LIBROS
Sergio del Molino o cómo reírse de uno mismo
«La piel» es el último trabajo del autor madrileño, donde se reinventa y da otra vuelta de tuerca a la literatura autoficcional
Sergio del Molino (Madrid, 1979) cambia en cada libro que publica y, sin embargo, lo fundamental de su estilo permanece. Tal estilo viene definido por haber conseguido una voz personal que se transmuta de libro a libro. En un ensayo dedicado a ciertas obras de Javier Marías y Enrique Vila Matas defendí hace años el concepto de «Figuraciones del yo», que entendía más comprehensivo y adecuado que el de autoficción, tan de moda entonces. En La piel pueden seguirse diferentes modulaciones de figuración, en que está incluida la autoficción.
En ninguna de esas figuraciones se abandona nunca la que considero más importante y que cruza todo el libro: un yo reflexivo coincidente con el tratamiento ensayístico (así se hace, en un espléndido capítulo que funciona como verdadera monografía del cromatismo de la piel como fundamento de los racismos) o bien un yo novelesco, como cuando recorre un episodio tomado de la vida de John Updike o bien el crítico literario cuando proclama lúcidamente la unidad fundamental de Nabokov.
Crueldad de Stalin
Lo mejor que tiene ese yo reflexivo es que es caprichoso, de escritor. Eso le permite ser exagerado si quiere, por ejemplo, cuando atribuye a la enfermedad de la psoriasis , que es el leitmotiv de la obra, la extremada crueldad de Stalin. Ese Grand Dictador en la buscada soledad de su piscina de Sochi, es imaginario, no precisa justificarse. Más importante que la verdad histórica, sea sobre los manuscritos de la ciudad de Qumrán, o sobre la soledad de Cindy Lauper, es la perspectiva, la mirada de escritor que sabe que una metáfora vale por todas las palabras.
Esa condición estilística de la figuración hace que cada capítulo sea leído como ensayo literario, no como monografía deudora de fuentes (que constata al final) o de exactitudes. No es seguro que Stalin, Nabokov o Updike fueran así, cuando Del Molino los atrapa. Lo importante es que el lector no necesita que sean ahora de otra manera.
Profundidad de la mirada
Hay otra condición de su estilo y opiniones que entiendo muy importante y saludable en los momentos que vivimos. Es la condición de libertad de la palabra y de la mirada que desde lo políticamente correcto han dejado de tener tantos y tantas en la cultura de hoy. Quizá entienda el lector lo que le digo si reproduzco una sola de sus muchas reflexiones, dicha como quien no quiere la cosa: «El bolchevismo era puritano, como todo movimiento que se debe a una causa superior». El puritanismo sería definido hoy por Ortega como el tema de nuestro tiempo . Y Sergio del Molino se zafa de él riendo, porque esa es otra condición de su yo figurado, es de los pocos escritores que te hacen reír, porque se ha reído antes de sí mismos. La profundidad de su mirada, siendo personal, abraza al lector, quien se siente concernido por su dolor y su risa en un libro decididamente espléndido.