MÚSICA
Raquel García Tomás: «Para gente de mi edad es muy difícil entrar en el circuito operístico»
A sus treinta y seis años acaba de recibir el Premio Nacional de Música. Su trabajo pasa por mezclar muchos lenguajes, por revolucionar los códigos más tradicionales de la disciplina
![Raquel García Tomás](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2020/11/06/garcia-tomas-kAV--1248x698@abc.jpg)
El Premio Nacional de Música , en su modalidad de composición, este año 2020 ha recaído en la barcelonesa Raquel García Tomás (1984). Si no me sale mal la cuenta, treinta y seis años y una larga trayectoria, plagada de retos fuera y dentro de España. García Tomás no sólo ha rejuvenecido estos galardones, sino que también ha abierto las puertas para que la música, la ópera, llegue a las nuevas generaciones.
Enhorabuena por el premio, que supongo habrá sido una muy buena sorpresa.
Muy grata y muy buena sorpresa, porque es lo último que esperaba. Tengo 36 años, y no es lo habitual de estos premios.
No lo es. Parece que se empieza a mirar a las nuevas generaciones.
Creo que sí. Podría haber sido yo la premiada o cualquiera de mis compañeros, porque somos muchos trabajando, muchísimos. Ha habido compositores de mi generación que no nos conocíamos y me decían: «Qué guay. Te sigo. Sé que trabajas mucho». Para la mayoría de nosotros, cuando estábamos licenciándonos y empezábamos a trabajar, vino la crisis de 2007-2008, y tuvimos que irnos a estudiar al extranjero. Esto ha motivado a muchos compositores y compositoras.
Usted misma. ¿Cómo fue esa salida al extranjero?
En mi caso, fue bastante poco meditada, y a veces está bien lanzarse a la aventura, porque estaba acabando mi último año de carrera en Barcelona, y el chico con el que salía entonces ya estaba estudiando en el extranjero. Y me dijo: «¿Por qué no te presentas al Royal College?» Y dije: «Vale». Londres es increíble para estímulos culturales en todas las disciplinas.
¿En qué estaba trabajando en aquellos momentos?
Estaba muy centrada en hacer mi primera ópera, que era mi proyecto de fin de carrera, y no estaba pensando si me iba fuera. Me aceptaron, y creo que fue porque esa ópera en la que estaba trabajando como proyecto de fin de carrera les gustó, les sorprendió que alguien, dicho de una manera clara, estuviera tan loco como para hacer una ópera cuando todavía no se había graduado.
¿Hay que salir de España para ser reconocido y premiado?
Nunca podré saber si el hecho de mi reconocimiento fue porque me fui. No lo sé. Lo que está claro es que yéndome aprendí nuevas cosas, tuve una mejor formación, trabajé en proyectos en los que a lo mejor no habría podido trabajar. No fue tanto el irme, sino el seguir trabajando, seguir queriendo crecer. Evidentemente, el hecho de estar en Londres una vez terminé el máster y empecé el doctorado en creación interdisciplinar, ya marcó un camino. Pero si ese modelo de estudios existiera en España...
«Quiero seguir trabajando allí donde me dejen: en teatros donde pueda venir público que no sólo sea especializado»
Habla de un proyecto interdisciplinar. ¿Cómo descubre esa unión de lenguajes que vierte en sus composiciones?
Primero, un inciso: yo continúo haciendo música de concierto, y a veces llega un punto en que todo se mezcla. Respondiendo a su pregunta, para mí, la unión de lenguajes o manifestarme en diferentes medios era natural, porque desde pequeña había tenido mucho interés en el dibujo y la pintura. Estudié bachillerato artístico y empecé Bellas Artes, pero lo dejé, porque me decanté por música, quería hacer una sola cosa a tiempo completo. En mi caso, hay dos maneras de afrontar la interdisciplina: una, colaborando con otras disciplinas y profesionales, o en otro caso, yo misma, sin colaboradores, crear una obra que tenga imagen y que tenga música, incluyendo vídeo en obras de concierto. Suele ser el formato habitual, pero también he hecho instalaciones visuales y sonoras.
¿Qué música escucha en sus ratos libres?
Esta pregunta, siento que, al contestarla, estoy cerrando muchas puertas... No escucho ni música clásica ni música contemporánea a secas. Lo que me gusta es ir a conciertos. Reconozco que Ravel y Debussy me gustan mucho desde que estudiaba piano. De la misma manera que me ha influido la música del norte de la India y Ravi Shankar. Ahora estoy descubriendo la figura de Sofía Gubaidulina. A veces, al final, también me estimulan mucho mis compañeros de generación. Ahora caigo que me encanta mucho, pero que mucho, Bach, y es un tópico.
«Muchos de mi generación, cuando estábamos licenciándonos y con la crisis de 2007-2008 de por medio, tuvimos que irnos a estudiar al extranjero»
La ópera «Je suis narcissiste», la que más fama le ha dado, ¿cómo surge?
Es un poco una conversación de bar, de caminar por la calle... Vamos a hacer una obra sobre el narcisismo porque detectamos narcisismo por todas partes. Es increíble. Pero queríamos aproximarlo desde el humor, y se quedó la idea flotando. Desde Òpera de Butxaca contactaron con el Teatro Real, el Teatro Español y el Teatre Lliure, les explicaron el proyecto y encontraron una manera de producirlo.
¿Es difícil estrenar en España estas piezas más vanguardistas?
Creo que sí. Soy muy consciente de que, si no tuviera la ayuda o el interés de Òpera de Butxaca, que es la que hace de puente con los grandes teatros, yo como creadora no tendría muchas posibilidades. A título personal, es muy difícil. Sé de muchos compañeros que han estado haciendo óperas y las han autoproducido. Realmente es muy difícil entrar en el circuito operístico.
Según he visto su currículum, tampoco se puede quejar. Ha estrenado en grandes escenarios, en grandes templos de música... ¿Un teatro soñado?
No pienso tanto en el lugar, pienso a veces más en cómo hacerlo. Me gusta que haya gente escuchando mis obras, que haya público. Me pierde un teatro lleno. Reconozco que me gustan los espacios grandes. Si pienso en salas grandes aquí, pues te puede venir el Gran Teatre del Liceu, el Teatro Real. Pero no es tanto que ese sea el objetivo. Quiero seguir trabajando allá donde me dejen, y también en teatros donde pueda venir gente que no sólo sea público especializado, que venga gente de todo tipo, como pasó en el Teatro Español cuando estrenamos Je suis narcisiste. Había gente de todas las edades, gente que jamás había ido a la ópera y que le comenzó a gustar. Ese es uno de mis grandes objetivos.
¿Habría que quitarle solemnidad a la ópera?
Sí, totalmente. Se tiene que crear un nuevo público, en la ópera especialmente, pero también en los conciertos, en los abonados de las temporadas de orquesta. Para gente joven, para que pueda descubrir otros tipos de música. Durante muchos años hemos estado de espaldas al público.