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«Salvar los medios de comunicación», ¿cuánto vale la libertad de prensa?

«Salvar los medios de comunicación» es el elocuente título de este ensayo de la economista Julia Cagé. Un repaso por la historia reciente y futura de la «industria» informativa

Secuencia de la película «Spotllight», dirigida por Tom McCarthy

CÉSAR ANTONIO MOLINA

«Buenas noches, y buena suerte», película dirigida e interpretada por George Clooney, es una de las mejores y más didácticas cintas dedicadas al periodismo, en este caso el audiovisual. La historia del filme, así como la del propio periodismo, podría resumirse en la escena en la cual el director de la cadena norteamericana de televisión, y el del programa informativo, suben en un ascensor y el primero le confirma al otro que cuenta con su apoyo, pero que desconoce si las compañías anunciantes harán lo mismo. Exactamente igual sucede en la oscarizada « Spotlight » dirigida por Thomas McCarthy . A lo largo de la historia, difícil y convulsa historia de la libertad de prensa, la censura fue el principal enemigo e, inmediatamente después, por otros motivos, la economía. Un elemento de presión pero también inherente a los costes de este tipo de empresas. La historia del periodismo, o al menos una parte importante de esta historia, la menos heroica, es el relato de la permanente carencia de recursos económicos para poder llevarla a cabo con independencia y libertad.

Crisis económicas

Las hojas periódicas impresas siempre estuvieron controladas por los depósitos previos, las multas y los ataques económicos a los promotores. La violencia inicial fue sustituida por la guerra fría económica. A pesar de la democracia, a pesar de que la información y la opinión son pilares esenciales de este sistema, no han dejado de padecer permanentes crisis económicas que han ido abatiendo multitud de cabeceras. La información siempre ha sido costosa. Las antiguas empresas periodísticas mantenidas por sus propios recursos y beneficios están en vías de desaparición. Este proceso de crisis desesperada, consustancial durante siglos con esta heroica profesión, se debe hoy a la caída vertiginosa de ventas, la desaparición de los suscriptores, la sangría publicitaria , así como las nuevas tecnologías.

La concentración del poder informativo en pocas manos se está comenzando a abrir a una multiplicidad de grupos: empresas, pequeños accionistas o lo que se conoce ahora como financiación participativa, fundaciones sin ánimo de lucro y con grandes desgravaciones fiscales, así como el apoyo del Estado a través de diferentes fórmulas que impidan su permanente deseo de influencia en la redacción. Muchas veces las cabeceras de los periódicos han pasado a formar parte de empresas de otros ramos de la producción, por ejemplo, las cercanas a las finanzas y al mundo inmobiliario. Y este forzado hermanamiento con la prensa ha ido siempre en su detrimento y, por supuesto, coartando su independencia .

Concentración

Cabeceras tan simbólicas como « Le Figaro «, «Le Monde» o «Liberation» han concentrado en estos últimos años el poder en pocas manos y han experimentado grandes tensiones en sus respectivas Redacciones debido a cuestiones ideológicas y laborales. Pero también hay otros modelos empresariales como «The Guardian» (fundación) o «Ouest-France» (asociación). En la fundación los donantes no pueden recuperar sus aportaciones, y su derecho a voto es igual al de otros donantes minoritarios. Este tipo de accionariado múltiple, diversificado , en el cual la mayoría de los votos no están en manos de una minoría de individuos, ofrece, en apariencia, una mayor libertad. La asociación, o la denominada sociedad de medios de comunicación sin ánimo de lucro, funciona como una mezcla entre las fundaciones y la sociedad por acciones.

Hay una aportación de capital que no se devolverá, ni tampoco los dividendos; mientras que los derechos de voto serán proporcionales para equiparar a los pequeños con los grandes accionistas. Además el medio de comunicación se beneficiará de desgravaciones fiscales.

Dentro de esta estructura se agruparían el «crowfunding», las sociedades de lectores y trabajadores, los pequeños colaboradores y las ayudas del Estado. El mundo digital, económicamente, no ha sido capaz todavía de sustituir al papel. La falta del canon público para ayudar a las televisiones, sobre todo las estatales (hay excepciones como la BBC), ha reducido su capacidad. La invasión de las pantallas frente al papel es gigantesca. La información se obtiene de todos estos lugares de una manera más rápida, densa, barata y continuada. La información, hoy en día, es inmensa e inconsumible. Una información cada vez más en bruto, sin fuentes respetables, y menos analizada. Además de los problemas económicos ya reseñados, la piratería es otra gangrena . Los medios de comunicación también han sido puestos en entredicho muchas veces en la democracia. Desconfianza ante cabeceras, grupos económicos y políticos que los influyen. Desconfianza en algunos dueños caprichosos, y el ánimo de lucro impuesto por los accionariados que los compran y venden según sus intereses.

«Salvar los medios de comunicación». Julia Cagé

Presentación: T. Piketty. Ensayo. Anagrama, 2016. 144 páginas. 14,90 euros

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