ENTREVISTA
Sergio Pablos: «Nuestro talento puede crecer al margen de Disney»
El director de «Klaus», nominada a los Oscar en la categoría de película de animación, habla de su pasión por el dibujo y el cine
Las figuras de cartón del carpintero Klaus y el cartero Jesper parecen los guardianes de estas salas hoy vacías y que no hace tanto bullían de actividad: trescientas personas de veinte nacionalidades diferentes vertían su talento en Klaus , la película de animación española nominada para los Oscar , en la sede de SPA Studios en Madrid. Al frente del equipo, Sergio Pablos , verdadero hombre orquesta: director, animador, guionista, productor... hasta actor de voz. Nacido en Madrid en 1970, estudió en el Instituto de las Artes de California, trabajó en los estudios Disney diseñando personajes de El jorobado de Notre Dame , Hércules o Tarzán y creó la historia de la rentabilísima franquicia Gru, mi villano favorito . El éxito de la brillante Klaus , que cuenta el origen de la leyenda de Santa Claus o Papá Noel , ha situado definitivamente a nuestra animación en la liga de los grandes.
Guiños a clásicos
¿Cuál es el «big bang» de Sergio Pablos?
Ocurrió muy pronto. Recuerdo que viendo El libro de la selva en un cine de verano empezó a llover. Mis padres sugirieron que había que irse, a lo que me negué, así que permanecí en mi sitio calándome mientras los demás se ponían a cubierto. Con cinco años me encantaba dibujar, y cuando mis padres me revelaron que las películas de animación se hacen con dibujos mi mente entendió que no había mejor trabajo en el mundo. «Cuando sea mayor voy a ser como Walt Disney», decía. Con 19 años lo seguía repitiendo, de modo que ellos tuvieron que buscar la manera de facilitarme esos estudios en el extranjero, ya que en España era complicado.
En «Klaus» se adivinan guiños a «Pesadilla antes de Navidad», de Tim Burton, como ese pueblo lleno de frikis.
Son muchas las influencias, y algunas aparecen de forma consciente y otras inconscientemente. Cuando quisimos hacer un pueblo que diera un poquito de grima y de miedo, obviamente pensamos que le pegaba el universo de Tim Burton. Es nuestro pequeño homenaje, puesto al servicio de lo que haga funcionar la historia que queremos contar, que es lo importante.
En los títulos de crédito se puede comprobar que usted hace de todo, hasta pone voz a algunos personajes.
Es lo que hay. Los hijos de los jefes de los clanes rivales que se pelean en el pueblo son dos niños superdesarrollados que apenas tienen diálogos: ella dice «mío, mío» y él solo gruñe. Para poner voz a la niña probamos con chicas de 20 años durante el casting de rodaje, pero decían «mío» como si estuvieran anunciando pasta de dientes, y necesitábamos otro rango, otra potencia de voz. «Hacedlo como yo», les decía, pero no lográbamos los resultados apetecidos, así que vino mi editor y me convenció: «Sergio, al final el que mejor lo hace eres tú, así que vamos a pitufar tu voz, y listo. Y ya que estás, haz también los gruñidos del niño». No sé si en los tiempos del Me Too esto es políticamente correcto, pero funcionó.
Dibujo tradicional
¿Se encuentra más cómodo escribiendo o dibujando?
Por encima de todo soy dibujante, de modo que la respuesta es clara. Me siento como un extranjero en el guion, pero descubrí que tardaba menos en resolver los problemas que surgían escribiéndolo yo mismo que pasando páginas con anotaciones a los guionistas. Es complicado porque estás cubriendo muchos frentes. Es cierto que disfruté mucho haciendo el storyboard .
En plena era digital, usted es un defensor del dibujo tradicional en 2D.
Cuando llegó la animación digital fue como estar en una encrucijada con dos caminos: ahora podemos hacer películas así o así. La industria fue muy rápida en definirlo como una evolución, prescindiendo de técnicas pasadas. Yo nunca acepté sus argumentos sobre las preferencias del público, porque si la gente solo quería ver animación digital... ¿dónde metes los batacazos comerciales que se han producido? Cuando Disney intentó reflotar la animación tradicional se apoyó mucho en la nostalgia, hacían películas con el mandato de que se parecieran a las de los 90, pero creo que la nostalgia no es suficiente. Y yo, que trabajé en aquellas películas, puedo asegurarte que entonces se innovaba. Mi objetivo con Klaus fue hacer una animación 2D mejorada, que mirase hacia adelante superando la limitación del medio.
Industria propia
Nominan a «Klaus» para el Oscar a la mejor película de animación y, de repente, el gran público descubre que en España somos capaces de hacer estas cosas.
Me sorprende que, hasta el momento, nos haya bastado con que animadores españoles trabajen en Disney o Pixar, cuando su talento puede crecer al margen de los grandes estudios. Vale, aquello puede ser un motivo de orgullo, pero también deja al descubierto el drama de que no hay estructura ni inversores en España que procuren que ese talento pueda desarrollarse aquí, que no apliquemos lo que hemos aprendido para crear una industria propia. Es muy atractivo trabajar allí, pero también sería muy bonito realizar proyectos sin tener que irse al extranjero.
¿Qué me dice de sus rivales para la estatuilla?
Que son muy fuertes. No hay ninguno del que pueda decir «pues somos mejores». Todos aportan algo interesante, desde un Toy Story 4 que es para quitarse el sombrero, ya que todavía son capaces de emocionarnos, hasta una película de animación para adultos, ¿Dónde está mi cuerpo? , que me encanta. Hay animación en stop motion ( Mr. Link, el origen perdido ), digital... No hay vergüenza en perder con ninguno de ellos.