libros
'Rue de l'Odéon', la casa de los amigos de los libros
ENSAYO
Historia de una calle, una librería y su librera, por la que se pasean Valéry, Paul Claudel, Rilke...
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«La Maison des Amis des Livres. Una tienda, un pequeño establecimiento, una barraca de feria, un templo, un iglú, los bastidores de un teatro, un museo de cera y de sueños, un salón de lectura y, a veces, simple y llanamente una librería con ... libros para vender o prestar y devolver y clientes, los amigos de los libros... Y para leerlos». Así describe Jacques Prevert una librería que fue un monumento a la literatura, creada y regentada por Adrienne Monnier (1892-1955): Librera porque amaba los libros; escritora, porque supo describir una época en la que la literatura se vivía cada hora del día; editora, pues se preocupó de publicar aquello en lo que creía y a los que consideraba raros, curiosos y gente excepcional en la época de los banquetes literarios y bibliófila, dedicación que sumaba y resumía a todas las demás.
Ese lugar en el que un libro era el centro del laberinto, un autor (hombres y mujeres, y éstas en tiempos bien complicados para acceder al Olimpo literario) alguien venerado, respetado y admirado. Como escritora valgan estas palabras de Sain-John Perse: «Escribió con naturalidad, como se escribía antes en Francia, con ese lenguaje en el que la formación humana prevalece sobre la condición académica». En el número 7 de la rue de l'Odéon, a un paso de la no menos mítica Shakespeare & Co. de Sylvia Beach. Menudo paseo, menuda calle ésta de l'Odéon.
ENSAYO
'Rue de l'Odéon'
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- Autora Adrienne Monnier
- Editorial Gallo Nero
- Páginas 251
- Precio 21 euros
La historia más esplendorosa de la literatura del siglo XX pasó por sus escaparates, sus anaqueles, su trastienda. Sus memorias son admirables, 'Recuerdos de la otra Guerra' y 'Memorándum de la Rue de l'Odéon'. 36 años al frente (1915-1951). Sobrevivió a dos guerras mundiales y fue la entrada a la gran literatura, irrepetible, de las tres primeras décadas del siglo XX. Vanguardias y clásicos, sin caer ni en el snobismo, ni en la intelectualidad.
Ese lugar en el que un libro era el centro del laberinto y un autor alguien venerado
Para Yves Bonnefoy, fue «un personaje sagrado, la Pomona de los libros». Paul Claudel, León-Paul Fargue, Paul Valéry, S. M. Einsentein, Blaise Cendrars, Paul Léautaud, Rilke, Joyce, Benjamin, Hemingway, Breton, Gide, pero de entre todos alguien, olvidado, desconocida para el lector en español, destaca en la profunda y melancólica, apasionada y feliz semblanza que de ella escribe Monnier, en unas páginas llenas de emoción, Raymonde Linossier, el gran descubrimiento de este libro entre los grandes del siglo. La creadora del 'Bibismo', la fundadora de los 'Potasson', una de las claves de la vida literaria parisina de esos años.
Lean ese capítulo, emociona a quien ame la literatura como a nada en el mundo. Bien lo advirtió Baudrillard al referirse a esos años, todos los que vinieron después no fueron, no son, más que epígonos de esas tres primeras décadas. Cuando Monnier recuerda a Valéry en la rue de l'Odéon escribe: «Ya por entonces sabía reconocer a los hombres de letras por su manera de mirar el escaparate; la de Valéry era la más discreta que había visto hasta la fecha: si bien miraba como el hombre que ha matado a la marioneta». Líbrese el lector del escritor que no ha matado, dentro de sí, a la marioneta. La mayor lección. Imprescindible.
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