EPISODIOS PERDIDOS

Series sobre asesinos sociales

«Vergüenza», hija confesa de «Larry David», que ha estrenado su décima temporada, tiene el descaro de volver el día de los enamorados

Javier Gutiérrez en una escena de «Vergüenza»
Federico Marín Bellón

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«¿Por qué damos por hecho que hay que prohibir los castigos corporales?», se pregunta un personaje de Los huerfanitos , de Santiago Lorenzo . En la misma línea de «pensamiento», una colleja a su hijo durante un partido de baloncesto le cuesta a Jesús ( Javier Gutiérrez ) la caída absoluta en desgracia. Acostumbrado a vivir en el alambre de la aceptación social, el hombre es descendiente directo de Larry David , otro tipo sin filtros y autocalificado como «asesino social», cualidad que quizá le haya ayudado a mantenerse en antena la friolera de veinte años.

«Vergüenza»

La tercera temporada de la serie de Álvaro Fernández-Armero y Juan Cavestany (desde el 14 de febrero en Movistar+) es probablemente la más pulida desde el punto de vista estilístico y de guiones. Al menos eso creen sus creadores, que certifican la dificultad extrema de hacer esta serie diferente.

Los mejores abogados de la causa son Javier Gutiérrez y María Alterio , quien sufre sus propias situaciones embarazosas al margen de las que le regala su marido. Ambos brillan y se hacen querer, aunque nadie querría tener cerca a los seres humanos que representan. Por qué siguen juntos es un misterio, que resuelve el propio David desde su serie: su ex le confiesa que con él disfruta porque es la única persona de la que se siente moralmente superior.

Vergüenza alcanza logros sorprendentes: queremos seguir viéndola pese a la incomodidad que genera y sus atentados a las convenciones sociales no llegan a los juzgados, ya sean públicos o populares. Y si el espectador se queda con hambre, el 29 de marzo vuelve Juan Carrasco ( Javier Cámara ), otro primo de la familia.

Larry David y Jeff Garlin, su agente en la ficción, cuyo parecido con Harvey Weinstein es aprovechado por los guiones

«Larry David»

El humor radiactivo del viejo monologuista tiene el récord de longevidad en HBO . Mientras los dragones se extinguen, allí sigue un hombre orquesta que podría haberse jubilado millonario tras crear una de las comedias de mayor éxito de la historia: Seinfeld .

Es curioso que sepamos tan poco de alguien que escribe y protagoniza una serie sobre sí mismo, en la que disfraza su auténtico yo con las exageraciones propias del humor. Ateo y judío, hijo de centroeuropeos, Larry triunfó en televisión, logró récords en Broadway y, aunque fracasó como director de cine, como actor logró uno de los escasos éxitos de taquilla de Woody Allen en su país con Si la cosa funciona .

Larry ha conocido los dos extremos del dinero: buscó rincones en las calles de Nueva York porque se veía abocado a dormir en ellas, y en su divorcio peleó para que tasaran su fortuna por debajo de los 900 millones oficiales. Su famoso «pretty, pretty, pretty good» lo inventó en la primera época, cuando su madre le preguntaba cómo estaba. Contando sus desgracias durante unas clases de actuación nocturnas -de día trabajaba de taxista- descubrió que podía hacer reír a la gente y se convirtió en monologuista.

Con Curb Your Enthusiasm , ahora rebautizada como Larry David , tampoco triunfó a la primera. Él ha explicado que su personaje es una versión ficticia de sí mismo, lo que sería en la vida real si careciera de conciencia social y sensibilidad. El concepto tardó en calar, también por su estilo descuidado y por la mezcla de ideas geniales con otras pueriles, pero con el tiempo ganó todos los premios y ahora es un mito, que harían mal en perderse.

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