EXPOSICIÓN
Luz y poesía en Gervasio Sánchez
Muestra atípica la del fotorreportero en el CEART, que lo ofrece como creador de imágenes. Eso es «Vida»
«Cómo duelen aquellos orfanatos rumanos y las hambrunas de Somalia y Sudán; cómo duele el genocidio de los tutsi de Ruanda y la debacle humanitaria de los hutus en el antiguo Zaire; cómo duelen las masacres de Bosnia-Herzegovina y la deportación de centenares de miles de kosovares; cómo duele Chechenia en llamas. Cómo duele el mundo en ruinas ante la incompetencia política y diplomática y con nuestras naciones, las más poderosas, haciendo negocios mercantilistas en el horror de la guerra. Cómo duele no encontrar la compasión, de la que tú siempre hablas, en hombres sin atributos que dirigen los destinos de la humanidad».
Palabras pronunciadas por Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) en mayo del pasado año 2016, con motivo de la entrega del premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2016 a su compañero y amigo, también fotorreportero de guerra, James Nachtwey . Palabras que recogen, sin duda, algunas de las reflexiones y memorias que han trazado, con sangre en blanco y negro, el camino de su carrera profesional y vital dentro del foto-reportaje bélico.
Desde el inicio de esa trayectoria, a principios de los noventa, Gervasio Sánchez ha reflejado -con el siempre subjetivo objetivo de una cámara fotográfica- la mayoría de los principales conflictos bélicos ocurridos en Europa, Asia, África y América Latina durante las últimas dos décadas y media. Y siempre lo ha hecho desde las innegociables trincheras de la honestidad, el sentido humano, la profundidad de mirada y unas altas dosis de profesionalidad que le han llevado a recibir un amplio reconocimiento dentro y fuera de España.
Testigo necesario
La concepción de la fotografía como un ámbito de representación de la realidad y de la vida , a través de un múltiple filtro económico, social, histórico e ideológico, es una de las directrices fundamentales que ha guiado, ética y estéticamente, la mirada de los auténticos foto-reporteros, como es el caso de este espléndido testigo visual.
Un carácter documental que presiona la voluntad y el disparador para traernos ante el primer plano de nuestra conciencia la mayor profundidad de campo moral posible. Las estrategias del documento, ligadas a un deseo de denuncia, cuestionamiento y reflexión sobre determinados paradigmas de los comportamientos políticos y éticos de la sociedad, se constituyen, pues, en sus principales señas de identidad. Inmigraciones, muerte, extrañamiento, miseria, destrucción, privación de las libertades, terror, marginación : palabras para escribir con luz donde en muchas ocasiones no hay prácticamente ninguna luz.
Vida es una muestra, en cierto modo, atípica, o al menos novedosa, dentro de su ya dilatada trayectoria expositiva. A través de una selección de cerca de 70 fotografías -muchas de ellas inéditas- trata de presentar un testimonio visual de algunos de sus referentes más (re)conocidos como son la violencia, la muerte y la guerra. Pero en esta ocasión lo hace desde una perspectiva menos taxonómica o clasificatoria, no según sus motivos o géneros, sino atendiendo fundamentalmente a sus propios e intrínsecos valores estéticos y formales. Resulta así ser testigo de sucesos y momentos tremendos, desabridos, espeluznantes si se quiere, pero que al mismo tiempo sabe mostrar con la cruda belleza de la verdad, de la sinceridad, de la humanidad. Eso es sobre todo lo que lo diferencia de otros excelentes fotorreporteros; su capacidad de encontrar poesía y luz allí donde la mayoría sólo halla muerte y noticia…