ARTE
El Último Grito: «La vida a través de una pantalla aún es complicada»
«Malfictions» es el regreso desde hoy del colectivo de «diseñadores» El Último Grito –que cumple 20 años– a la galería Elba Benítez. Errores del sistema que nos abren los ojos
![Roberto Feo y Rosario Hurtado son El Último Grito](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2017/04/27/ultimo_grito_2-kyb--620x349@abc.jpg)
En informática, se llama «glitch» al error del sistema que no influye en su funcionamiento. Para el colectivo español afincado en Londres El Último Grito (1997), estos errores, extrapolables a todo modelo, dan pie a conocer la ficción que los sustenta y, por lo mismo, a cuestionar la realidad. Esta mentalidad tan hobbesiana la aplican a todo lo que hacen, de forma que su idea de diseño es mucho más abierta de lo que generalmente se admite. Y es lo que permite a estos profesores de la Goldsmiths University entrar en una galería, como ocurre ahora en Elba Benítez .
¿El contenido de la imagen es anecdótico? ¿Les interesa más el «display» de la misma?
Todo tiene importancia. Pero nos gusta la cámara oscura porque es una «película» sin película. Nosotros lo describimos como «Real Time Cinema». Es un proceso que te demuestra que la imagen no existe y que depende de un material para poder verla. Aquí en la galería metemos dos cámaras que representan dos sistemas, el de la ciudad y el del sexo, y de los que manejamos constantemente representaciones más que su auténtica realidad.
La muestra se cierra con una maqueta de una ciudad de cristal. ¿Dónde reside la fragilidad de un modelo como este más allá del material?
Su transparencia hace alusión a qué es lo que cada uno proyecta. Ese sistema tiene unos elementos que todos compartimos como «ciudad». Eso nos interesa: qué detalles son los que compartimos y los que dotan de familiaridad a algo, pero que a la vez son abiertos para que cada uno proyecte su propia visión. Queríamos presentar una metáfora sobre todo lo que ha generado el Brexit, Trump, la xenofobia europea... La idea que nos venden de que un sistema cerrado, aislado, protege, cuando lo lógico es que eso conduzca a su muerte. También nos movemos en el ámbito de las utopías, en la que están también ahora los americanos. Es ese «to be great again». ¿De qué great hablas en la Historia del Reino Unido o de EE.UU.? ¿De momentos en los que la mitad de la población no gozaba de derechos? Vuelvo a los «Triggered Glitches» para referirme a un fenómeno muy evidente en Inglaterra. Allí en los últimos años se ha derribado y construido a lo bestia, pero los programas de geolocalización no se han actualizado y te devuelven imágenes que ya no existen. Y además te hacen creer que llegan en tiempo real.
Hablo con ustedes por su entrada de nuevo en una galería. ¿Cuál es su noción de arte y cuál la de diseño?
Ya en Alemania, donde estuvimos tres años, hicimos un pequeño tuit-manifiesto que ahora es un lema que la Goldsmiths ha asumido como propio y que es la de «ser postdisciplinario». En nuestra forma de entender las cosas no hay una jerarquía en el que unas actividades sean más importantes que otras. Para nosotros es tan fundamental un cómic como un cuadro de Bacon. De hecho, ambas realidades se presentan en el mismo contexto. Nuestro trabajo ya no responde a nada en particular. Desde muy pronto, fue una manera de pensar el mundo. Por eso no nos importaba si era diseño, arte u otra cosa. Casi podríamos decir que hacemos periodismo de investigación pero a través de construcciones «cinemáticas» porque tienen texto, narrativa, una parte estética, un espacio y una experimentación. Hasta la universidad se ha dado cuenta de que en todas las carreras creativas la investigación llega desde lo sociológico. Es preciso que «la práctica» irrumpa en escena.
Antes hicieron referencia a los nativos digitales. ¿Las críticas que vierten en esta muestra pueden hacerlas porque ustedes no lo son?
Encontramos en los jóvenes una obsesión por fisicalizar sus experiencias virtuales. Eso, a nosotros nos sale de forma automática. Nos interesa mucho la relación entre lo digital y lo analógico, sin excluir nada.
Nunca había pensado que la necesidad de lo objetual fuera inherente al ser humano. Que lo de nuestra generación no sea nostalgia del objeto.
Es algo muy humano. Eres persona, convives en espacios y te relacionas con otros a través de un marco común y las cosas que hay en él. La vida desde una pantalla aún es complicada. El objeto da seguridad. Está ahí y podemos valorarlo. Y hablar de él y contrastar ideas como si de una tercera cosa se tratara. Pero si no hay referente, podemos imaginar cada uno esa realidad y pensar que estamos hablando de lo mismo, y creer que hemos llegado a algo. Vamos a herramientas cada vez más cerradas en las que no programas: seleccionas. No entiendes entonces lo digital como material.