LIBROS
«Teenage», Jon Savage y el espíritu adolescente
Un ensayo, firmado por un mito de la contracultura, que desbroza cómo y cuándo la adolescencia se convierte en tendencia
Enamorado de la moda juvenil y apasionado por todas las ramificaciones de la subcultura y el pandilleo, Jon Savage (Londres, 1953), emprendió hace una década una expedición tan ambiciosa como necesaria. Esto es: remontar todos los puertos de montaña de la historia y desbrozar década tras década para intentar localizar, entre los caderazos de las «flappers», los brazos en alto de las Juventudes Hitlerianas y las primeras escaramuzas entre los «Bowery Boys» y «los Dead Rabbits» , el momento más o menos exacto en el que la adolescencia asomó la cabeza por primera vez y empezó a alzarse como un muro infranqueable entre la niñez y la vida adulta.
Es así como el británico, biógrafo de los Kinks y cronista de la mugre y la furia del punk en el espléndido ensayo «England’s Dreaming», fue tirando del hilo y acabó llegando a «Teenage. La invención de la juventud 1875-1945» , monumental tratado sobre la forja de la identidad pubescente que Savage publicó en 2007 y que la editorial Desperta Ferro traduce al castellano.
El británico ha sido biográfo de los Kinks y cronista de la mugre y la furia del punk
«Este libro termina con un principio», destaca Savage en las primeras páginas de un texto que, siempre pegado a la «prehistoria de la adolescencia», finta el inventario de «sectas de posguerra» de alcance global (a saber: «teddy boys», «beats», «mods», «rockers», «hippies», «skinheads» y «punkis» ) para centrar sus esfuerzos en los movimientos que, entre finales del siglo XIX y principios del XX, fueron añadiendo capas cada vez más complejas a lo que hoy entendemos por juventud.
Así, por más que el británico se arranque recordando que no fue hasta 1944, poco antes de terminar la Segunda Guerra Mundial, cuando los americanos empezaron a utilizar la palabra «teenager», «Teenage» abre aún más el plano para rastrear, estudiar y, en fin, documentar «los numerosos intentos discrepantes de imaginar y definir la posición social de la juventud , ya fuera mediante esfuerzos coordinados para organizar a los adolescentes a través de medidas políticas de carácter nacional o con aproximaciones artísticas y proféticas que reflejaban la voluntad de los jóvenes de vivir según sus propias normas».
Aburrimiento
El capítulo que inaugura esta travesía por el espíritu adolescente no podía ser más elocuente: estamos en 1875 y ahí está la joven Marie Bashkirtseff grabando a fuego en las primeras páginas de su diario el cosquilleo de esa edad del pavo aún por descubrir. «¿Estoy loca? ¿Estoy condenada? Sea como sea, estoy aburrida», garabatea la pintora y escritora francesa mientras abre una puerta por la que pasarán desde los románticos y naturalistas Wandervogel de la Alemania de principios del siglo XX a los niños vagabundos de la Gran Depresión pasando por los repeinados aristócratas británicos de la «Bright Young People» , los primeros «boyscouts»... o los rebeldes del «swing» de la Alemania nazi. Todos ellos, la mayoría sin saberlo, contribuyeron a definir al adolescente como sujeto social y dotaron de significado una juventud que, como destaca Savage, el capitalismo acabaría por convertir en el más novedoso producto surgido de sus líneas de producción.