MÚSICA

Tomasz Stanko: «El jazz es el primer arte global»

El trompetista polaco, uno de los grandes del jazz europeo, actúa en Madrid y Barcelona con música de su último disco, un tributo a la poeta Wisława Szymborska

El trompetista Tomasz Stanko Andrzej Tysko / ECM Records

EDUARDO HOJMAN

El trompetista polaco Tomasz Stanko es una de las grandes figuras del jazz de Europa desde hace más de cinco décadas , gracias a su técnica como instrumentista (que le granjeó comparaciones con Miles Davis ) y, especialmente, a su gran capacidad para combinar sonidos tradicionales del jazz avanzado con una profunda vertiente de música europea , dentro de la que destaca sus colaboraciones con Krzysztof Komeda . Su último disco, titulado « Wisława » (ECM), es un maravilloso ejemplo de la atmosférica contundencia de su música . Stanko tocará en Madrid acompañado de los miembros habituales de su New York Quartet, y en Barcelona con una formación un poco diferente.

–Su último disco es un tributo a la poetisa y Premio Nobel polaca Wisława Szymborska. ¿Por qué la escogió? ¿Cuál es su relación con la poesía?

–Ella y yo tocamos juntos, por así decirlo. En un recital de sus poemas, intercalé comentarios improvisados en los poemas. En cuanto a mi relación con la poesía, creo que mi manera de componer es similar a la manera en que los poetas escriben sus obras. Tardo mucho tiempo para preparar composiciones breves, o programas sobre los que luego improvisar. Por lo general, me inspiro en el arte. A veces en cuadros, otras en literatura. Yo me siento un artista y el arte me inspira.

–¿Y algunos de esos comentarios improvisados luego se volcaron a este disco?

–No exactamente, aunque sí lo relativo a las sensaciones, a los estados de ánimo, a las atmósferas. En realidad, soy una persona completamente distinta a ella, soy un tipo más bien oscuro, y ella era muy optimista, llena de luz. La conexión entre los dos se dio en el arte. Es cierto que intenté inspirarme en los solos que toqué en aquel recital con ella, pero en realidad lo que más me inspiró fue nuestro encuentro, ese maravilloso momento que pasamos juntos.

–En su música se detecta una gran apertura y libertad de improvisación pero también una buena parte de composición. ¿Cuál es la proporción entre ambas cosas?

Voy a grabar algo pronto. Tengo un par de ideas, una relacionada con el Museo Judío de Varsovia y otra con el escritor Bruno Schulz

–A mí me gusta ser libre. Me gusta la música improvisada pero también componer pequeñas piezas y llegar a una especie de término medio. Como cuando tocaba entre los poemas que recitaba Wisława. No era una conexión evidente, sino, en realidad, una conexión especial, sofisticada, secreta, y misteriosa. A partir de la música compuesta, el grupo puede tocar de maneras muy diversas, y hacer que los oyentes perciban distintas clases de sensaciones.

–Usted trae a un grupo neoyorquino, con un pianista cubano y un trompetista polaco, en un tributo a una poeta polaca. ¿Cómo se reflejan las identidades nacionales en el jazz o, específicamente, en su trabajo?

–Para mí el jazz es un arte internacional. Como la ópera italiana. Las raíces estaban en la cultura afroamericana y en su unión con la cultura anglosajona, pero finalmente pasó a ser una música de todo el mundo. En mi música yo no siento ninguna diferencia. David [Virelles, el pianista] tocó fantásticamente desde el primer ensayo. No muchos afroamericanos pueden tocar en ese nivel. Esta música tiene vibraciones interiores realmente globales. El jazz es el primer arte global verdadero; es algo muy moderno y muy conectado con el futuro. No podemos medir la fuerza que tiene; en realidad, está en todas partes. Hasta la música de la India puede conectarse con el jazz. En realidad, a mí no me importa tanto si este disco representa a Wisława o no, tampoco me importa el nombre del cuarteto. Tal vez tenga que cambiarlo. Los títulos no son importantes. La música es un arte abstracto. Lo único importante es el sonido y los sonidos no tienen nombres.

–¿Hay cualidades polacas específicas en su sonido?

–Sin duda. Creo que tiene que ver con la luz. En Polonia los días son muy oscuros. A veces las cosas son así de simples. Esa falta de luz nos hace sentir las cosas de una manera diferente. Ahora vivo en parte en Nueva York. La geografía es similar, pero la luz es distinta. Y eso, probablemente, es muy importante. La luz vibra en el sonido. Y eso es quien tú eres, algo relacionado con el lugar en que has nacido.

–¿Y qué piensa del jazz polaco?

–No me gusta pensar en el jazz de esa manera. En Polonia hay jazz igual que en España hay jazz. No me gustan los nacionalismos en el jazz.

–Con frecuencia se le compara con Miles Davis y algunos críticos han querido ver relaciones entre este último disco y el segundo gran quinteto de Davis. ¿Está de acuerdo?

Soy totalmente distinto a Wisława Szymborska: yo soy un tipo más bien oscuro, y ella era muy optimista, llena de luz

–Creo que no. Por supuesto que Miles es mi héroe, no sólo como trompetista sino como estilo de vida. En especial porque siempre se rodeaba de músicos fantásticos, y la manera en que eliges a tus músicos es parte de tu composición. Es muy importante con quién tocas. Él era un gran artista que sabía de equilibrio, de forma, de expresión, sabía que no hay que tocar demasiado. Y por esta razón me halaga que me comparen con él, aunque tampoco me importa tanto.

–Esta obra tiene ya cuatro años. ¿Cuáles son sus próximos proyectos?

–Voy a grabar algo pronto, pero aún no sé bien qué. Le pondré nombre cuando esté totalmente satisfecho y feliz con el resultado. Tengo un par de ideas, algo relacionado con el Museo Judío de Varsovia y también estoy buscando inspiración en la obra de un famoso escritor polaco, Bruno Schulz, en especial en su libro « La calle de los cocodrilos », para el que ya tengo pensada una balada.

–Algunos sostienen que el sello ECM, donde se ha lanzado «Wisława», ejerce una gran influencia sobre sus artistas, en términos de repertorio, atmósfera y sonido. ¿Esto ha ocurrido con «Wisława»? ¿Siente que es un disco más ECM que los anteriores?

–Para nada. Tengo un sonido personal muy fuerte. Manfred [Eicher, el fundador de ECM] es un gran productor, pero yo siempre toco la trompeta de la misma manera, como un reflejo de mí mismo. Siento la estética de ECM cercana a mí porque soy un hombre oscuro y melancólico. Pero es mi música.

–¿Qué pueden esperar los asistentes a los conciertos que dará en Madrid y Barcelona?

–Pueden esperar lo que a mí me gusta: un contraste entre partes muy expresionistas y otras furiosas. Pueden esperar baladas románticas e introspectivas, que los harán flotar y que tal vez les provoquen algún sentimiento especial. Será algo tradicional y a la vez muy libre. Todos mis conciertos son una mezcla entre la tradición y la música moderna. En cierta forma, eso es lo que me define.

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