ARTE
Transfiguración en la voz y obra de Pierre Gonnord
El fotógrafo francés, habitual de la galería Juana de Aizpuru, autor que retrata historias y experiencias de vida, desarrolla su labor artística en España
La relación entre amor y destrucción ha sido una constante en el desarrollo del hombre. El misterioso vínculo entre Eros y Tánatos, entre el impulso de vida y el impulso de muerte, son lo que representan los retratos de Pierre Gonnord . El rostro de un tiempo, una máscara que muestra la parte exterior de lo que el hombre siente y piensa, la condición vital y mortal del ser humano .
Gonnord es francés por nacimiento pero ciudadano del mundo. A los 25 años de edad dejó su ciudad natal, Cholet en Francia, para adentrarse a la aventura y buscar su suerte en Madrid. Constantemente se encuentra de viaje realizando su trabajo en distintas partes del mundo, sin embargo, declara que la capital española es su ciudad, a donde siempre regresa y el lugar en donde ha desarrollado todo su proyecto de vida durante más de 30 años.
Al hablar de fotografía, Gonnord se conmueve , es tal su pasión que la transmite más allá de las palabras. Su voz y obra son muestra del amor que tiene por la técnica y por su trabajo. Dedicarse a lo que a uno mismo le gusta es un privilegio y el francés lo ha sabido aprovechar muy bien, sobre todo porque es una persona comprometida consigo misma , con su trabajo y con las personas que colaboran con él. «La fotografía más que ser un medio de creación es un acto de vivir», menciona de manera contundente.
«Es un medio que he decidido abrazar, para expresarme y experimentar. Para vivir experiencias y, a partir de ellas, crear»
Su primer acercamiento a la técnica sucedió a muy temprana edad; recuerda que de pequeño arrancaba los retratos de las revistas y al ver las películas, los primeros planos siempre le llamaron su atención. Fue en una exposición de Diane Arbus cuando se dio cuenta de la capacidad y de las posibilidades que tiene la fotografía: «La fotografía no es llegar frente a un hecho y disparar. Es elegir y también narrar».
Aunque no se considera un especialista en nada, la calidad de sus retratos muestran lo contrario. Es uno de los fotógrafos de retrato más talentosos del panorama internacional. Para el artista, el retrato es una transfiguración. La transformación que permite partir la realidad y transportarla a otro lugar. No solo es el calco de un rostro, menciona, si no todos lo harían igual. Lo que realmente es el retrato para él es una proyección a través de la persona que presta su rostro y en él se imprime el propio: «Me gusta retratar a mis contemporáneos, la experiencia del otro ; la experiencia del rostro, la voz del encuentro; me gusta la búsqueda de lugares y de dónde vienen las personas». El retrato permite compartir y ser testigo de un tiempo que no es lineal, sino cíclico, un espacio «donde la co9ndición vital y mortal del hombre se manifiesta», señala.
Su forma de trabajo es muy peculiar: En sus viajes y encuentros conoce a muchas personas pero no todas le interesan para retratar, las elige dependiendo su empatía y aceptación , porque «un buen retrato tiene que ser capaz de mantener las cualidades de la persona, y su identidad». A esto añade que la función del retrato es como la de un espejo, a través del cual cada uno puede interpretar lo que considere, porque «cada persona reacciona de manera diferente ante un mismo hecho».
Para el artista, el retrato es una transfiguración. La transformación que permite partir la realidad y transportarla a otro lugar
Otro de losfactores importantes que influye en su manera de trabajar y en su obra es el tiempo. Gonnord nunca tiene prisa. Todos los retratos llevan tiempo y el artista lo sabe muy bien. No es cuestión de encuadrar y hacer la toma, sino que hay todo un proceso detrás y un acercamiento a las personas. En ocasiones llega a tener varios encuentros pero tampoco son excesivamente largos: «No quiero transformar a las personas en modelos» . Al contrario, los invita a colaborar en su labor.
Para el artista, todos sus proyectos son importantes, cada uno lo ha marcado de forma diferente. Sin embargo, el trabajo que llevó a cabo en el norte de España y Portugal, titulado «Terre de Personne», ha sido muy significativo para él. Esas obras son muestra del esfuerzo de siete meses de acción en el campo.
Son retratos de poblaciones rurales muy alejadas de la realidad urbana; de mineros, agricultores y marineros. Gonnord buscaba reflejar la vida de trabajo y culto a la tierra con rostros llenos de carbón, huella del trabajo duro y miradas profundas, muestra de la entrega del ser humano. «La fotografía es una forma de vida. Soy una persona muy afortunada: he hecho de mi proyecto personal un estilo de vida y sobretodo una pasión», concluye Gonnord.