LIBROS

«Me sorprende que España, con un Estado de derecho impecable, se halle en entredicho»

En su ensayo «España, una nueva Historia», José Enrique Ruiz-Domènec propone una manera distinta de mirar el pasado

El historiador José Enrique Ruiz-Domènec

MANUEL LUCENA GIRALDO

Catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, editor de Historia. National Geographic y representante español en el proyecto de una historia europea, José Enrique Ruiz-Domènec termina el año con la edición ampliada de su ensayo España, una nueva historia (RBA).

En su nuevo libro, que arranca con la llegada de los romanos en el 211 a.C. y termina hoy mismo, ofrece al público una obra que parece haber sido monopolio de los hispanistas.

Hubo una etapa pasada en la cual estas grandes síntesis narrativas aquí eran una anomalía y nos las «fabricaban» en el extranjero. Ahora, por el contrario, el lector de Historia dispone de grandes libros, bien escritos, puestos al día, escritos por historiadores españoles. Lo que está en crisis es el hispanismo.

¿No se podría acusar a su libro de ser «castellano-céntrico» en su versión de la Historia de España?

No, al contrario, estoy convencido de que España es una realidad histórica, para decirlo al modo de Américo Castro, con el que comparto algunas ideas y discrepo en otras, configurada desde la diversidad. No es la Historia de Castilla extendida, sino la de diversas concepciones del poder, culturales y de civilización, que se integraron desde la época romana hasta hoy.

¿Por qué un relato de España? ¿Por qué puesto al día?

En el siglo XXI tenemos que recuperar la historia narrativa. Es una cuestión de responsabilidad. Además, antes de ejercer un juicio sobre lo que hoy es España, conviene saber qué ocurrió y el resultado. Este libro es muy transversal. Lo mismo te encuentras un poeta que una crisis económica.

La edición anterior llegaba hasta la Guerra Civil. ¿Quizás por escrúpulos respecto a la validez de la Historia del presente, el famoso «necesitamos tiempo para contar con perspectiva»?

No, creo que se puede hacer Historia del presente como de Roma. La objetividad no la otorga la distancia del sujeto que analizas, sino unos criterios de análisis técnico y una metodología. Pero 2017 representará una inflexión poderosa en la Historia de España.

Hablemos de Cataluña.

Antes de la crisis, las preocupaciones eran típicas de la cultura europea. De repente esta misma sociedad se despierta y le proponen otro argumento, desde una parte de ella, Cataluña, que es parte de ella, pero ya no es ella, esa parte de España dice que ya no es España. Por un juego exclusivamente retórico, lo ha decidido un grupo de independentistas, que es innegable, con capacidad de difusión de sus ideas, con grandes recursos, muchos de ellos encima públicos. Ante esa sorpresa, España responde al modo antiguo, ese modo acomplejado, timorato, barroco, utiliza la incredulidad...

Pero muchas empresas cambiaron su sede.

La economía, por primera vez, toma la iniciativa en la Historia reciente de España. Antes, la estructura política ha dominado a la economía, ha marcado siempre el paso a la economía, mercantilista o dirigista. Pero de repente empezamos a preguntarnos no por qué un país es rico, sino también la causa de que sea o se pueda convertir en pobre: la política.

El libro plantea un cambio de cronología con un final de la «edad contemporánea» en 1948 y una valoración de los años sesenta.

Planteo que el régimen nacido en la Guerra Civil termina en 1948 desde un punto de vista técnico y jurídico. Franco sometió a referéndum una programación. España era un reino con leyes fundamentales, un reino en busca de un rey. Tuvo que pactar con el poseedor de los derechos dinásticos de la última dinastía que había reinado, Don Juan de Borbón. Imaginamos la tensión. Una década después comenzó la transformación de España, con apertura de fronteras, llegada masiva de turistas, difusión de otros modelos de convivencia, diversión, educación, movilidad. Fue una revolución silenciosa que creó las clases medias, soporte de la Constitución del 78.

La Historia posterior, finalmente, se vincula a la globalización de la España actual, más allá de las tensiones internas que, como comentaba antes, fuera resultan imposibles de explicar.

Me sorprende que España, una potencia económica, con un Estado de derecho impecable y un grado de libertad y seguridad encomiable, se halle en entredicho. Falta convertir la Historia en una disciplina que eduque la conciencia colectiva. Hemos permitido, en los medios de comunicación y universidades, la proliferación de mentiras, de construcciones ideológicas del pasado que no se atienen a la realidad. A los expertos extranjeros esto les provoca risa, se ponen condescendientes, esa condescendencia es España. No nos lo podemos permitir. Mire el caso de Francia. ¿Qué ha hecho Macron? Apelar al orgullo del francés que va de Lyon a París y explicarle lo que estaba en juego. Francia tiene mucho que ganar y mucho que perder, porque es una nación que se sabe, que se conoce. España también tiene mucho que ganar en el futuro, y mucho que perder.

«Me sorprende que España, con un Estado de derecho impecable, se halle en entredicho»

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