LIBROS

Roger Eatwell: «La palabra fascismo es un insulto que se utiliza con demasiada ligereza»

Especialista en investigar desde hace décadas el fascismo y el populismo, acaba de publicar, junto a Mattew Goodwin, «Nacionalpopulismo» (Península)

Roger Eatwell (Londres, 1949), durante su reciente visita a Barcelona Pep Dalmau

DAVID MORÁN

En el arranque de «Nacionalpopulismo. Por qué está triunfando y de qué forma es un reto para la democracia» leemos: «Trump, el Brexit y las revueltas en Europa han alimentado un gran interés por el populismo: qué es, quién lo vota y por qué es importante». Es un ensayo de actualidad casi instantánea en el que las preguntas no hacen más que acumularse mientras Matthew Goodwin y Roger Eatwell intentan despejar las incógnitas y determinar hasta qué punto el populismo y todas sus variaciones han venido (o regresado) para quedarse. El primero, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Kent, llega aquí después de haber publicado algunos libros sobre el Brexit y la derecha británica, pero es Eatwell, académico de prestigio y profesor emérito de Ciencias Políticas en la Universidad de Bath , quien, después de dedicar media vida a investigar el fascismo y los movimientos políticos autoritarios, va un paso más allá para ahondar en un discurso que «presta menos atención a los pormenores de la política y mucha más a las reclamaciones sobre el declive y la destrucción del país».

Su libro se plantea en primer término como un intento por comprender a los votantes de las formaciones nacionalpopulistas y sus motivaciones. ¿Se ha subestimado a estos partidos?

Lo que intentamos decir no es que deberíamos estar de acuerdo con estos partidos, sino que plantean cuestiones legítimas sobre inmigración o pobreza y como respuesta existe una tendencia, especialmente desde la izquierda, de caricaturizarlos de forma injusta. Se les ataca diciendo que son fascistas o simplemente presentándolos como ancianos racistas cuando en realidad son partidos que tienen un apoyo mucho más amplio. De ahí que no nos gusta el término extrema derecha, ya que es demasiado genérico.

Uno de los puntos en común tanto del Brexit como de la victoria de Trump o el ascenso de Vox es que casi nadie lo vio venir. ¿Qué falló?

Creo que hay una diferencia entre el Brexit y Vox. El Brexit, de hecho, fue una sorpresa relativa, ya que si bien las encuestas daban una estrecha mayoría, si miramos veinte o treinta años atrás veremos que los ingleses siempre han sido muy euroescépticos. España, por su parte, era vista como inmune a esa tendencia populista o de extrema derecha tras la muerte de Franco, pero está claro que había un legado que se ha avivado en los últimos años.

«En la recesión de 2008 se produjo un creciente desencanto hacia la política»

Afirma que se ridiculiza este tipo ideas asociándolas al fascismo. ¿Se corre el riesgo de banalizar el término?

Esencialmente, y más allá del debate académico, la palabra fascismo es un insulto que se utiliza con demasiada ligereza. Los profesores, la policía... Todos pueden ser fascistas. En España, por ejemplo, el régimen de Franco tenía tendencias fascistas, pero no se puede decir que fuese fascista a la manera del fascismo italiano o el nacionalsocialismo alemán. Fue un autoritarismo conservador muy cercano a la iglesia, al latifundismo y a los grandes intereses económicos. Pero eso no quiere decir que haya que defenderlo: fue aún más brutal que el fascismo italiano. Fue brutal, pero no fascista. Si nos fijamos ahora en Vox, hay una clara continuación de la tradición de Franco, aunque asumiendo que eso es también una tradición cambiante. El régimen cambió, especialmente por la influencia americana y el turismo, a principios de los setenta, antes incluso de la muerte de Franco, y empezó a liberalizarse. Creo que veremos una nueva imagen con otros matices de lo que fue el franquismo en los próximos 10 o 15 años.

«Veremos una nueva imagen de lo que fue el régimen franquista en los próximos 10 o 15 años»

Se dice en el libro que el ideario nacionalpopulista es anterior a la crisis de 2008, aunque la recesión parece clave para que haya calado en países como Italia, Grecia o España.

Muchos analistas, en efecto, apuntan a la gran recesión de 2008. Otros a las oleadas de inmigración del 2015. La recesión y la inmigración no han hecho más que acentuar tendencias mucho más profundas. Una de ellas sería el creciente desencanto y desconfianza hacia la política y el sistema político. No es solo corrupción: es el elitismo; esa gente que, a pesar de tener trabajo, no ha visto mejorar su estilo de vida y contempla el futuro con preocupación.

¿Cómo encaja el independentismo catalán en esta categoría? ¿Es nacionalpopulismo?

El populismo es visto por algunos académicos como un estilo, una manera de hacer política. Tiende a producir líderes carismáticos, discursos que se identifican con la gente corriente… Así que creo que aspectos del populismo pueden aparecer en muchas partes. Hay políticos que han usado el estilo populista para ganar apoyos, pero es importante no confundir populista con popular. Diría que el nacionalismo catalán es nacionalismo con una parte de retórica populista.

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