LIBROS
Versión ilustrada de la obra maestra de Pérez Galdós
Se edita «Fortunata y Jacinta» con los dibujos de Toño Benavides y prólogo de José María Merino para el año del centenario galdosiano
Presentada en dos tomos insertados en un estuche, aparece en librerías, en el año del centenario galdosiano, su obra maestra, «Fortunata y Jacinta», maravillosamente ilustrada por el dibujante leonés Toño Benavides. La edición ha corrido a cargo de Jesús Egido y María Robledano, y se ha basado en la edición crítica de Yolanda Arencibia, gran estudiosa del novelista canario y recentísima ganadora del Premio Comillas con una biografía de don Benito. Egido y Robledano han actualizado el texto y la puntuación, convirtiendo la novela, ya de por sí moderna, en algo disfrutable por el lector del siglo XXI. El responsable del prólogo es el académico de la RAE José María Merino , uno de nuestros mejores narradores y entusiasta de Galdós desde su niñez. Todo contribuye a hacer de esta edición un hito difícilmente igualable en la larga secuencia de ediciones desde su primera aparición en 1887.
Junto a «La Regenta» de Clarín, publicada en dos tomos en 1884-1885, «Fortunata y Jacinta» se considera la mejor novela del siglo XIX español. Los lectores aceptan, en general, la principalía de ambos títulos, pero se dividen en quienes prefieren «La Regenta» y quienes optan por «Fortunata». El maestro Amorós, por ejemplo, juzga superior la novela de Clarín. El que suscribe, en cambio, es «fortunatista». Lo cierto es que ambas novelas exhiben una calidad literaria máxima y constituyen probablemente las dos piezas más valiosas que la literatura decimonónica en lengua castellana ha regalado a la posteridad.
Penetración psicológica
Centrándonos en la novela galdosiana, hay que decir que su autor empleó en la escritura de sus cuatro partes tan solo veinticinco meses. Ante semejante celeridad creativa, Merino se asombra en su aportación prologal. Y la misma sensación de pasmo admirativo produce en el prologuista el genial tratamiento de los más de cien personajes que confluyen en la obra , dibujados todos ellos con trazos magistrales y dejando que fluyan libremente sus respectivos caracteres, sin que el creador interfiera en su manera de actuar o de orientar sus existencias. Sin incurrir en el cientificismo naturalista, que ya hacía furor en Europa en aquellos años por obra y gracia de Zola y Maupassant, el realismo desarrollado por don Benito muestra unas capacidades inmensas de penetración psicológica y nos conduce por el Madrid de la época con un poderío evocador que incluye la respiración de cada uno de sus personajes, tan vivos (por lo menos) como usted y como yo en el momento presente.
Y no es ocioso hablar de «presente» en el caso de esta novela, porque, como en el caso de los personajes de Shakespeare o de Cervantes, los habitantes de las páginas de «Fortunata» no son criaturas instaladas en el pretérito, sino c ontemporáneas de cuantos se enfrenten a su andadura , lo mismo ahora que dentro de cien años o en el más remoto futuro.