LIBROS
Scanlon y el pozo de agua en el desierto
El pensador norteamericano reflexiona con solidez y dialoga con otros filósofos en torno al controvertido asunto de la desigualdad
Al comienzo del filme Lawrence de Arabia , de David Lean , se narra un episodio que pareciera servir de ilustración a la teoría del filósofo John Locke sobre la propiedad y los límites al derecho de las desigualdades. Lawrence cabalga deshidratado en el desierto junto a su guía, un musulmán de la tribu hachemita, y se abalanzan sobre un pozo de agua. Mientras sacian su sed, una diabólica sombra de pesadilla se lanza sobre ellos desde el horizonte. Se trata de Kharihs, quien mata al hachemita con un certero disparo. Ese pozo pertenece a la tribu Harith y se le puede quitar la vida al miembro de cualquier otra etnia si pretende beber de su agua. Locke puso un ejemplo análogo para señalar las restricciones de la propiedad y la desigualdad : ambas eran legítimas siempre que no causasen daños a los demás. No era válida -decía- la propiedad privada de un solitario pozo de agua en el desierto. Esta conocida «Estipulación de Locke» no reclamaba, pues, ningún igualitarismo, sino que indicaba las condiciones en que la propiedad o la desigualdad se hacían intolerables.
Esta es la línea que desarrolla el profesor Thomas M. Scanlon (Indianápolis, 1940) en ¿Por qué importa la desigualdad? , siguiendo el pensamiento contractualista anglosajón . Para muchos, la pregunta que plantea este libro posee una respuesta mecánica: la desigualdad importa porque es en sí misma injusta, y su formidable incremento durante la actual globalización llega a amenazar nuestra estabilidad política y compromete el futuro de las instituciones democráticas. Tampoco faltan los pensadores que sostienen todo lo contrario. Es decir, las virtudes de las desigualdades -caso de Nozic-, siempre que se sustenten en la libertad, la propiedad lícita y los esfuerzos y méritos personales.
Réplicas exhaustivas
La reflexión de Scanlon rechaza ambas posiciones. Contra Nozick ya escribió un breve pero contundente ensayo en 1976, y desde entonces el mundo académico aguardaba una réplica mucho más exhaustiva, como la que ahora acaba de ver la luz. Frente a los igualitaristas a ultranza, a su vez, el docente de Harvard nos advierte del peligro de embestir contra cualquier desigualdad desde sentimientos viscerales, alentados por pasiones como la envidia, la ira, el odio o el resentimiento.
Advierte del peligro de embestir contra cualquier desigualdad desde el sentimiento visceral
La obra de Scanlon explora, por el contrario, con una sistemática e irreprochable racionalidad cuáles son las desigualdades positivas y cuáles son las ultrajantes, al causar un daño a los demás -el propietario del pozo en el desierto-, y quebrar así la igualdad moral entre los seres humanos. Sería el caso, por ejemplo, de la desigualdad causada por la diferencia de estatus entre castas, razas o géneros. Asimismo, la desigualdad económica cuando sirve para sojuzgar a otras personas, destruir la igualdad de oportunidades o influir en el curso de la política y en la elaboración de las leyes, viciando de raíz los pactos sociales.
Scanlon incluso refuta ejemplos de Nozick basados en el mérito personal: un deportista con habilidades formidables o el científico creador de una valiosísima vacuna. Muchos de estos logros nacerían de ventajas en el punto de partida, o bien sus conquistas deben retribuirse con la admiración, la alabanza o el reconocimiento colectivo, pero no con cuantiosas recompensas económicas.
Largamente esperado, Scanlon nos entrega un tratado exhaustivo, con un minucioso análisis de aquellas desigualdades que merecen un repudio severo. Dado este carácter metódico, sorprende que no haya incluido en su meditación un factor más: la violencia . La ley del más fuerte, la extrema crueldad, el crimen, son fuentes inagotables de desigualdades indefendibles. Bien lo comprobó Lawrence de Arabia cuando el diestro disparo de fusil de Kharish volaba la cabeza del hachemita por beber de ese simbólico pozo de agua en el desierto que debería ser de todos.