Cinco minutos de gloria
Ben Stiller, Picasso y Chanel
He aquí un triplete de éxito en una nueva e hilarante versión de 'Noche en el museo'

Si hay alguien al otro lado de estas líneas que me sigue, que me lee con una cierta regularidad, no le extrañará que meta en la misma coctelera a un actor hollywoodiense de éxito como Ben Stiller a Picasso y a Chanel, la histórica modista, ... que no la cantante festivalera que lo mismo le da a Benidorm que a Qatar y sin apenas cambiar de tonadilla ni de ropaje. Aunque, no se me rían, por favor, si no es con cariño, si les cuento que no hace mucho a mi alrededor hubo quien las confundió en un lapso de la memoria y de la machacona actualidad promocional. A lo que iba, y para no perderme por las ramas del discurso, me gustan los combinados explosivos. De ahí que Ben Stiller venga a mi cabeza cada vez que salta una alarma noticiosa sobre el ataque a un cuadro en mor de las denuncias climáticas que nos están calentando la paciencia.
Con sus orejas, su cara de tierna sorna, su mediana estatura de norteamericano medio (¿no me negarán que Ben Stiller es el 'alter ego' de nuestro queridísimo Alfredo Landa en versión más española o cañí?), paseando por unas gigantescas e históricas salas en una secuencia de su exitosa e interminable serie cinematográfica 'Noche en el Museo'. Sí, en el papel de ese vigilante de nombre Larry Daley ya se las ha visto con faraones, gladiadores, guerreros… y las ha pasado canutas. En estas vigilias de 'segurata', entre sorprendente y sorpresivo, no me digan que no se lo imaginan persiguiendo a activistas que vierten potingues a diestro y siniestro. Y él, Ben Stiller-Larry Dacey, batiéndose el cobre en mueca cómica.
Hasta aquí el cameo del actor norteamericano en esta columna. Sobre Picasso y Chanel (la auténtica, no la vulgar copia, confundida en la tierna anécdota que líneas arriba les he relatado), me queda dar el resto. Ambos –tanto monta, monta tanto– ya lo dan en una maravillosa exposición del madrileño Museo Thyssen, en la que se mezclan cual exquisito cóctel, con una gotita de angostura. Pasen y beban de un trago.
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