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La tragedia de los niños soldado: ¿Quién elige ser valiente?

Inspirándose en la siniestra figura real de Joseph Kony, Víctor del Árbol denuncia en «Antes de los años terribles» la tragedia de esta carne de cañón infantil

Carne de cañón infantil en numerosas guerras

MARINA SANMARTÍN

«Te domaremos». Estas son las últimas palabras que escucha el pequeño Isaías Yoweri antes de caer inconsciente al suelo tras recibir una gran paliza. Estamos en algún lugar remoto de Uganda , en los años noventa del pasado siglo e Isaías se enfrenta a un futuro devastador, que lo marcará de por vida: su incorporación forzosa al ejercito de los niños soldado.

Narrada en dos planos temporales , la infancia africana de Isaías y su edad adulta, ya en Barcelona, amparado por una frágil estabilidad que rápidamente se ve rota cuando acuden a buscarlo sus peores fantasmas, «Antes de los años terribles», la nueva novela de Víctor del Árbol, se inspira en la real, macabra y todavía impune actuación del ugandés Joseph Kony , y explora desde la ficción la maraña de emociones contradictorias que suscita el choque entre la niñez y la guerra.

Neutralizar el horror

Responsable del secuestro de más de 30.000 niños, a los que adoctrinó y convirtió en asesinos bajo las siglas del LRA (Lord’s Resistence Army), Kony sigue desaparecido y el autor catalán, que fue «mosso d’esquadra», vuelca su indignación en esta historia donde, a pesar de no escatimar en imágenes cruentas y desarraigo, nos habla al mismo tiempo, a partir del viaje de Isaías, que regresa a sus orígenes para digerir unos recuerdos en los que no le resulta nada grato reconocerse, sobre la importancia de la memoria a la hora de enfrentar el horror y neutralizarlo.

«Ser valiente o cobarde no siempre es una elección que uno toma libremente», le explica el profesor Nelson a un Isaías aún seguro en Odek, su aldea natal, protegido por una familia feliz e incapaz de imaginarse el infierno que le aguarda a la vuelta de la esquina.

Y es que leyendo a Víctor del Árbol, que cuenta en su currículum, entre otros, con el Premio Tiflos y el Nadal , es inevitable volver a algunos de los fragmentos de la distópica «1984», de Orwel l, y reflexionar acerca de dos conceptos cuya unión es indisoluble: identidad y responsabilidad sobre la acción , porque se puede seguir vivo y, tras el adoctrinamiento adecuado, no ser en absoluto dueño de uno mismo y cometer atrocidades inconcebibles. Lo más duro de esta certeza, sin embargo, llega después, cuando se recupera el control de la conciencia y, como le ocurre a Isaías en «Antes de los años terribles», la vida sigue.

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