LIBROS
En el seno de la comunidad menonita
Los ultraconservadores menonitas desprecian a las mujeres. Miriam Toews parte de un hecho real para describir esta situación
Entre 2005 y 2009, las mujeres de la comunidad menonita ultraconservadora de Manitoba, en Bolivia, fueron agredidas sexualmente por un grupo de hombres que entraba furtivamente en sus casas por las noches, las drogaba con un anestésico para caballos y las violaba. Las mujeres despertaban sangrando, magulladas y sin recordar nada. Los hombres les decían que era un castigo de Dios por su mala conducta, que había sido el demonio o que era producto de sus fantasías. Este libro nace de aquel suceso. En Ellas hablan , Manitoba se convierte en Molotschna y Miriam Toews (Canadá, 1964) fabula qué hubiera pasado si esas mujeres hubieran podido tomar sus propias decisiones.
Aprovechando que los hombres han ido a la ciudad a pagar la fianza de los agresores, las mujeres se reúnen para ver qué medidas tomar. Tienen dos días, el tiempo que tardarán los hombres en volver; saben que a su regreso, están obligadas a perdonar a sus violadores. Han dibujado las opciones -no saben leer ni escribir y sólo hablan Plautdietsch, un alemán arcaico- sobre las que discutirán: no hacer nada, quedarse y luchar o marcharse. Las mujeres han elegido a dos familias, las Friesen y las Loewen, para que lo discutan: tres generaciones que defienden opiniones distintas y que tendrán que decidir qué hacer.
Con los animales comparten el hambre y el miedo, más de lo que comparten con los hombres
El libro es una larga conversación entre estas ocho mujeres, llena de humor y ternura , donde quedan expuestas las contradicciones a las que se enfrentan. Quienes tienen una mentalidad más abierta tratan de iluminar a las otras, que permanecen en la oscuridad de la caverna sin cuestionarse más. Pronto el debate se centra en la identidad como núcleo esencial: estas mujeres necesitan saber qué son y qué quieren ser , y hasta que no lo sepan no podrán tomar ninguna decisión.
Pequeño triunfo
Para empezar, ni siquiera tienen claro si son miembros de la comunidad o no: cómo van a serlo, dice una de ellas, si están al mismo nivel que los animales que crían; si deben obedecer las órdenes de cualquier hombre mayor de catorce años, que puede tomar decisiones por ellas aun siendo un niño. Con los animales comparten el hambre y el miedo: más de lo que comparten con los hombres.
Discuten mucho, pero poco a poco van alcanzando acuerdos , pequeños escalones que suben juntas y que no tienen vuelta atrás. Cada uno es un pequeño triunfo de la comunidad. Sus pretensiones conforman un manifiesto: quieren pensar por sí mismas . No ser tratadas como mercancía. El miedo a un futuro desconocido, la búsqueda de la justicia y la ilusión de una vida mejor articulan esta conversación, en la que Platón y la ética socrática están presentes y que reflexiona sobre el poder de la comunidad y la capacidad de perdonar. Mientras, intentan resolver las dudas: ¿deben perdonar a sus agresores? ¿Podrán hacerlo? ¿Tendrán que marcharse? ¿Será una marcha o una huida?
Toews, que vivió en una colonia menonita hasta los 18 años, no ha querido recrear lo sucedido, ampliamente documentado en la prensa, sino que ha querido dar voz a estas mujeres que ni siquiera pudieron preguntarse si podían perdonar y que tuvieron que seguir con sus vidas como si nada hubiera pasado.