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«Rumbo a Tartaria», viaje por el viejo vientre de Rusia
El tan brillante como controvertido periodista y corresponsal de guerra Robert D. Kaplan se aventura en territorios que hoy, con conflictos como el de Siria, cobran máxima actualidad
![Robert D. Kaplan, autor de «Rumbo a Tartaria»](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2017/02/27/Fotokaplan-kmQ--620x349@abc.jpg)
Robert D. Kaplan (Nueva York, 1952) no se fía de los mapas. Cuando comienza su viaje en Budapest «rumbo a Tartaria», su anfitrión, Rudolf Fischer -un sabio experto en los Balcanes- le recomienda que para reconocer a simple vista la zona por la que se va a aventurar descarte los mapas posteriores a 1989 y elija más bien los del siglo XIX , que aún marcaban los límites de los imperios austrohúngaro, ruso y otomano. La caída de aquellos imperios fue seguida por la creación de pequeños Estados nacionales con fronteras marcadas a veces por el reparto de zonas de influencia de las potencias europeas o por la creación de Estados sobre una base étnica. En el primero de los casos se impuso el absurdo, en el segundo la violencia racial y nacionalista. No se sabe cuál de las dos opciones ha sido más perniciosa.
El viaje de Kaplan comienza en Hungría y termina en Turkmenistán. Fue un periplo realizado en 1998 y escrito en 2000. Podríamos decir que es un viaje por el bajo vientre de Rusia tras la cataclísmica caída de la Unión Soviética.
Gran curiosidad
A veces Kaplan nos evoca la figura de un sagaz viajero a cuenta de la Roma de César Augusto que explora los peligros y oportunidades que se abren más allá de los conocidos límites del imperio. Se adentra en esos pequeños reinos en los que se eclipsa la vieja URSS e indaga hasta qué punto convendría que el poder incólume de una OTAN bajo el incontestable poder norteamericano se haga cargo de ellos.
Pero Robert D. Kaplan, además de leal explorador al servicio del imperio, ha sido y es periodista de raza y un rastreador de una curiosidad inmensa y sin prejuicios . Aquí es donde el maravilloso relato de sus periplo se asemeja al de un Herodoto aventurándose en tierra incógnita para traer a sus contemporáneos noticia de la inmensa variedad de la humanidad. Viaja en autobuses y trenes destartalados y se aloja siempre en hoteles situados en el centro más bullicioso de la ciudad, sin importarle si las cucarachas corren alegremente por entre las patas de la cama. Su objetivo es buscar la verdad y preguntar por ella a quien mejor cuenta le pueda dar.
Pragmático
Los capítulos dedicados a Turquía, el Líbano y Siria son de una sagacidad premonitoria. En Beirut, cuando pregunta sobre si el régimen de los Al Assad tiene futuro (estamos en 1998 y Hafez, padre de Bashar, aún tiene el mando), Elias Khoury, escritor, columnista de An-Nahar, responde: «Espero que no. No obstante, por desgracia un régimen así podría tenerlo. Estos regímenes han conseguido destruir no solo sus sociedades, sino también toda alternativa. Como no hay posibilidad de que sobreviva una alternativa, tal vez hay que elegir entre control total y caos total ».
No menos estremecedor es su visita a la localidad jordana de Zarqa, cuyo deprimente recuerdo le persigue incluso en Turkmenistán: «Me acordé de Zarqa, la caótica aglomeración urbana -con sus hordas de adolescentes en paro típicas de la población de Jordania-, donde es posible que esté escrito el futuro de Oriente Próximo». La reflexión pone los pelos de punta porque en Zarqa se crio y formó Abu Musab al Zarqawi, el salvaje yihadista que creó la banda de asesinos que con el tiempo se transformaría en Daesh.
«Rumbo a Tartaria». Robert D. Kaplan
Ensayo. Trad. de Ramón Ibero Iglesias. Malpaso, 2017. 480 páginas. 24 euros