FERNANDO QUIÑONES

El legado de Fernando Quiñones

Este 17 de noviembre se cumplían 25 años del fallecimiento de Fernando Quiñones que dejó profunda huella y un gran legado cultural en Cádiz que sigue buscando su reconocimiento

Macarena García

Cádiz

Cuando han pasado 25 años desde su muerte, la figura de Fernando Quiñones perdura en Cádiz. Su estatua, cerca del acceso al puente Canal recuerda el amor que siempre demostró por la ciudad de Cádiz. Amante del flamenco, del Carnaval, del que llegó a ser pregonero, del cine, y de las distintas manifestaciones artísticas, dejó un gran legado que perdura hasta nuestros días.

Fernando Quiñones es uno de los imprescindibles de la Generación del 50. Blanca Flores, presidenta de la Asociación de Amigos de Fernando Quiñones retrata su figura como « representativo de su generación y como renovador de la novela contemporánea». Además, una de las características más definitorias de su obra es que «representa el habla andaluza de una manera real, tanto en un registro culto como en un registro popular».

Autor autodidacta

Quiñones nació en Chiclana el 2 de marzo de 1930. Su madre falleció por unas fiebres después del parto lo que llevó a su padre, que era médico, a instalarse en Cádiz con su hijo, que fue criado por su abuela y sus tías. Estudió en el colegio San Felipe Neri y a los 15 años comenzó a trabajar en el muelle. Con su mente preclara, sus conocimientos y sus lecturas, fue alimentando sus inquietudes y, en una época de grupos culturales emergentes, lideró el de Cádiz. En una época en la que los recursos para la difusión eran escasos, supo moverse muy bien para construir su legado.

Se relacionó con otros escritores a través de las revistas literarias. En 1948 creó El Parnaso que aguantó hasta febrero de 1950. Siguió con Platero y colaboró en distintas publicaciones. También viajó a Madrid con Carlos Edmundo de Ory y Caballero Bonald, donde trabajó en la revista Reader's Digest.

Abandona la revista por su interés por dedicarse por completo a la literatura. Viajes, conferencias, cursos y escribir pasan a ser sus dedicaciones. De hecho, recorrió toda la provincia y parte de la geografía andaluza haciendo recitales y presentaciones de sus libros. Buscó llegar a todos los rincones.

Resulta imposible resumir una bibliografía como la de Fernando Quiñones en tan solo unas palabras. Cultivó todos los géneros: novela, poesía, ensayo y hasta teatro, haciendo gala de ser un extraordinario narrador. Quizás, sus dos obras más conocidas sean aquellas que le llevaron a ser finalista del Premio Planeta en dos ocasiones: Las mil y una noches de Hortensia Romero (1979) y La Canción del Pirata (1983), ambas con Cádiz integrada en la historia.

Los regalos a Cádiz

Quiñones estuvo muy implicado en la vida de la ciudad. Se relacionaba con la misma facilidad con las autoridades y con el pueblo llano. Además de utilizar Cádiz de forma recurrente como escenario para sus obras, tenía un gran compromiso. «Defendió que se mantuviera la universidad en la ciudad. Se preocupó de que se restaurase el balneario de la Caleta, porque era símbolo del modernismo en la ciudad», cuenta Blanca Flores que añade que el autor «tenía compromiso con la ciudad y con el mantenimiento de su arquitectura y mejora de sus infraestructuras».

Quizás uno de los grandes regalos que Fernando Quiñones ha dejado en Cádiz es el festival Alcances, una cita que ahora está dedicada al cine documental, pero que originalmente surgió con un carácter multidisciplinar y pintura, música clásica, flamenco, cine y literatura tuvieron cabida en los inicios del festival.

Otra de las cosas que Cádiz le debe a Fernando Quiñones es su trabajo por el flamenco que le llevó, incluso, a participar en la fundación de la Peña Flamenca Enrique el Mellizo, que surge en el seno del grupo Marejada en el que participó y que animó la vida cultural en la capital gaditana desde el año 1971 cuando se fundó.

El Carnaval también formó parte de sus intereses. De hecho, fue pregonero de la fiesta grande en 1980. Las crónicas destacan el sentido del humor que derrochó en la plaza de San Antonio, a donde llegó montado en un coche tirado por caballos que había cedido la firma Williams & Humbert y vestido de senador romano con una corona hecha de mojarras. También llegó a escribir la letra del coro Atlántica, de 1993. Aunque, tal y como cuentan los conocedores, Quiñones adoraba la ironía y el doble sentido de la fiesta, pero rechazaba lo que consideraba un exceso de apoyo público al Carnaval.

Tras su fallecimiento, se le dedicaron las primeras letras carnavaleras. En 1999, El Circo de Joaquín Quiñones, Los Musiquita de Tino Tovar, Cantando Bajito de Luis Ripoll y Los Templarios de Martínez Ares, llevaban en su repertorio letras dedicadas a la figura de Fernando Quiñones en reconocimiento de su trabajo y su amor por Cádiz.

Se cuenta, que en un paseo con su mujer Nadie junto al mar, le dijo «Nadia, quiero hacerte un regalo: te regalo Cádiz». A Nadia le regaló Cádiz y a Cádiz le regaló sus obras y su trabajo por el crecimiento cultural de la ciudad.

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