EPISODIOS PERDIDOS

Sobre la grandeza de «Catalina la Grande»

No es fácil encontrar a una actriz mejor que Helen Mirren. Contemplarla es siempre un espectáculo, pero no basta para conseguir una serie redonda

Helen Mirren como Catalina la Grande
Federico Marín Bellón

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Hay títulos cuya ambición trasciende el rumor continuo de estrenos. Por su protagonista, Helen Mirren , por su nivel de producción y por la historia que cuenta, Catalina la Grande entra en la categoría, que, por otro lado, tampoco asegura resultado alguno. Como decía William Goldman y nadie ha sido capaz de refutar, en este negocio «nadie sabe nada». No es, desde luego, el único estreno reciente de interés. Aquí se citan unos pocos, incluida la recuperación de una joya, cincuenta años después.

«Catalina la Grande»

Chernobyl fue uno de los grandes éxitos de la última temporada, coproducido por HBO y Sky , que repiten colaboración con esta superproducción histórica. En esta ocasión, se estrena en la segunda plataforma, en la que supone su gran baza para llegar al público español este año, aunque los abonados a Sky ya conocen Patrick Melrose , Gomorra , Temple y, mi favorita del catálogo, El milagro .

A esta Catalina no le faltan atractivos, empezando por su protagonista, quien, pese a su calidad y a los filtros, no termina de convencer en su versión más juvenil . Igual se podía haber recuperado algún plano de cuando hizo Calígula , hace nada menos que cuarenta años. La escasez del vestuario compensaría el abismo temporal y de estilos.

Este juego de poder y sexo , menos atrevido que el de Tinto Brass , retrata a una emperatriz maquiavélica y a una voraz amante, libertina y convencida de que los celos son «asquerosos», además de una traba inútil en las relaciones humanas. Ambiciosa sin límites, desprecia a su hijo y a su gabinete, pero por los vicios del guion entendemos mejor sus apetitos carnales que su pasión por el poder absoluto o la falta de apego a la sangre (de ese tipo, al menos).

El otro gran protagonista de la historia es Grigory Potemkin , interpretado por Jason Clark , un militar de ego acorazado, caprichoso y sorprendentemente enamorado de Catalina, por quien daría la vida. Es su media naranja con vodka, complemento perfecto a su personalidad. El entendimiento entre ambos y el espíritu de la serie se resume en un diálogo: «Hay gentes sin escrúpulos en Rusia. Por fortuna, soy una de esas» , dice Catalina II. «Lo primero que hay que aprender al llegar al poder es a ser un criminal», replica Potemkin poco después. Y así todo el rato, entre desahogos. En resumen, Catalina la Grande es una buena miniserie, que no alcanza la excelencia ni, aparentemente, el lujo presupuestario de The crown .

Monty Python

«Monty Python’s Flying Circus»

Hace medio siglo, diez años antes de Calígula , un grupo de gamberros británicos estrenaron en la BBC una cosa surrealista y genial. Los Monty Python inventaron la palabra spam, organizaron partidos de fútbol con filósofos (que no rascaban bola) y crearon el chiste más gracioso del mundo, un arma de destrucción masiva que tuvo que prohibir la Convención de Ginebra. Incluso utilizaron la imagen de Hitler, en un humor corrosivo e incorrecto (ellos disfrazados de mujeres, gags sobre cachetes cada vez más violentos a los hijos...). Como Los Simpson , como Seinfeld , en su obra está toda la vida y se anticiparon a noticias y hechos históricos que ni Nostradamus soñó.

«Criminal»

El último experimento de Netflix es esta serie sobre interrogatorios policiales rodada a la vez para cuatro países en un único escenario, aunque con guiones y repartos diferentes. Es interesante comprobar el nivel general, del que nuestra versión no desmerece. Mariano Barroso la dirige con su casi infalible solvencia y actores sobresalientes. Si me torturan y me obligan a elegir a uno, me quedo con Eduard Fernández .

«El camino»

Hay un adjetivo especialmente molesto (y autológico) en las críticas de cine y televisión: «innecesario». Los comentarios sobre el epílogo de Breaking bad han sufrido una infección contagiosa de este término, como si las mayores obras de arte no lo fueran también. Necesario es comer, respirar, reírse de uno mismo y poco más. El camino remata algún cabo suelto, sobre todo el del personaje de Jesse Pinkman , y tiene la calidad demostrada por Vince Gilligan , pero carece de su capacidad para sorprender en cada quiebro. No tiene su grandeza, aunque se disfruta sin dificultad.

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