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«Quijote»: Rushdie cabalga de nuevo

«Quijote» es el título de la última novela del famoso escritor, que retoma el mito del personaje cervantino. Alabada y repudiada a partes iguales por la crítica internacional

El escritor angloindio Salman Rushdie nació en Mumbay en 1947
Rodrigo Fresán

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Fue Geoff Dyer quien apuntó -con gracia y precisión- que el destino de todos los grandes y más singulares estilistas es el de acabar sucumbiendo al auto-karaoke. Lo que es un premio a la vez que un estigma: ser un estilo en sí y sólo tenerse a uno mismo para alimentarse en una suerte de nutricio «loop» entre resignado y narcisista. Bob Dylan y David Lynch y Bill Murray son auto-karaoke. Andy Warhol y Ernest Hemingway y Elvis lo fueron. Y ahora lo es Salman Rushdie. De ahí que este gran escritor nacido en Mumbai en 1947 disfrute del privilegio y padezca el estigma de parecerse sólo a sí mismo. Y que, por lo tanto, se lo ame o se lo odie sin medias tintas. De ahí que -a propósito de «Quijote»- «The New York Times» publicase, para así ser justo, dos reseñas: una donde se lo lapidaba sin piedad y otra donde se lo ascendía a semidiós.

Y -depende del lector- ambas reseñas fueron acertadas. Una lo acusaba de repetir su vieja fórmula, otro celebraba que estuviese de regreso con lo mismo de siempre. Así que están advertidos: «Quijote» es, por suerte, 100 % Rushdie. O peor aún: es 1.000.000 % Rushdie.

Maniobra parodiante

Y Margaret Atwood (con quien Rushdie compitió por el último «Booker») se refirió a «Quijote» como -¿elogio o reproche?- a una forma elevada de «fan-fiction» . Es decir: una novela que -ya desde su título- homenajea/parodia/reescribe ni más ni menos que a La Gran Novela Homenajeadora Parodiante.

Maniobra ésta que Rushdie ya venía haciendo en sus títulos inmediatamente anteriores «Dos años, ocho meses y veintiocho días» (frenética mutación de «Las mil y una noches» filtradas en apocalíptico film de la Marvel) y «La decadencia de Nerón Golden» (donde ponía al día la transición Obama/Trump con «El gran Gatsby» de Fitzgerald como guía y luz verde). Aquí, entonces, el Ingenioso Hidalgo de Cervantes muta a Ismail Smile: viajante para una todopoderosa empresa farmacéutica obsesionado no con las novelas de caballería sino con la basurera televisión milenarista . Personaje más que persona (en verdad creado por un mediocre escritor de «thrillers» en crisis existencial y creativa: un tal Sam DuChamp, seudónimo de Hermano, otro nativo de Mumbai que juguetea con pasarse al realismo mágico para ver si así mejoran las cosas. Sonriente Smile, como ser o no ser perdidamente enamorado de una bella y bipolar y adicta al fentanilo conductora de «talk show» india (una tal Salma R.), saliendo a cojear por el camino (acompañado por su hijo imaginario y pinochesco y en blanco y negro Sancho).

Aquí, el ingenioso hidalgo de Cervantes muta en un viajante para una farmacéutica

Y, desde el kilómetro 0, Rushdie nos informa que ese lugar no es otro que Rushdielandia, USA : territorio que el autor comenzó a explorar/satirizar en Furia (2001). Y allí, de nuevo, bienvenidas sean, infinidades de regocijantes guiños de maníaco referencial donde comulgan «Lolita» y «Candy Crush Saga» y «Regreso al futuro» y Paul Simon, reverencias a grandes narraciones de la antigüedad , una entre furiosa y eufórica crítica al estado de las cosas (el populista y antimigratorio Trump vuelve a ser blanco móvil). Y, de nuevo, ese piedra fundacional de todo lo suyo que es «El mago de Oz» con sus idas y vueltas a través de la delgada «membrana» que separa la cordura de la más irreal de las realidades.

Ciberespionaje

Todo y de todo pasa aquí. A veces gracias a Rushdie, otras por culpa de las «fake news» y el ciberespionaje. Y pronto ya no sabemos quién está contando la historia y a quién la historia cuenta y meta-centrifugación (que por momentos recuerda a la versión de Terry «Monty Phyton» Gilliam en lo que hace al aquí más fracturado que nunca «Hombre de La Mancha»). Y todos parecen estar enfermos y, por lo tanto, el tiempo se (les) acaba. Y los acontecimientos -estructurados con una ayudita de «La conferencia de los pájaros»- no sólo se precipitan: también se aceleran. Y América toda parece desintegrarse hasta, por fin, alcanzar la más «beatlesca» de las conclusiones: todo lo que necesitas es amor para sobrevivir a la paradoja de un mundo hiperconectado pero cada vez más fragmentario.

En este sentido, con la amorosa «Quijote», Rushdie parece haberse propuesto la escritura de la más «rushdieana» novela para todos aquellos que aman a Rushdie y que, por lo tanto, lo necesitan. Aquí -como en lo de Quijano- se acaba recuperando la cordura, pero no en nombre de la razón sino d el amor a ese idioma propio que es el estilo único . Y así Rushdie -ese «Autor» de la última página- subiéndose a su escenario para, sobre sus pistas pre-grabadas, cantarle una/otra de Rushdie para felicidad de quienes lo quieren tal como fue y es y será. Los que no, siempre pueden buscar otra cantina con otro cantante en ese lugar del que no quieren acordarse y que, por lo tanto, resulta inolvidable.

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