es legendaria, nosotros no despreciamos al extranjero, porque es un enviado de Dios».

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