LIBROS

Vicente Valero recrea la Ibiza que fue

Conocido y reconocido poeta, Valero afronta su segunda novela. Centrada en su isla natal, recupera un pasado rural y tranquilo

Vicente Valero ÁNGEL DE ANTONIO

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El buen momento de un escritor se muestra cuando cada libro nuevo que publica añade algo diferente, pero permanece fiel al estilo por el cual has elegido leerle. Esa condición de ser el mismo y distinto seguramente se obtiene únicamente en la madurez. De Vicente Valero (Ibiza, 1963) celebré en estas páginas su magnífico libro Duelo de alfiles (2018), en que sirviéndose del registro de libro de viajes hacia homenaje a grandes escritores desde Benjamin y Rilke a Kafka y Nietzsche, a quienes recogía un momento de su biografía en una ciudad europea concreta.

La mezcla de ensayo y viaje, al modo del gran Claudio Magris , permitía ser la autobiografía de un lector más que de una persona que vivificaba ese modo el género. También hay mezcla de géneros en Enfermos antiguos , puesto que en realidad es un relato de infancia, la vivida por el escritor en la Ibiza de finales de los sesenta , pero, más que su propia vida, lo que importa es la vida de la isla en el momento en que todavía no se había originado el cambio con la llegada de los primeros turistas. Era una Ibiza anclada todavía en el pasado.

De hecho, la trama se sirve de un estupendo motivo generador: la costumbre antigua de visitar a los enfermos, amigos, conocidos y familiares. Para que se diera esa condición, hacía falta dos cosas que a su vez muestran la tonalidad y temática del libro: que fuera vigente el mandamiento de cumplir con obras de misericordia (dar de comer al hambriento era una, pero otra de no menor rango era la de visitar a los enfermos). La segunda cosa necesaria a la trama del libro es que la visita fuera en su casa, antes de que los hospitales uniformaran todo.

Médico de familia

Esa condición de sufrir la enfermedad en su casa, esperando la visita de una figura ahora en desuso, pero cuyos silencios y gruñidos eran seguidos con expectación temerosa. Me refiero a la figura del médico de familia, llamado de cabecera , un médico, por cierto, fumador, que podía ser gruñón, severo o amable, en torno al cual se imponía el silencio de la tertulia previa. Mientras auscultaba con el fonendoscopio la espalda del enfermo todo era silencio suspendido y reverencial.

Hay escenas estupendas dentro de la galería de retratos que el libro permite, porque este libro es sobre todo una galería de retratos varios de figuras antiguas vistas a través de la mirada del niño : los parientes rurales, con su gallina de obsequio (para el caldo reparador) la llegada de los parientes lejanos de Toulouse, hijos y nietos de rojos exiliados, que venían para que el padre muriera en su isla, pero que eran ya franceses.

Mirada inteligente

Una civilización ibicenca rural o urbana, con algunos extranjeros raros medio hippies , antes de que llegaran en masa los así denominados. Cuando el escenario es urbano, lo es de caserones fríos donde viven figuras arcaicas, que parecen suspendidas en el tiempo. Todavía resuena la Historia con las ingeniosas referencias a un Franco enfermo , lo que era la expectación que vivieron los españoles de un cambio que no terminaba de llegar y que -como quien lo narra es un niño-, refleja en actitudes y silencios que no acaba de comprender.

De tal manera que Enfermos antiguos , como ocurrió con el libro anterior Los extraños (2104), permite al poeta Vicente Valero captar momentos y vivencias de una sociedad que creíamos perdida y que su excelente prosa al servicio de una mirada inteligente recupera ahora. Un libro exquisito para degustadores literarios de primera.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación