El día de la marmota de la lucha contra la piratería
Cedro rastrea 24 horas al día los libros y revistas que se comparten de manera ilegal en redes sociales
La falta de colaboración de las plataformas y las lagunas legales dificultan la persecución de los piratas
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Primero fueron las fotocopias; esos tochos que los estudiantes siguen moviendo en los ámbitos académicos para ahorrarse unos pocos euros, los que no cobran los autores y editoriales que publican los libros. Era antes de que explotara internet, cuando la piratería alcanzó una dimensión desmedida: ... servicios de intercambio de ficheros como Napster, las páginas de descarga directa, las webs de enlaces y, ahora, el más difícil todavía: la distribución ilegal de libros y periódicos a través de las redes sociales y los servicios de mensajería. Un mensaje de Whatsapp y uno tiene en su teléfono móvil el último bestseller de moda, o todos los periódicos del día.
Así es como el sector editorial, el que tiene más peso en la industria cultural, deja de ingresar cada año 822 millones de euros, el 36 por ciento del perjuicio total que sufre el sector por la piratería. Serían más si no fuera por la labor de asociaciones como Cedro, responsable de la gestión colectiva de los derechos de autor de los autores y editores de libros, revistas, periódicos y partituras. Y encargada también de luchar contra la piratería. El avance de las redes sociales –Facebook, Twitter, Whatsapp, Telegram...– como nueva herramienta de difusión les llevó en julio de 2021 a poner en marcha un departamento específico para frenar la sangría.
Al frente de este equipo está Lucía Pastor: «Trabajamos con tres fuentes. Primero, con tecnología, con una araña que rastrea 24 horas al día las redes sociales y nos da la información de las obras que se están compartiendo de manera ilícita: nos permite identificar el DNI del hecho pirata, nos dice qué obra es y dónde está. La segunda fuente son las denuncias puntuales que hacen los ciudadanos. La tercera son la búsquedas propias que hacemos». Este trabajo, en el año 2022, se tradujo en más de 5 millones de enlaces ilegales localizados, de los que notificaron 2,8 millones, para la supresión final de 1,8 millones. Cedro identificó 1.585 grupos o canales que se dedican a compartir contenidos pirateados y consiguió cerrar 1.303 de ellos.
Es el dinero que el sector editorial deja de ingresar cada año por la piratería
¿Por qué se quedan tantos contenidos por el camino? Básicamente, porque las plataformas no son proactivas, son reactivas. «Tú me denuncias, yo elimino». Y no siempre es así. Las denuncias muchas veces se quedan sin respuesta. «En el caso favorable, Whatsapp lo que hace es eliminar el post que tiene la obra pirata, pero no cierra el grupo. Telegram cierra el grupo, pero no impide que el mismo administrador vuelva a abrir el mismo horas más tarde, con la misma finalidad de compartir el contenido en línea. Facebook también cierra el grupo, como Instagram. Twitter se está usando para comunicar enlaces donde luego se pueden conseguir contenidos piratas, y lo que hace es eliminar los posts. Linkedin de momento no nos está ayudando mucho...».
Cedro centra sus esfuerzos en estas redes sociales porque son las que están creciendo como ventana de acceso a los contenidos pirateados, según refleja el último Observatorio de la piratería y hábitos culturales de contenidos digitales. Facebook era en 2021 la más utilizada y Telegram, que supera a Whatsapp, fue la que más aumentó su uso. El problema para el sector editorial es que las copias piratas de sus productos pesan muy poco, con lo que se pueden difundir con facilidad en las comunidades, ya sean canales piratas o el grupo de padres del colegio donde se rebota la última novela de éxito.
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«Las redes sociales sí tienen algunas herramientas para el audiovisual, pero para la obra escrita no –dicen en Cedro– Se van dando pasos para facilitar la piratería y no ponen medios para evitarla». Al contrario, estos grupos, a medida que la tecnología lo permite, van ampliando el número máximo de miembros y el peso de los archivos que pueden manejar. A esto se añade que, hasta ahora, ninguna plataforma ha accedido a implantar sistemas tecnológicos que les permitan eliminar en tiempo real los contenidos ilícitos. «Todo el mundo tiene asumido que con el fútbol hay que actuar muy rápido, durante los 90 minutos que dura el partido. Pues aquí pasa lo mismo. Los periódicos tienen una vida útil de horas; o hay una forma de reacción inmediata o... Con los libros, como se vio con el de Pedro Sánchez y ahora con el del Príncipe Harry, se cargan su distribución comercial», señala Javier Díaz de Olarte, director jurídico de Cedro.
«Se van dando pasos para facilitar la piratería y las plataformas no ponen medios para evitarla»
La respuesta actual es lenta. Cuando no hay colaboración de las plataformas, lleva semanas, o incluso meses. «Si no retiran los contenidos, lo que hacemos es acudir a la vía administrativa. Vamos a la Sección Segunda de la Comisión Nacional de Propiedad Intelectual del Ministerio de Cultura o. En algunos casos, recurrimos a la vía judicial», explica Díaz de Olarte. Pero esto lo retrasa todo más. Cuando las infracciones se producen en las redes sociales, la vía administrativa-judicial es más complicada. «Las normas que tenemos responden a una realidad tecnológica de hace diez años. Quedan zonas grises. Se dice que la ley va siempre detrás de la realidad... en ocasiones, sí es así», lamenta Cedro. La reforma de la ley de Propiedad Intelectual de finales de 2021 evitó entrar a fondo en esta cuestión.
«La directiva europea era muy general, y la regulación española no cambió casi nada. Aunque por lo menos hemos pasado de que la responsabilidad de los contenidos ilegales sea de las plataformas, y no de los usuarios, como pasaba antes», explica Díaz de Olarte. ¿Por qué no se va más allá? ¿Tanto poder de lobby tienen estas empresas? «Lo ideal sería que se concretara más la forma de actuar; es decir, plazos para resolver las infracciones y retirar los contenidos, y evitar que se vuelvan a subir esos mismos contenidos o que se reabran los grupos».
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El resultado de esta falta de concreción legal y la poca colaboración de las plataformas, la lucha contra la piratería es el día de la marmota. «Cuelgan el periódico de hoy y, con suerte, lo retiran por la tarde. Pero lo vuelven a subir al día siguiente. O, como ya se han acostumbrado a que se cierren los grupos, siempre avisan de cuál será el siguiente. Nosotros vamos detrás de ellos, pero ellos también se preparan. Es el día de la marmota», lamentan en Cedro. «Los piratas usan tecnología y nosotros usamos también tecnología para evitarla, pero lo más importante es la prevención. Y eso se hace con educación y sensibilización para que se respete a la cultura».
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