LIBROS

Vargas Llosa vuelve a la gran novela

Ambientada en la Guatemala de 1954, en plena Guerra Fría, «Tiempos recios» recrea el golpe militar perpetrado por Carlos Castillo con el beneplácito de Estados Unidos. Una obra a la altura de «La Fiesta del Chivo», con la que conecta

Vargas Llosa Maya Malanya

José María Pozuelo Yvancos

Llamo «gran novela» a la aliada con la Historia , cuando se muestra como privilegiado modo de conocer los entresijos verosímiles de unos hechos reales, de manera que tengamos la oportunidad de asistir por dentro a episodios del pasado. Lo que fue y aquello que pudo ser, cuando es preciso imaginarlo. La tradición que mejor lo hizo fue la europea del XIX, con Víctor Hugo, Stendhal y Tolstói . O, también, un autor que seleccionó el propio Vargas Llosa en su comentario a las grandes novelas del XX que tituló La verdad de las mentiras: el André Malraux de «La condition humaine». Este ensayo puede darnos la clave para entender el ciclo de grandes novelas de Vargas Llosa que tienen unos sucesos reales de la Historia de América Latina como fondo. La más conocida es Conversación en La Catedral , pero está también La guerra del fin del mundo y La Fiesta del Chivo .

Incluso llega a estar El sueño del celta , que tiene una sección americana en la peripecia en el Perú de Roger de Casement , después de haber estado con Conrad en El corazón de las tinieblas , la novela que abre el ensayo citado de Vargas Llosa. Si he llamado «clave» a ese ensayo es porque nos informa de que su educación como novelista, que había comenzado en la orgía perpetua de Flaubert , moldeó su estilo en el modernismo anglosajón, con Henry James y Faulkner a la cabeza. De ese modernismo ha quedado una sabiduría de planos narrativos perspectivísticos que modifica la linealidad de los hechos, para poder contarlos en sus flecos entrevistos, como planos disjuntos y complejos de una realidad que la propia narración va ahormando.

En el fondo, Tiempos recios es la reconstrucción artísticamente impecable de unos sucesos reales y conocidos (con una documentación casi exhaustiva en periódicos y ensayos) sobre aquellos años de la Historia de Guatemala , en la década de los cincuenta y sesenta del pasado siglo, cuando en plena Guerra Fría, la política exterior de Estados Unidos, en favor tanto del macartismo como por presiones económicas de la United Fruit, provocó la caída de regímenes democráticos, acusándolos de filocomunistas, para poner en su lugar a dictadores militares. Lo había hecho EE.UU. en Irán y Grecia, lo haría en Centroamérica, y, después, en el cono sur y Chile en particular. La gran pregunta que deja abierta Vargas Llosa es si acaso los polvos de esa política no favorecieron los lodos del régimen castrista y cuantos han venido a su zaga.

El libro conecta de varias formas con La Fiesta del Chivo , que todo el mundo celebra como su última gran novela . Tiempos recios me ha parecido incluso mejor. Se imbrican temáticamente porque Trujillo y la República Dominicana están presentes, a través del siniestro personaje de Abbes García , que participó en la trama de derrocamiento del dictador Carlos Castillo Armas , que a su vez había derrocado al socialdemócrata Jacobo Árbenz . Pero La Fiesta del Chivo está presente en esas atmósferas de la vida particular prostituida desde y por el poder. Ese mundo, digamos civil, de las sociedades criollas son espacios de novela, y entrega, en Tiempos recios , grandes personajes, como Marta Borrero , conocida como Mis Guatemala, figura ambigua que crece en poder y misterio conforme la novela avanza y que ofrece en el epílogo una conversación con el autor sin desperdicio, por cuanto dice, pero sobre todo por cuanto deja de decir.

Igualmente la novela ha seguido la suerte posterior de Abbes García, cuyo rastro, después de un periplo de obligados exilios, se pierde en Haití. La de estas dos criaturas es novelística, porque hay un halo de ambigüedad y misterio al que Vargas Llosa otorga una pietas que no había en La Fiesta del Chivo . La pietas no es indulgencia, porque cada cual queda en su sitio, pero es condición de novelista esa mirada interna, como el impagable diálogo postrero de los dos viejos, Efrén García y Arturo Borrero, en lugares distintos de la vida y la política. Hay en esta novela, magistralmente narrada , toda la Historia de unos años de Guatemala, lo que puede aparecer en periódicos y ensayos, pero sobresale lo que solamente la novela puede hacer: preguntarse por los tristes destinos de un poder que, a la postre, queda en vidas traicionadas de traidores. Un novelón, que reconcilia con la capacidad y necesidad que la Literatura tiene de poner vida en la Historia.

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