Trump versus Biden, piruetas en Estados Unidos

Por si nos faltaban más películas por vivir y sobrevivir en este 2020 que nunca olvidaremos, ahí tenemos las elecciones presidenciales en EE.UU., que suenan y resuenan en lontananza como tambores de guerra. El duelo de Trump y Biden parece «guionizado» por el más perverso de los perversos o malo entre los malos de ese imaginario en sombras que tan bien domina el cómic de los superhéroes. El Joker de Todd Phillips ya daba las primeras señales de una rebelión en la sombra, del alzamiento de los muertos vivientes pisoteados, una y otra vez, por la sociedad del bienestar. Los losers , en el inglés más puro; los perdedores, tirados en la cuneta o que se van al rinchi , conforme al español más castizo.

A estas alturas de la trama, sólo se me ocurre decir que nadie sabe por dónde va a salir el sol el martes que viene, día en el que se dirimirá esta lucha de titanes en edad de jubilación (no anticipada) de la política norteamericana. Si por Oriente o por Occidente. Quién sabe si desde la Luna, ahora que se ha descubierto agua en su superficie. Lo único claro es que todo parece planificado por una de esas series que van de la verdad a la ficción en cuestión de un par de capítulos, que dan un giro inesperado para atraer a una audiencia boquiabierta.

Me vienen a la memoria la mítica El ala oeste de la Casa Blanca , de Aaron Sorkin , o la surreal Scandal , que cuanto más surreal nos parecía en aquellos tiempos de su estreno más se acercaba a la realidad con la que nos hemos topado en este arranque de década tan apocalíptico. ¿Qué decir de House of Cards ?, con cuyas retorcidas piruetas argumentales se descoyuntó más de uno.

De creer en la política a no fiarse un pelo , en ese amplio abanico discurren las historias que tan bien hila la industria cinematográfica y televisiva estadounidense. Para quitarse ese agrio sabor de boca de que todos son malos, y de que ya no ganan los buenos ni a tiros, les dejo una sugerencia para este fin de semana preelectoral: El juicio de los 7 de Chicago, del ya mencionado Sorkin. Hay que subir la moral un poco.