El patrimonio religioso de España y Francia, en ruinas
Según sendos informes, unos 400 edificios patrios y unas 500 iglesias galas están en penoso estado de conservación

El Senado, Cámara Alta del Parlamento francés, confirma y denuncia la degradación amenazante del patrimonio religioso nacional, con más de 5.000 iglesias «en penoso estado de conservación». Hace dos años, el Observatorio del Patrimonio Religioso (OPR) publicó un informe oficial, afirmando que 500 ... iglesias corren riesgos físicos graves y que otras 5.000 están lamentablemente conservadas. La primera denuncia del OPR no tuvo respuesta oficial de ningún tipo. La inconclusa crisis sanitaria del Covid-19 agravó el problema.
Dos años más tarde, el Senado publica su propio informe, confirmando las cifras del OPR, y lanzando un nuevo llamamiento público: «Es urgente comenzar una gran operación nacional. Primero, un inventario. A continuación, medidas urgentes. Si tardamos en tomar conciencia y actuar, buena parte de nuestro patrimonio religioso, muchas iglesias, están condenadas a desaparecer entre la indiferencia general».
En Francia (67,8 millones de habitantes) existen 34.955 comunas, municipios, pueblos, pequeños o muy pequeños en su inmensa mayoría, que tienen 100.000 lugares de culto, entre los que destacan unas 45.000 iglesias. El Estado es el gestor económico de buena parte de ese patrimonio, acosado por colosales problemas presupuestarios.
En París, fue necesario recurrir a la beneficencia y las donaciones internacionales, para poder comenzar los trabajos de mantenimiento de grandes iglesias célebres, como Saint-Germain-des-Prés, Saint-Eustache o Saint-Sulpice. La reconstrucción de Notre Dame, símbolo nacional, ha necesitado de muy importantes donaciones privadas.

En la Francia profunda, los alcaldes de los pequeños pueblos no tienen los recursos financieros mínimos para proceder al mantenimiento o renovación de millares de iglesias. La despoblación rural, la tragedia inmensa del suicidio de los agricultores (un campesino francés se suicida cada tres días) y las crisis económicas, sociales y sanitarias han agravado el problema de fondo del patrimonio religioso, rural en bastante medida. Muchas iglesias han sido cerradas, sin párroco ni parroquianos, y muchos sacerdotes están obligados a ofrecer sus servicios en varios pueblos, simultáneamente.
Francia vive hoy la degradación de su patrimonio religioso, caído de hinojos en una tela de araña de problemas trabados de manera aparentemente insoluble. La Iglesia no es propietaria de muy buena parte del patrimonio amenazado. Los ingresos económicos eclesiásticos, por otra parte, serían harto insuficientes para afrontar colosales problemas de fondo. El Estado, propietario de la gran mayoría de las iglesias y lugares de culto amenazados, no tiene identificados todos los problemas; ni tiene dinero, tampoco, para acometer reformas indispensables, a corto plazo. La degradación de las finanzas públicas, más deuda, más déficit, más gastos urgentes (crisis económica, crisis sanitaria), también impide tomar decisiones inmediatas.
Ante tal situación, con menos vocaciones religiosas y menos católicos practicantes, muchos municipios se han visto forzados a cerrar e intentar vender, en muchos casos, modestas iglesias milenarias. Encontrar ‘clientes’ para comprar iglesias medievales o renacentistas no es tarea fácil. ¿Qué negocio o actividad, mercantil o privada puede instalarse en una iglesia abandonada, incluso a bajo precio? En los casos menos gloriosos, muchos templos han sido saqueados, antes de ser okupados. En ambos casos, los antiguos lugares de culto han sido profanados con pintadas obscenas y basuras jamás recogidas.
Hispania Nostra: su lista roja
En nuestro país, Hispania Nostra también publicaba días atrás un informe con datos preocupantes acerca de nuestro patrimonio religioso. La asociación daba a conocer que cerca de 400 monumentos religiosos aparecen en su Lista Roja, lo que significa que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores.
Se trata de monasterios, ermitas, cenobios, iglesias y hospitales que han quedado abandonados y muchos de ellos, arrasados, vandalizados y saqueados además. «Lo que antes eran unos monumentos que albergaban valiosas bibliotecas y obras de arte sacro, quedaban reducidos a un montón de escombros. Muchas veces, las piedras y las vigas de madera de esos conventos se arrancaron para construir casas, cercados o incluso plazas de toros, mientras que las más valiosas y elaboradas (capiteles, columnas y hasta claustros enteros) eran vendidas, en ocasiones a compradores extranjeros», denuncia Hispania Nostra.
La asociación apunta diversos factores como responsables, en mayor o menor medida, de la pérdida irreparable de estos edificios: «En ocasiones fue la Guerra de la Independencia contra Napoleón. Después vinieron la letal Desamortización de Mendizábal (1836-1837) y la Guerra Civil (1936-1939). Y, en otros muchos casos, la desidia, la mala gestión o la falta de vocaciones, agudizada tras el Concilio Vaticano II (1962-1965)».
En el informe aparecen destacados casos graves, como los del convento de San Antonio de Padua en Garrovillas de Alconétar (Cáceres), víctima de calamidades, expolios y vandalismo, o el Santuario de la Virgen de Gracia (La Fresneda, Teruel), uno de los últimos en incorporarse a la Lista Roja, y del que ya solo quedan en pie las paredes y los suelos.
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