LA URRACA
El silencio de los filósofos ante la pandemia
El peligro del coronavirus es la sospecha en que pone a Occidente, un sistema débil incapaz de contenerlo

El año pasado escribí algo sobre el formidable Catafalque , de Peter Kingsley . El libro, tan fascinante como todos los de su autor , se presenta como un catafalco de nuestra civilización occidental. Catafalco: monumento funerario de homenaje a un fallecido. La palabra es demoledora. Nuestra cultura se muere , dice Kingsley. Es algo tan obvio que no puede siquiera discutirse. Las últimas señales, para él, eran Chernobyl y Fukushima . Lo asombroso es que Kingsley escribió su Catafalque justo antes de la pandemia. Asombroso me resulta también que Kingsley no se haya pronunciado respecto al virus , que vendría a ser la tercera y definitiva señal de su monumento funerario. He buscado en internet pero no he encontrado nada. La mayoría de los filósofos actuales han hablado o escrito sobre el coronavirus. Kingsley, el mayor heraldo de nuestra decadencia, no lo ha hecho.
Es cierto, también, que los filósofos se lanzaron a filosofar al principio de la pandemia y que ahora están curiosamente callados . ¿Quizá porque ya reflexionaron sobre el tema, porque ya dijeron lo que tenían que decir? Parece más bien que actuaron con demasiada prisa, y que se lanzaron a teorizar e interpretar algo cuyas verdaderas dimensiones no podían ni siquiera imaginar. El virus se extiende por el mundo y con él, primero, la muerte, luego, el miedo, más tarde, el odio, esta rabia que parecemos sentir todos contra todos y contra todo. Finalmente, el silencio. El silencio de los filósofos frente al griterío de los políticos.
El verdadero peligro del coronavirus es la sospecha en que pone a Occidente, un sistema débil que no es capaz de contener el virus frente a una China fuerte que lo ha logrado (eso dicen). El corolario es brutal e inevitable: nuestra democracia no sirve. La democracia sería, en sí misma, una especie de virus social que debilita . Cuando comiencen a llegar este tipo de ataques, y llegarán, esperemos que los filósofos no sigan callados. Esperemos, además, que tengan algo que decir.