JAZZ
«Rubberband», el Santo Grial de Miles Davis
El álbum perdido del legendario trompetista estadounidense ve la luz 33 años después de que el productor Tommy LiPuma lo metiera en un cajón. Un sonido de callejón del Bronx que quería hermanar el jazz con el soul, el funk y la música disco
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Todo en torno a Miles Davis , incluida su autobiografía, es realismo mágico. Los datos registrados a veces coinciden, otras difieren, lo que demuestra que la verdad e incluso la Historia es siempre parcial y cercana al mero relato. He aquí uno de lo más sorprendentes, el que cuenta las desventuras de una pérdida y un encuentro con final feliz: Érase una vez, en una cámara acorazada, un «álbum perdido», algo así como el santo grial del jazz, que se llamaba Rubberband .
Y esta es su historia.
Una tarde de verano de 1985, Miles Davis (Alton, Illinois, 1926 - Santa Mónica, California, 1991)toma una decisión dura, dejar Columbia por Warner, después de treinta años de noviazgo en los que ha revolucionado por tres veces la historia de la música moderna, primero con el cool , luego con el free form y por último con su etapa eléctrica. En las oficinas de su nueva compañía hay un hombre ambicioso y sin escrúpulos. Se hace llamar Tommy Lipuma , y se ha ganado el prestigio trabajando con artistas como George Benson, Al Jarreau o The Yellow Jackets . Miles, para su estreno, realiza numerosos contactos con estrellas de la talla de Bill Laswell, George Duke o Steve Porcaro , del grupo Toto, de quien Miles se apropia «Human Nature», llevada al escenario reiteradas veces. Hasta el propio Prince le envía una pista a Miles. Pero el personaje principal con el que contacta es el guitarrista Randy Hall , amigo de la infancia en Chicago del sobrino de Miles, el batería Vince Wilburn Jr. , que montaron aún adolescentes la banda AL7.
Espantar demonios
En 1980 Miles anda encerrado en su casa de Nueva York, conviviendo con sus múltiples demonios y fantasmas. Hasta que una mañana aciaga, escucha un tema de AL7 llamado «Space» que lo deja perplejo mirando la bahía. Esto es lo que necesitaba. Llama a su sobrino y se trae al cuarteto, Hall, Wilburn Jr., el teclista Robert Irving III y el bajista Felton Crews a su siniestro palacio, que de pronto se llena de luz y savia joven .
Construyen doce temas, pero el álbum de 1981, The Man With The Horn , incluirá sólo dos, una de pegada disco y una lenta. Suficiente para meter a Miles una avispa imaginen por dónde y hacerlo volver a la vida. El caché de Hall se dispara gracias a Miles, y el productor Ray Parker Jr. le produce I Belong To You en 1984. Ya nos vamos aproximando.
Al año siguiente lo encontramos en Los Ángeles, en Ameraycan Studios , locales que Ray Parker Jr. regenta en North Hollywood. Y será ahí, durante las sesiones de Love You Like A Stranger , el segundo disco del joven Hall, cuando recibe la llamada de Miles. Quiere que trabajen juntos. Hall acepta, bastante asustado, se trata de Miles, la mayor de las leyendas vivas del jazz, así que pide ayuda al músico Attala Zane Giles . Miles les cuenta que ha tenido una iluminación, quiere buscar lo que se esconde detrás del sonido de la calle, crear música áspera, sucia, exploratoria, carnal, intrusiva .
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La primera sesión data del 17 de octubre de 1985. Graban Rubberband con Mike Stern, músico de la banda de Miles, incorporando guitarra eléctrica. Varios músicos entran y salen de los estudios, aparte de Miles, Hall y Giles, para tocar la guitarra, el bajo y los teclados. Entre ellos los teclistas Wayne Linsey, Neil Larsen y Adam Holzman , los saxofonistas Glenn Burris y Michael Paulo , los bajistas Felton Crews y Cornelius Mims , el percusionista Steve Reid y Wilburn Jr. a la batería. El ingeniero no es otro que Reggie Dozier , de los Dozier de toda la vida.
A Miles se le ve contento, dibuja bocetos para la portada sintiendo que todo está bajo control, observando con optimismo el paso del invierno, hasta que, en enero de 1986, dan el trabajo por terminado. Entonces, apareció el productor Tommy LiPuma . A LiPuma no le gustó un pimiento: «No oí nada», dijo, «para mí, era como si nada estuviera pasando». Ese sonido de club de alterne, de callejón del Bronx, de trapicheo en solares abandonados, de chiringuito de Acapulco plagado de espaldas mojadas, era la antítesis de las refinadas producciones firmadas por LiPuma. Se negó a sacarlo a la venta y lo metió en un cajón.
Mezcla de estilos
Ahora podemos disfrutar de este singular trabajo, ligeramente remozado, ya que Warner lo publica en todo el mundo. Hasta aquí la historia. Pero, ¿qué contiene el disco? En ocasiones, como «Rubberband of Life», recuerda a Herbie Hancock. «This is It» es un muestrario de la elegancia de Miles, entre guitarras eléctricas a lo Prince y teclados infernales.
La sorpresa es «Paradise», con su guitarra caribeña, un cruce entre lambada y samba, con marimba y la trompeta de Miles deconstruyendo «La Isla Bonita». Sigue una lenta para la pista, «Emotional», . «Give It Up» es un funky con mecánica Kraftwerk, riffs de guitarra y lap de bajo a la vieja usanza. «Maze» es una cascada rítmica donde la guitarra eléctrica se turna con la trompeta en una pendiente resbaladiza. «Carnival Time» arranca con la trompeta y las congas, para abrirse por capas hacia una telaraña sónica, como un James Brown en plena coreografía en el Apolo, medio siglo después. «What We Make Together» comienza con Miles a la trompeta y voces masculinas en un medio tiempo que suena retro-soul, clásico en las hechuras de los vientos y las armonías vocales. «See I See» es intrigante, con un wah-wah marca de la casa, percusiones, bajo punteado , ascendiendo despacio. «The Wrinkle» es una pieza extensa, volátil. Y termina la sesión con «Rubber Band», la número once, que sintetiza los hallazgos anteriores, con mayor presencia de la guitarra eléctrica solista.
Rubberband , en fin, supone una cruel ucronía , y tal vez nos advierta de un hito más que Miles no llegó a consumar: el de la apertura hacia el jazz en el vientre de la rica herencia del soul, el funk y la música disco. Por suerte o por desgracia, tras la negativa de LiPuma, Miles siguió otro camino, aunque algunos de estos temas se los llevó en las alforjas y los interpretó en directo , como venganza, el resto de su vida.