Se publican las crónicas que Gabriel Albiac realizó para ABC en enero y noviembre de 2015, tras el atentado de « Charlie Hebdo » y los ataques del 13 de noviembre . Reunidas, las crónicas de Albiac tienen una rara unidad. Tanto que resulta un libro recomendable para una rápida e inteligente visión sobre el asunto.

En su primera visita, tras la masacre de «Charlie Hebdo», Albiac, con su inconfundible cadencia («la retórica mata el dolor»), llora el final del 68. Con un pesimismo houllebecquiano, asume una Europa musulmana, pero también se ocupa del pasado . De cómo, desde el final de las utopías del 68, el problema de la integración se ha ido despertando en Francia. Albiac pasea por París, su ciudad de juventud, y por ella recuerda la manifestación de 1984, secuela de la «Marche des beurs» del 83, cuando Farida Belghoul clamó por una recuperación del islam . Era otra izquierda ya. Acabaría convertida al islam, y cierto discurso en favor de la multiculturalidad, pasado de rosca, devino en una abierta traición a los valores republicanos.

Aquí, Albiac hace un encomio apasionado de la fortaleza de la República Francesa. Repasa los antecedentes. Surge la cuestión del velo y Francia legisla con entereza: el rostro es ciudadanía . Pero empieza a perder el control en la educación nacional, y en los barrios marginales. No son Francia ya, sino el norte de África. París es la protagonista. Permite un Albiac nostálgico que salta de década en década. En el escudo de la ciudad se lee «nec mergitur», la que no zozobra. El cronista, tras los atentados, quiere ver confirmada la continuidad de su París reconocible.