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«El vendedor de tabaco»: Viena, años 30

El ascenso del nazismo en la capital austriaca es el tema de fondo de esta excelente novela de Robert Sheethaler

El escritor austriaco Robert Seethaler
Mercedes Monmany

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Robert Seethaler , nacido en Viena en 1966 pero que vive en Berlín desde hace décadas, actor además de escritor , es el autor de una anterior y memorable novela, «Toda una vida» . Un autor que en aquella novela, pero también en esta ahora aparecida, escogía como personajes principales a seres marginales, sin importancia, a «outsiders». Seres de mirada simple, pura, honesta, que se ven enfrentados a lo peor de la historia en sus biografías y reaccionan con una inusitada fuerza y coraje. Personajes de rango inferior que bien podrían tener correspondencia con el protagonista de «Esta tierra es mía» de Renoir o con el Pereira de Tabucchi.

El protagonista de «El vendedor de tabaco» es Franz Hutchel, de 17 años. Un chico que vive en una cabaña de pescadores , a orillas de un lago, junto a su joven madre viuda. Gracias a la amistad de ésta con el hombre más rico del lugar hasta ahora han tenido una vida cómoda. Pero a la muerte de su protector, la madre decide enviar a su hijo a trabajar a la capital, a Viena, al estanco de un viejo conocido. Algo que, sin saberlo el chico, representará su agitada y turbulenta etapa de crecimiento. Nada más llegar a la gran ciudad advierte un extraño hedor, quizá debido a un canal del Danubio. Al sentirse mareado una mujer se le acerca y de forma misteriosa le anuncia: «No es el canal lo que huele mal. Son los tiempos que corren ¡Son tiempos podridos , depravados, corrompidos!».

Franz hasta ahora ha ignorado todo de la política. Muy pronto, nada más llegar a la trepidante Viena de los años 30, la de los atrevidos cabarets nocturnos, los tranvías, los cristales rotos de las tiendas con pintadas que dicen «judío» o «amigo de los judíos», los obreros que recorren las principales arterias gritando consignas comunistas, o los otros, los más avasalladores, los que se han hecho con el control de la ciudad, los nacionalsocialistas, Franz tendrá que ponerse rápidamente al día y tomar posición. Huérfano de padre, tendrá dos maestros improvisados en ese año vertiginoso, 1938. Uno de sus maestros será el huraño dueño de la tienda de tabacos y periódicos, un mutilado de la guerra del 14. Nada más aparecer, Otto Trsnjek le pone en las manos el montón de periódicos del día: « La lectura de la prensa -dice- es lo único importante en la existencia de un estanquero».

El otro instructor insólito para completar la educación del joven Franz será un cliente habitual del estanco, comprador de puros: el doctor Freud . «El médico de los locos» como es llamado en una ciudad que parece haberse vuelto loca, intercambiará charlas con el aturdido joven que apenas entiende nada. Un Freud lúcido, acosado por los nazis , «no dispuesto a rendirse» que vaticina con ímpetu unos sombríos acontecimientos que apenas han empezado: «Los sucesos no son más que un tumor, una úlcera que pronto estallará y vaciará su contenido sobre toda la civilización occidental».

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