LIBROS
Rebecca West retrata a «La familia Aubrey»
Fue rebelde e iconoclasta. Con los años, se ha ganado el lugar merecido: es una de las grandes escritoras del siglo XX
Una de las mejores escritoras británicas del pasado siglo, Rebecca West (Kerry, Irlanda, 1892-Londres 1983) fue una mezcla sumamente brillante y peculiar de Lilian Hellman , Hannah Arendt e Iris Murdoch . De ella aparece ahora la primera parte de una espléndida trilogía semiautobiográfica, «La familia Aubrey» (1956). Novelista, ensayista, periodista, crítica literaria, viajera, pionera del feminismo y ardiente polemista, West aunaría una inagotable curiosidad por ahondar en los más diversos debates sociales y políticos de su tiempo. Tenía una solidísima formación como historiadora, antropóloga y cronista, a lo que añadió unas refinadas, irónicas y muy penetrantes dotes literarias en cualquiera de los escritos que emprendería.
Cada vez más reivindicada, el periodista y reportero americano Robert D. Kaplan escribiría su célebre libro «Fantasmas balcánicos» como homenaje al mítico recorrido que haría West en su día («Cordero negro, halcón gris», 1941) que calificó como «el mejor libro de viajes de este siglo». Por otro lado, de una notable clarividencia política, aun militando en la izquierda, West fue desde el primer momento muy crítica con la tiranía bolchevique, cosa que no sucedió con muchos de sus contemporáneos. Amante de H. G. Wells durante una década , con quien tendría un hijo, oscurecida no pocas veces por grandes pesos pesados de su época como Virginia Woolf y Joyce, West fue una escritora sumamente independiente a la que nunca le gustó militar en causas cerradas e inflexibles.
De una gran clarividencia, desde el primer momento criticó la tiranía bolchevique
Sus relaciones con los movimientos feministas y sufragistas de su época, cuando intentaban llevarla al campo de «las fórmulas encorsetadas y los clichés de propaganda», nunca fueron fáciles, como recuerda en un estupendo libro, y en una espléndida microbiografía que le dedica, la crítica canadiense Michelle Dean («Agudas. Mujeres que hicieron de la opinión un arte», Turner). Una de sus más famosas frases fue: «Nunca he llegado a definir el feminismo. Lo único que sé es que la gente me trata de feminista cada vez que mi comportamiento no permite el confundirme con un simple felpudo». Tampoco el establishment se privaría de criticarla. Virginia Woolf le dedicó un mordaz retrato en 1934.
Artistas excéntricos
En los últimos años han aparecido distintas obras de esta autora. Además de su espléndida novela ambientada en la Primera Guerra Mundial («El regreso del soldado», Herce), en la editorial Reino de Rendonda se publicó otra magnífica novela («El significado de la traición», con un epílogo de Juan Benet, uno de los grandes admiradores de la obra de West, junto a Javier Marías ) y un legendario libro, «Un reguero de pólvora» (1955) que reúne los memorables reportajes sobre los juicios de Núremberg que «The New Yorker» encargó a West.
West compartió con otra gran escritora de su tiempo, Sybille Bedford, los vaivenes de una infancia y adolescencia transcurrida en el seno de una familia de artistas excéntricos, con escasa estabilidad económica. Este es el tema de fondo de la magnífica obra ahora aparecida, «La familia Aubrey». Una familia «inconformista», que «no es como las otras», compuesta por la madre Clare; por Piers, el «impredecible» padre periodista, un soñador y seductor; la narradora Rose y su hermana gemela Mary, así como su hermana mayor, la bella Cordelia, y el hermano pequeño Richard Quin. Además estará el rico y misterioso señor Morpurgo que velará por todos ellos de forma milagrosa. Porque los Aubrey, portadores todos (salvo la convencional Cordelia) de numerosos talentos, están sin embargo muy poco dotados para triunfar en la vida cotidiana . Por tanto las niñas («pequeñas pero astutas como zorros») afilarán un talento añadido desde su más tierna edad: saber notar las sutiles señales de alarma que se ciernen sobre su frágil familia y percibir de antemano los previsibles fracasos paternos y los repentinos cambios de hogar, que tarde o temprano llegarán.