CINE
Scorsese: el cineasta de la culpa, la violencia y la mafia
El realizador neoyorquino, autor de películas como «Taxi Driver», «Toro salvaje» o «Uno de los nuestros», ha dejado una huella indeleble en la cultura cinematográfica. Repasamos los argumentos y motivaciones de su inmenso legado
![Martin Scorsese](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2019/12/06/scorsese-martin-kx9B--1248x698@abc.jpg)
Pocos directores contemporáneos resultan tan omnipresentes en la cultura cinematográfica como Martin Charles Scorsese . Un creador total, al estilo de Chaplin y de Welles , cuyo principal rasgo de estilo visual y dialogal es una neurosis acelerada que él mismo lleva como signo de su propia vida y forma de expresión durante muchos años. El estudio sobre el sentimiento de culpabilidad, el origen de la violencia, el crimen organizado, son constantes de su obra, con una primera etapa experimental tras sus escarceos con cortometrajes universitarios, que abarca desde Who’s Knocking On That Door (1967) hasta Taxi Driver (1976), en la que el embrión del Scorsese que será queda explicitado en unos pocos argumentos y personajes: el sindicalismo y la delincuencia en la Gran Depresión en Boxcar Bertha (1972), la amistad llevada a los ambientes de la mafia neoyorkina, a los antros y el detritus urbano que pisoteaban Charlie y Johnny Boy en Malas calles (1973), los sueños rotos de la cantante de Alicia ya no vive aquí (1974).
Aquellas películas llevaban dentro algo que sobrecogió a la sociedad americana de principios de la década contestataria, que se vio reflejada en los personajes de Ellen Burstyn, Harvey Keitel, De Niro y Barbara Hershey . En ellas se desarrolla un Scorsese rebelde, que golpea a la sociedad tal y como ella golpea a su gente, y descubriendo el lenguaje cinematográfico con el que iba a crear un estilo propio, casi un género en sí mismo: cuando llega un estreno con su firma, aunque sea una película de encargo, todos vamos al cine a ver la última de Scorsese, como ocurre con Woody Allen o con Coppola , coetáneos con los que firmó aquella maravillosa obra en tres compases llamada Historias de Nueva York (1989) con un pintor imposible, una niña sin calor de familia y una madre que se aparecía en el cielo para seguir marcando a su hijo en el Manhattan de los «italianamericans».
Noche neoyorquina
Taxi Driver fue un aldabonazo en las conciencias norteamericanas que superó a todos los títulos denunciantes en aquellos años de la difícil reintegración en la sociedad de los ex combatientes de Vietnam. Supone la irrupción del Robert de Niro más inspirado, la película que le convirtió en mítica pareja artística con Scorsese. Nunca la noche neoyorkina ha tenido ese aura de tristeza y fatalismo, de violencia tras cada pliegue de sus calles. Los demonios interiores de Travis Bickle han sido comparados con los del Ethan Edwards de Centauros del desierto .
![«TAXI DRIVER». Robert de Niro construye un personaje enfermo por sus demonios interiores que lo convierte en mítica pareja artística de Scorsese](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2019/12/06/taxi-driver-kUTG--510x349@abc.jpg)
Los guiones del puritano Paul Schrader le dan a Scorsese la garantía de conectar con temas y atmósferas que a ambos les son comunes. Taxi Driver fue el primero, pero le siguieron en su fructífera colaboración Toro salvaje (1980), La última tentación de Cristo (1988) y Al límite (1999). Con Jay Cocks prefirió componer los guiones de su cine «de época»: la estilizada La edad de la inocencia (1993) en el Nueva York de las familias acomodadas en el siglo XIX, y la vigorosa Gangs of New York (2002), que supone la primera piedra del fresco desordenado en el tiempo pero plagado de verdad que conforman las obras dedicadas por el director de Queens a la mafia: son las películas más fascinantes del cine americano de los últimos 30 años como Uno de los nuestros (1990), Casino (1995), Infiltrados (2006) y la recién estrenada El irlandés (2019). Scorsese ha contado la historia de un país a través de su delincuencia, tal y como John Ford lo hizo a través de la épica del Oeste o Vincente Minelli utilizó los musicales para retratar una generación de americanos.
Otros registros
Martin Scorsese siempre ha buceado en sus orígenes, como demuestra la entrevista a sus propios padres para que explicaran cómo llegaron a Little Italy. Tanto le absorbe su ciudad, en uno de cuyos guetos para inmigrantes creció, que la ha retratado oscura y reluciente. De las luminarias de New York, New York (1977) a las noches de pesadilla casi gótica, como aquella que atraviesa Griffin Dunne en After Hours (1985). Cuando ha versionado a sus clásicos no ha convencido: El cabo del miedo (1991) adolece de todo lo que podía presumir el inquietante original de J. Lee Thompson ; cuando ha preferido ofrecer una visión propia del clasicismo, lo ha clavado: El color del dinero (1986) coloca al solitario Eddie Felson ante un discípulo que complementa el planteamiento de Robert Rossen.
![«GANGS OF NEW YORK». Impresionante fresco que narra el choque entre «nativos» e inmigrantes irlandeses en los Five Points del bajo Manhattan](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2019/12/06/gangs-ny-kUTG--510x349@abc.jpg)
Su registro cambia cuando adapta el libro de Jordan Belfort El lobo de Wall Street (2013). Lo hace sin dar respiro al espectador, cogiéndole por las vísceras en el minuto uno y no soltándole hasta que terminan los muchos minutos del film, ofreciendo un rompecabezas esquizofrénico de la vida que Belfort llevó hasta que el sistema (el mismo capitalismo que le dejó crecer) le hizo caer por sus trampas. Tras ella, Scorsese ha visto cómo se condenaba al ostracismo una de sus grandes obras recientes, Silencio (2016), sobre la fe y la intolerancia religiosa contra los cristianos en extremo oriente. La obsesión por la religión marca su obra, la atraviesa como una lanza en el costado. Un recorrido vital en el que Martin estudia para convertirse en sacerdote, y en el que pierde y recupera varias veces la fe hasta creer que los pecados no se redimen en la iglesia, sino en las calles.