LIBROS

«El roce del tiempo», Martin Amis en su gimnasio

Veinte años de artículos, reflexiones de muy variados asuntos, reúne este ensayo en el que emerge el mejor Martin Amis

El británico Martin Amis durante su última visita a España Inés Baucells
Rodrigo Fresán

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Sospechamos que detrás de un cronista hay un auténtico escritor cuando su crónica comienza -por citar solo un ejemplo- con un «Oops suena aún peor -aún más vergonzoso y lamentable- si se dice con acento tejano: suena a algo como Ueps». Y ya no tenemos duda alguna cuando lo que sigue es una serie de postales acerca de la evolución/involución del Partido Republicano de los Estados Unidos en ascendente caída libre hacia «Trumplandia». O cuando la mirada se detiene en la «imponente panza» de Diego Maradona . O se comprende (a partir de enfrentarse a John Travolta) que «los ojos de los actores no parpadean más que cuando los actores les ordenan que lo hagan». O que «Madonna canta, Grace Kelly actuaba. Diana simplemente respiraba» mientras llegan las noticias de la muerte de la Princesa del Pueblo a la mesa del desayuno de un padre explicándole a sus entonces pequeños hijos la magnitud del acontecimiento.

El padre -el cronista, el novelista- es Martin Amis (Swansea, 1949) y todo lo anterior se discute y se analiza y se mira fijo en «El roce del tiempo» reuniendo artículos diversos publicados entre 1986 y 2016. Y, más allá de la diversidad de sus temas hay aquí un hilo conductor: el paso de los años y la fatiga de materiales sobre ciertas por siempre vigorosas obsesiones personales que no por eso dejan, en más de una ocasión (las aproximaciones de Amis al tema del Islam y del fundamentalismo...), de adquirir peso global.

Estilista

Más interesante aún -y volviendo a lo del principio- es percibir en el recorrido de estas no-ficciones sueltas unidas por una misma y poderosa inteligencia cómo van acompañando y nutriendo a las ficciones del propio Amis , desde siempre un narrador muy pero muy «opinionated» a la vez que un destacado estilista en sus «reportes» varios. Así aquí en más de un momento y tramo el propio Amis se propone como personaje de Martin Amis (uno de los textos está compuesto por sus respuestas a las preguntas de lectores de «The Independent») en una suerte de exigente pero fortalecedora sesión de realista «work-out» gimnástico que acabará musculando su imaginación.

Y destaca lo escrito acerca de sus relecturas. Entonces vuelven a aparecer viejos pero nunca olvidados dioses de su panteón particular: Henry James como Gran Novelista Americano, Iris Murdoch devastada por el Alzheimer y Jane Austen y la «darcymanía» como propiedad más que valiosa para el cine y la televisión (recordar la influencia de ambas en el fondo y la forma en la novela de Amis «La viuda embarazada»), los mundos distópicos y entropistas de J. G. Ballard y Anthony Burgess y Don DeLillo, la amistad más allá de la muerte con su hermano de sangre y tinta y opuesto complementario Cristopher Hitchens , la curiosidad por las idas y vueltas de Philip Roth y John Updike, el recuerdo de Philip Larkin (al que, con gran percepción, se define no como poeta de poetas sino como «poeta de novelistas»).

Y el eterno y cada vez más preciso e iluminador retorno a sus dos héroes literarios por propia admisión o «Twin Peaks»: Saul Bellow y Vladimir Nabokov (de especial interés es, a partir de la edición de «El original de Laura», su casi culposa pero inesquivable para él recalibración de la obra y vida del ruso a partir de sus cartas a Véra así como una perturbadora percepción de su insistencia en el tema de la «ninfolepsia» a la que Amis ya casi no puede entender como simplemente artística). Y, claro, el inmortal regreso permanente de esa sombra que no deja de refrescarlo a la vez que lo cubre: la de su propio padre, Kingsley Amis .

Autobiográfico

Todos estos últimos -ya lo ha anunciado Amis- serán protagonistas de la «novela autobiográfica» en la que viene trabajando durante años y en la que, seguramente, se detectarán guiños energizantes y parpadeos vitamínicos de este complemento que es «El roce del tiempo».

Según propia afirmación de Amis -en el cuestionario aquí incluido y antes mencionado- para él su mejor novela , como gustaba de responder Anthony Burgess, es siempre «la siguiente ». Que así sea. Mientras tanto y hasta entonces, aquí van estas marchas rápidas, pero no por eso menos meditadas, seguros de que en «la siguiente» alguien dirá «Oops» al resbalar o al caer o al levantarse para seguir corriendo.

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