Juan Villoro: «En tiempos de realidad virtual llevamos una existencia espectral»

El escritor mexicano celebra el valor de lo «infraordinario» en el libro de relatos «¿Hay vida en la Tierra?»

Juan Villoro: «En tiempos de realidad virtual llevamos una existencia espectral» efe

david morán

La vida, ya lo cantaba Rubén Blades, está llena de sorpresas. El problema, añade Juan Villoro (Ciudad de México, 1956), es que no siempre les prestamos la atención que deberíamos. «El año pasado, durante un viaje a Corea del Sur, descubrí un campo para jóvenes que estaban siendo reeducados. Se habían sobrexpuesto de tal manera a las nuevas tecnologías que se habían convertido en autistas digitales; les tenían que enseñar a, por ejemplo, untar una tostada», explica.

El ejemplo, es cierto, resulta un tanto extremo y excesivo, pero al autor de «Dios es redondo» y «El testigo» le sirve como cuña para adentrarse en «¿Hay vida en la Tierra?» (Anagrama), colección de relatos con la que ahonda en lo extraordinario de lo cotidiano y reivindica el valor de lo «infraordinario». «También nosotros nos hemos convertido en autistas respecto a nuestra propia vida -apunta Villoro-. En tiempos de realidad virtual llevamos una existencia espectral. Estamos tanto tiempo abismados frente al teléfono y el ordenador que la vida se ha vuelto cada vez más distante».

Ante este panorama, Villoro se presenta como un «contrabandista de historias» que esperan ser «liberadas» y rescata un centenar de crónicas y textos periodísticos cuyo objetivo no es otro que airear «irritaciones cotidianas» y demostrar que, con los años, «una anécdota se puede convertir en algo realmente importante». Ahí está, por ejemplo, la cena que compartió con Kenzaburo Oé y en la que el Nobel japonés explicó que su madre, apasionada seguidora de Rabindranath Tagore , considerada que su hijo escribía «basuritas». O ese viaje en un avión de hélices en el que una familia de presuntos narcos le confundió con un sacerdote y que le sirve ahora para proclamar que el «el malentendido es uno principales recursos de la escritura».

Tentación y necesidad

Las dos historias, recogidas en «¿Hay vida en la Tierra?», ejemplifican a la perfección eso que el que autor califica de «periodismo de tentación» y, que, asegura, «como no es lo más urgente se considera prescindible». «La vida es más rica de lo que pensamos y nosotros somos más raros de lo que creemos», asegura un Villoro que celebra y secunda esa tradición de cronistas que, como Pla, Camba, Cunqueiro y Gómez de la Serna, «perfeccionaron el difícil arte de vender lechugas por su aspecto». «El gran desafío del periodismo de tentación consiste en mejorar las debilidades de los lectores», sostiene Villoro, para quien «¿Hay vida en la tierra?» no es sino una manera de encapsular un «retrato íntimo de lo que ocurre».

Da igual que lo que ocurra sea la tos, la puntualidad, la comida rápida como «derrota social» o esa colonización digital que lo ha cambiado todo, incluido el concepto mismo de intimidad. «Muchos relatos tienen que ver con todos esos cacharros que han cambiado nuestros usos y costumbres. Ahora la gente se ofende si le dejas de seguir en Twitter o se enamora a través de Internet», explica. Con todo, añade, la tecnología no tan moderna como nos gusta pensar. «Al final, Internet es una gran hoguera virtual que recupera la posibilidad del relato tribal, igual que Twitter renueva el aforismo », asegura.

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