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Josué Bonnín de Góngora: «Andalucía me inspira porque es una tierra con una gran fuerza telúrica»
El pianista y compositor, un habitual del festival Wakana Reunión que se celebra en el Parque de Los Alcornocales está presentando su colosal obra 'Suite a un pueblo andaluz'
Josué Bonnín: «Mi intención con la música es tender puentes y elevar un poquito eso que llamamos espíritu»
Josué Bonnín de Góngora, compositor nacido en Madrid en 1970, no esconde su ascendencia sefardí. El suyo es uno de esos apellidos considerados «malditos» que se remontan a los tiempos en que España fue hogar de algunas de las comunidades judías más prolíficas de Europa y que durante siglos generaron grandes médicos, poetas, filósofos, matemáticos, historiadores y músicos.
Bonnín de Góngora ha enraizado en Andalucía, una tierra por la que profesa una sentida y sincera admiración y a la que ha dedicado piezas como las 'Lejanías de Vélez', el 'Poema al Parque de María Luisa' o la 'Fantasía jienense', amén de su análisis y estudio crítico de 'Poeta en Nueva York' de Lorca. «Andalucía me inspira porque tiene una fuerza telúrica innegable», asegura para después explicar su estrecha relación con Cádiz, una provincia que visita con asiduidad.
Hombre de una exquisita educación, reflexivo, honesto, viajero ligero de prejuicios y en constante búsqueda de lo transcendente, el compositor es un alma permeable a las ciudades, paisajes y personas con las que interactúa. Vive a caballo entre la Costa del Sol y la Toscana (donde se retira en ocasiones para componer) pero con casi un millar de recitales y conciertos a sus espaldas, el músico ha recorrido desde Alemania, Francia o Reino Unido hasta ciudades allende del océano Atlántico.
En estos días, está componiendo su segundo trío para piano y violonchelo, que lo interpretarán Ambrosio Valero (piano) y los hermanos Alberto y Pablo Martos (violonchelo y violín) que se estrenará en la Gran Academia de Bellas Artes. Por si fuera poco, encara un ciclo de tres conciertos en el Auditorio 'Casa del Reloj' de Madrid donde interpretará obras de su repertorio como 'Evocación', 'Cuentos del Retiro', 'Grace' (dedicada a la memoria de la malograda Princesa de Mónaco) y algunos movimientos de la poderosa 'Suite a un pueblo andaluz' (antes 'Suite Benalmádena').
Un pueblo andaluz
Para Bonnín de Góngora la composición es compleja porque «tiene mucho de intuitivo, psicológico, lírico y, sobre todo, de formal». Y es que la música del maestro se caracteriza por su búsqueda de trascendencia de lo terrenal y para invitar al oyente a un viaje al mundo espiritual. «No puedes escribir como tú quieras porque las obras tiran de sí mismas».
El pianista reconoce que su última obra, a la que le ha dedicado cuatro años de trabajo, «es larga y difícil». La 'Suite a un pueblo andaluz' consta de 14 movimientos y cada uno de ellos trata de reflejar el aspecto poético, la subjetividad, de los pueblos andaluces que el pianista evoca dibujando sonoramente.
En ocasiones como en 'La Plazoleta' es «la intimidad de las pequeñas plazas» lo que captura la composición. Otras veces es un melancólico vacío lo que sacude la sensibilidad del músico para alumbrar las segundas 'Tristezas de Andalucía', el movimiento más «profundamente» lírico y complejo de toda la obra.
El maestro confiesa que esta obra es producto de una tierra se ha impregnado en su piel y que habita en su corazón. «Cuando se vive en Andalucía no puedes parar de componer cosas para Andalucía porque tiene una enorme riqueza poética y lírica. Posee una exuberancia que unas veces es buena y otra veces no tan buena –que también es interesante–», apostilla. Así, los ecos de la muerte resuenan cortantes en 'Viento y misterio', una pieza de una «exigencia y dureza extremas» escrita en la tonalidad de Mi bemol menor.
Para interpretar esta obra tan compleja técnicamente, Bonnín de Góngora cuenta con Elena Esteban Muñoz que será la que finalmente grabará la Suite con el sello Naxos. «Es una pianista que es profesora del Conservatorio Superior de Madrid y es magnífica. Me convenció por su interés y porque además es española. He trabajado con pianistas extranjeros técnicamente impolutos pero para esta interpretación en concreto se necesita además el sentimiento». Y continúa con un ejemplo muy visual: «el movimiento de las manos del flamenco no es igual si lo realiza un jerezano que un ruso, aunque sea idéntico. Elena tendrá que dedicar muchos meses al estudio de la partitura pero confío en ella plenamente porque ya hemos trabajado juntos en la 'Suite Formentor', que compuse en Mallorca, y la 'Suite Venanti'».
La nueva Suite es una obra universal pero destila gestos españoles y esencia andaluza. El oyente puede percibir la blanca claridad de un pueblo de la Sierra de Cádiz, embriagarse con el vacío y la quietud de un páramo en la campiña y dejarse seducir por los quiebros de una gitana o la resuelta coquetería de una mujer. 'La flor prendida' es un pequeño movimiento, una pincelada, «donde me inspiro en la preciosa costumbre de las mujeres de ponerse una flor en el pelo para las ferias. Estas tradiciones nunca deben perderse aunque vivamos en un mundo frenético que en ocasiones es una trituradora de realismo barato», reflexiona.
La delicada belleza y el misterio orbitan plácidas sobre 'Claro de Luna', un movimiento «sin violencias tonales ni acordales» que contrasta con una saeta que se clava en 'Paso de Semana Santa', una pieza donde el piano se desdobla en cuatro planos con una voz que canta sobre una fuerza telúrica que es la muerte.
Y es que al escuchar los acordes de 'Calle Real' inmediatamente se reconoce la frenética actividad de los comerciantes y vecinos que recorren atareados la arteria principal de ningún pueblo en general y de todos en particular porque 'Suite a un pueblo andaluz' es Cádiz, es Málaga, es Córdoba, Sevilla, Granada, Huelva, Jaén y Almería porque toda la obra está impregnada por la cultura, la naturaleza y el carácter de una vasta región cuna de innumerables civilizaciones.