iluminaciones
'El último refugio', la mano fatal del destino
'El último refugio' (1941) de Raoul Walsh es una obra maestra del cine negro con Humphrey Bogart en el papel que le catapultó a mito

Raoul Walsh fue un artesano del cine. Artesano porque dejó su sello en más de un centenar de películas desde su primer corto en 1913 hasta ‘Una trompeta lejana’, su última película en 1964. Medio siglo de carrera en el que aprendió a dominar ... el lenguaje del séptimo arte y los trucos del oficio. No resulta exagerado afirmar que Walsh dirigió media docena de obras maestras, entre las que cabe destacar ‘El último refugio’, producida por la Warner y estrenada en 1941.
‘El último refugio’ es el filme que catapultó la carrera de Humphrey Bogart, que hace el papel de Roy Earle, un gánster que sale de la cárcel y que quiere iniciar una nueva vida. Rechazado por la sociedad y sin posibilidades de redención, no le queda otra opción que volver a trabajar con Big Mac, su antiguo jefe, que le ofrece atracar un hotel. Junto a él, brilla el talento de Ida Lupino, una mujer que se enamora de Earle y decide acompañarle en una aventura que sólo puede acabar mal.
La película de Walsh es puro cine negro, narrado con una economía de medios que funciona como un cronómetro donde todo está medido al servicio de la trama. Y es también una historia de un amor desesperado y romántico: el que siente María por Earle. Pero el gánster está loco por otra chica, Velma, una joven que resulta ser frívola y desleal.
Tragedia griega
‘El último refugio’ es mucho más que un ‘film noir’, es, sobre todo, una profunda reflexión sobre la mano fatal del destino y sobre la condición humana. El personaje de Earle es el trasunto del Ulises homérico que huye tras un atraco fallido de una persecución policial en la que todo le sale mal. Sólo María permanece fiel en esa fuga hacia la muerte.
Los últimos diez minutos de la película son de una intensidad sobrecogedora cuando Earle se refugia en las montañas de una sierra abrupta, acorralado por la Policía. Escribe una nota para exculpar a María del atraco, pero el viento se la lleva. Un final digno de una tragedia griega, en la que los dioses se vuelven contra el héroe que lucha por cambiar el destino.
La carrera de Bogart experimentaría un salto después de este filme y, más concretamente, en ‘El sueño eterno’, ‘El tesoro de Sierra Madre’ y ‘Tener y no tener’, tres clásicos que le elevarían a la categoría de mito. Pero tal vez el actor nunca superó las cotas expresivas de esta obra de Walsh, en la que el director tiñe su pelo de canas y le envejece para da credibilidad al personaje, que es un tipo con un sentido obsesivo del honor y de la lealtad que le lleva a su perdición.
Walsh había nacido en California en 1880 y su familia era de origen irlandés como la de John Ford. Pasó su infancia en Nueva York y pronto mostró inclinación por el teatro. De hecho, actuó en algunas películas mudas hasta que en 1914 comenzó a trabajar como ayudante deD. W. Griffith. Dos años después, la Fox le contrató como director. No tardó en consolidarse como una estrella prometedora de Hollywood con películas como ‘El ladrón de Bagdad’, estrenada en 1924 con Douglas Fairbanks como protagonista.
Las obras de Walsh no desmerecen las de un Ford o un Hawks
Se definía como «un viejo borracho y medio ciego» porque había perdido un ojo tras un accidente, pero era un perfeccionista cuyas obras no desmerecen la trayectoria de un Ford o un Hawks. Walsh era muy aficionado al arte y la pintura, lo que se nota en todos sus trabajos, especialmente en ‘El último refugio’, donde saca partido a la naturaleza, que aparece como una vía de escape a la maldad humana.
Hay al comienzo del filme una memorable escena en la que Earle sale de la cárcel y se dirige a un parque para ver los árboles y el cielo. Luego se dirige a la finca en el campo donde ha pasado la infancia. Pero tiene que huir porque es reconocido por un viejo granjero. El intento de evadirse de un pasado opresor es el hilo que guía la acción de esta película, basada en una novela de W. R. Burnett y narrada con un ritmo que atrapa al espectador.
Por ponerle un reparo, el ‘casting’ tiene un fallo importante, que es la elección de Joan Leslie como Velma, una decisión poco afortunada porque resulta incomprensible para el espectador que Bogart se decante por ella frente a una deslumbrante y compleja Ida Lupino.
En cualquier caso, ‘El último refugio’ es una película memorable, de una intensidad dramática inconmensurable, con un Bogart inspirado y un Walsh que dirige con mano experta un filme que no deja indiferente a nadie.
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