LIBROS

«Vida del maestro Ramón»: Llull, un cruzado filosófico

En noviembre se inauguró el Año Llull. Con motivo de los 700 años de su muerte, empiezan las reediciones

Miniatura de «Electorum parvum seu breviculum», recopilación de textos de Llull

JUAN MALPARTIDA

Ramón Llull (Mallorca, 1235-Túnez o Mallorca, 1315) ha tenido al menos dos recorridos, el del aguerrido mílite de la fe cristiana y el de filósofo doblado en poeta. Una figura en apariencia contradictoria , pero que analizada con una cierta profundidad se revela coherente. Como Agustín de Hipona, tuvo una juventud algo disoluta, en la que no faltaron los placeres carnales; como él, se arrepintió y sufrió una severa conversión. Llull (o Lulio) tuvo varias revelaciones en las que entendió que Dios le pedía el abandono de la familia, la conversión de los infieles y la escritura de un libro.

Por aquel entonces parecía claro que las cruzadas habían sido un fracaso, y Llull se propuso una tarea más racional: tratar de convencer a los moros africanos del mayor prestigio racional de la cristiandad. Realista y didáctico , inventó un método sencillo para su empresa dialéctica que, en su dimensión filosófica, influiría en Giordano Bruno, Descartes y Leibniz.

Una suerte de Teresa de Jesús

Fue, unos siglos antes, una suerte de Teresa de Jesús de la fundación de la razón como justificación la fe: en vez de fundar conventos, Llull fundamentó, o lo pretendió con cierto éxito filosófico, lo que consideraba la verdadera fe cristiana. Aunque apoyado en Aristóteles, combatió el averroísmo , especialmente las versiones latinas, como la de Sigerio de Brabante . Se le considera un realista platónico, que concibe las cosas a semejanza de la divinidad. Pero no hay que olvidar que también tuvo un espíritu franciscano; tal vez, como pensó el penosamente olvidado Gerald Brenan, profesó un «misticismo panteísta» influido por varios poetas y filósofos sufíes, como el murciano Ibn al-Arabi. Su «Ars Magna» fue leída con grandes reservas por los escolásticos.

Pre-Textos nos ofrece una traducción (en edición bilingüe realizada por José María Micó) de «Vida del maestro Ramón, con una introducción eficaz aunque limitada en la interpretación del personaje, de Anthony Bonner. Se trata del relato que en 1311, cuatro años antes de que falleciera, comunicó a unos monjes en París , y del que se han conservado tres versiones. La que aquí se da es la asentada por Hermógenes Harada en 1980, que respetó la división en once capítulos de los manuscritos originales.

El mallorquín ha tenido al menos dos recorridos, el de aguerrido mílite de la fe cristiana y el de filósofo doblado en poeta

Por otro lado, dada que esta «vida», como otras similares, está construida al menos en parte con un fuerte impulso propagandístico, además de los errores esporádicos de quien tomara las notas, Bonner ha señalado, apoyándose en la erudición actual sobre Llull, las alteraciones y desviaciones.

Llull perteneció a una familia noble mallorquina y fue senescal de Jaime II, quien le concedió la fundación en Miramar de un convento franciscano. Tuvo algo de fanático religioso que, a su vez, no perdió nunca la fe en la universalidad de la razón. Un temperamento libre, inspirado, dotado de una enorme energía intelectual y física , y, en muchos momentos, asistido por una poesía que aún tiene vigencia, quizás porque en su juventud fue influido por los trovadores y él mismo lo fue.

Es autor de un libro utópico, la novela «Blanquerna» (1285), una suerte de «Quijote» de la fe. Sufrió cárcel y fue apaleado, pero no murió, como muchos textos dicen, lapidado en el Norte de África, sino ya viejo, camino de casa.

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